Defensa

Los soldados fantasma de Afganistán, los “responsables” de la toma de poder de los talibanes

El ex ministro Khalid Payenda afirma que los talibanes llegaron al poder porque las fuerzas de seguridad afganas y de Estados Unidos eran “mucho menores que lo que decían las cifras oficiales”

Un miembro de la seguridad talibán cerca del aeropuerto internacional de Kabul
Un miembro de la seguridad talibán cerca del aeropuerto internacional de KabulSTRINGEREFE

Era 15 de agosto cuando los talibanes tomaron Kabul y se hicieron con el control de Afganistán, aprovechando que las fuerzas estadounidenses se retiraron del país después de casi 20 años. El que era presidente afgano hasta entonces, Ashraf Ghani, huyó del país dejando a los ciudadanos a su suerte, aunque después pediría disculpas y justificó a Estados Unidos como responsable de la vuelta del régimen talibán. Pero las fuerzas de seguridad afganas tampoco pudieron evitar la victoria de los sublevados.

Y es que, según el ex ministro de Finanzas de Afganistán, Khalid Payenda, esos soldados “no existían”. Unas declaraciones que pasan también por las acusaciones a funcionarios del anterior gobierno como “corrupto” y aceptaron pagos de los talibanes mientras inventaban “soldados fantasma”. “De la forma en que se hacía la rendición de cuentas, le preguntabas al jefe de esa provincia cuántas personas tienes y en base a eso podrías calcular los salarios y los gastos de racionamiento y siempre estarían inflados”, dijo en una entrevista a BBC.

Un informe del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán, que data de 2016, establecía que ni las fuerzas estadounidenses ni los afganos sabían cuántos soldados y policías existían en el territorio, así como cuántos estaban disponibles. Algo que recalca Payenda, muy crítico con la gestión de Ghani o con “la corrupción que existía”. El ex ministro establece que a los cuerpos de seguridad no se les pagaba “correctamente” mientras que había líderes de milicias respaldadas por el gobierno que estaban haciendo “doble inmersión”, es decir, cobrando su salario del gobierno y luego aceptando pagos de los talibanes para rendirse sin pelear.

“Todo el sentimiento da igual, no podemos cambiar esto. Así es como funciona el parlamento, así es como funcionan los gobernadores. Todo el mundo diría que la corriente está turbia desde la cima, lo que significa que la cima está involucrada en esto”, dijo. Payenda dimitió y abandonó Afganistán a medida que avanzaba el grupo islamista radical. Hace hincapié en que Occidente fue parte de algunos de los fracasos y describió la participación de la OTAN y de EE.UU. como “una oportunidad perdida”. Asimismo, niega la corrupción dentro del Ministerio de Finanzas, que él dirigía.

El despilfarro de la corrupción

Durante casi diez años, el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán alertó que el fraude, el despilfarro y el abuso estaban provocando pérdidas millonarias. Tal es así que, desde 2002, estima en una pérdida de casi 20.000 millones de dólares.

“Si el objetivo era reconstruir y dejar atrás un país que pudiera sostenerse por sí mismo y que representara una pequeña amenaza para los intereses de seguridad nacional de EEUU, el panorama general en Afganistán es sombrío”, concluye el informe en su última edición, que fue terminada justo antes de la toma de poder de los insurgentes.

Seguridad, Gobernanza y desarrollo, Operaciones civiles y Ayuda Humanitaria acaparan las cuatro inversiones estadounidenses, pero inflar las cifras fue algo común y el dinero se acabó despilfarrando.

La desnutrición es un problema cada vez más grave

La desnutrición se dispara en Herat, con un aumento de casi el 40 por ciento de los ingresos entre mayo y septiembre de 2021 en el centro de nutrición terapéutica de Médicos sin Fronteras, mientras los servicios médicos “están al borde del colapso”.

En Herat, las instalaciones médicas están cerrando o reduciendo sus actividades a servicios mínimos con los recursos que les quedan disponibles, ha avisado en un comunicado este miércoles la organización, que no sabe qué va a pasar con estas instalaciones mientras que la población no puede pagar por una atención privada porque está en paro y vive en la pobreza. En concreto, el hospital regional de Herat, donde MSF tiene un centro hospitalario de nutrición terapéutica, perdió parte de su personal cuando su director y algunos de sus trabajadores con más experiencia abandonaron el país justo antes de la caída de la ciudad ante los talibán.

Como resultado, se ha producido una falta de gestión en el hospital y muchos desafíos administrativos, ha explicado Médicos sin Fronteras, mientras que ha lamentado que “fuera del centro de nutrición, los salarios no se han pagado desde hace cinco meses, no hay suficientes suministros médicos ni dinero para pagar el mantenimiento”.

Más de 23.000 trabajadores de la salud, en casi 2.200 establecimientos de salud en 31 provincias, han recibido salarios desde que se puso en marcha el plan, que también se ha destinado para pagar medicamentos y suministros sanitarios, así como mantas y otros materiales para hacer frente al invierno que ha llegado el país.