Crimen

El relato de una mujer que estuvo 12 años en la cárcel por error: “Me condenaron por sobrevivir”

El verdadero asesino de su marido todavía está sin identificar, y ella tuvo que asumir las culpas por una precipitada sentencia

Más de una década después, encontraron una prueba concluyente que permitió a la Corte Suprema de Santa Fe revisar el caso. IMAGEN DE ARCHIVO
Más de una década después, encontraron una prueba concluyente que permitió a la Corte Suprema de Santa Fe revisar el caso. IMAGEN DE ARCHIVOJosé MéndezAgencia EFE

A principios del 2005, María Gauna y su marido, Omar Bartorelli, vivían en un pueblo de Santa Fe, en Argentina. Un oscuro día, fueron encontrados ensangrentados en el jardín de su casa. Él estaba muerto, había sido asesinado. La policía distinguió tres heridas cortantes en el abdomen y su cara destrozada con graves signos de violencia. Ella estaba junto a él, cubierta de sangre, semidesnuda, inconsciente, pero viva.

Recuperó la conciencia, pero fue condenada a cadena perpetua, culpabilizada del asesinato de su marido. Era la única persona que estaba cerca en el momento en el que Bartorelli fue encontrado, y la justicia lo determinó como “un crimen pasional”. Este dictamen le hizo pasar doce años en la cárcel.

No fue hasta 2016 cuando la causa fue abierta de nuevo. Más de una década después, encontraron una prueba concluyente que permitió a la Corte Suprema de Santa Fe revisar el caso. Y en diciembre de ese año, María por fin fue libre.

“Le quitaron la vida cruelmente a mi marido, y casi me la quitan a mi” dice la exprisionera, en una entrevista al periódico Clarín. Cuenta que, cuando llegó a la casa, se encontró la puerta entornada, algo que le llamó la atención porque “siempre dejamos la puerta abierta”. “Cuando abrí la puerta del pasillo apareció un señor alto encapuchado y con un arma en la mano. Pegué un grito, ese señor me cogió de la cintura y me apuntó con una pistola”.

Ella temblaba, y el asesino (del que lleva repitiendo su nombre todos y cada uno de los días que han pasado desde ese día) le pedía todo el dinero que tenían guardado. “Yo le decía que mi marido estaba a punto de llegar y que se marchara”. Entonces, la redujo, la ató las dos manos y, en ese instante, llegó Omar, quien “se quedó tan helado de ver esa imagen que dejó caer su bicicleta por la puerta”. “Si no entras, os mato a los dos”, dijo el asesino, según relata la mujer.

“Cuando declaré, todavía estaba bajo los efectos de los calmantes que me dieron”

El asesino también ató a su marido. En dos vasos, echó líquido efervescente y les obligó a tomarlo, y después fueron llevados a la cama a la fuerza. Al despertar, en el jardín, María supo que su marido estaba muerto.

Cuando fue encontrada, fue llevada al hospital, donde estuvo ingresada con un shock hipovolémico y una fuerte hemorragia. Había perdido mucha sangre y llegó a quedar en coma, además de tener dos paros cardíacos. “Aquel día, yo estaba muy dolorida, declaré ante la policía bajo anestesia, y todavía tenía el efecto de los calmantes. Eso fue una gran irregularidad”. Y es que, sin tener más oportunidades, fue llevada a la cárcel.

El Juzgado calificó como “homicidio calificado por el vínculo”. La hipótesis que se planteó en aquel entonces fue la siguiente: “Había asesinado a su marido mientras dormía, golpeándole en el dormitorio con una botella de cerveza, para luego herirlo de muerte con una cuchilla de 21 centímetros en el costado izquierdo. Luego, intentaría suicidarse, cortándose las muñecas”.

“Me condenaron por sobrevivir. Yo siempre fui inocente. Cuando supe que estaba condenada, algo me traspasó el corazón, y pensaba que en la vida saldría de ahí”. Durante años de apelaciones, María se sentía cada vez más miserable, además de que la familia de su marido también la creía culpable. Hasta que, después de doce años, la dieron la razón. “Quiero que se investigue el asesinato, y quiero que el asesino esté como estuve yo durante 12 años. Voy a hacer lo posible para que el responsable entre en la cárcel”.