Guerra
Por qué las armas que Occidente envía a Ucrania no serán definitivas en la guerra contra Rusia
La llegada de carros de combate, helicópteros y cazas resulta, por ahora muy difícil, y parece que no muy deseable por parte de los posibles donantes
Después de casi cuatro meses de guerra, Rusia no ha logrado la victoria. Es cierto que su superioridad demográfica, económica y militar le ha permitido ir ampliando la zona bajo su control en el este y sur de Ucrania, pero la guerra aún no está ganada.
Sin lugar a dudas, lo que más daño ha hecho a la invasión rusa, lo que ha impedido su rápida victoria, ha sido su exceso de confianza, su muy deficiente logística en la gestión de suministros y abastecimientos y la falta de entrenamientos y de moral de combate de buena parte de sus tropas, todo esto unido a las sanciones económicas y a las armas del antiguo mundo libre. Nadie esperaba en Moscú la numantina resistencia de los ucranianos y la enorme y rápida llegada de armamento desde Occidente a Ucrania.
El Ejército y las milicias ucranianas han resistido gracias al aluvión imparable de armamento de todo tipo que ha llegado desde una parte no muy grande, pero sí muy rica del mundo. Un enorme catálogo de armas de última generaciónhan servido, fundamentalmente, para ralentizar el avance ruso, causarle enormes bajas [las autoridades ucranianas contabilizaron 38.300 soldados rusos muertos desde que empezó la invasión], pero no ha impedido que muchos kilómetros de suelo ucraniano queden bajo el control de los soldados de Vladimir Putin.
El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, ha puesto de manifiesto en la última reunión de la OTAN la necesidad de Ucrania de más armamento pesado.
En la actual situación, Estados Unidos y las treinta naciones de la OTAN han renunciado a la neutralidad a favor de una evidente «no beligerancia» activa. Alemania ha enviado recientemente artillería autopropulsada de largo alcance, Howitzer 2000, grandes piezas de artillería que se van a unir a los obuses M777 de 155 mm estadounidenses, más los que están llegando procedentes de Canadá, Francia, Suecia... La llegada de armamento pesado como el cañón M777 norteamericano, una pieza de artillería remolcada, un magnífico y moderno obús, va a permitir, en teoría, frenar el avance de las tropas rusas, equilibrar la balanza, pero nada más.
El nuevo paquete de ayuda militar estadounidense, que incluye un sistema de artillería de cohetes de alta movilidad de lanzamiento múltiple, el M142 Himars, fabricado por Lockheed Martin, cinco sistemas de radar para localizar baterías enemigas, dos radares de alerta aérea, mil misiles antitanque Javelin, 6.000 armas antiblindaje, 15.000 proyectiles artilleros de 155 mm., cuatro helicópteros Mi-17, 15 vehículos tácticos y repuestos y equipos, va a permitir que los ucranianos sigan muriendo y matando en defensa de su territorio nacional.
Como ya ha señalado el analista Gustavo Morales, estas armas están destinadas a igualar el alcance, establecer barreras de fuego de saturación y a la destrucción de blindados y helicópteros rusos, dificultar el avance ruso, pero no van a permitir dar un vuelco a la guerra, ni van a servir para llevar la guerra al corazón de Rusia. Ha declarado el presidente estadounidense Joe Biden: «No vamos a enviar a Ucrania sistemas de cohetes que puedan atacar a Rusia», ya que el llevar la guerra a Rusia podría provocar un agravamiento del conflicto de consecuencias imprevisibles.
El sueño de Ucrania de conseguir para su Ejército grandes misiles se ha cumplido con los Harpoon, pero que solo sirven para atacar barcos, cosa que ya ha hecho con cierta eficacia. Sin embargo, los misiles balísticos de alcance medio que posee Estados Unidos, Pershing II y Jupiter, o los de corto alcance estadounidenses MGM-140A y B y el MGM 168 y los franceses Pluton o Hadès no han sido enviados a Ucrania, pues permitirían llevar la guerra a territorio ruso. La llegada de armamento de última generación (carros de combate, helicópteros, cazas...) resulta, por ahora muy difícil, por no imposible, y parece que no muy deseable por parte de los posibles donantes.
Su llegada choca con el problema de la falta de capacidad de los soldados ucranianos para el manejo de equipos muy sofisticados que exigen una alta preparación y entrenamientos para su eficiente utilización, ya que son de factura occidental, sistemas de armamento para ellos desconocidos. España ha ofrecido entregar nuestros viejos carros de combate Leopard de los años ochenta a Ucrania, pero antes ya se habla de proceder al entrenamiento de los ucranianos por carristas españoles en Letonia. ¡Ya veremos!
No sabemos el número de instructores occidentales que, seguro, han llegado a Ucrania, pero, sin duda, serán insuficientes, sin tiempo y con pocas posibilidades de poder instruir a los soldados ucranianos en el correcto manejo de las armas las más sofisticadas. Estos asesores poco tendrán que ver con los asesores soviéticos o alemanes llegados a España durante la Guerra Civil de 1936-1939.
La cuestión, que aún pocos tratadistas analizan, es ¿cuánta ayuda económica está dispuesta a entregar Estados Unidos y las naciones de la OTAN a Ucrania? ¿Esta ayuda será a fondo perdido? ¿Se espera cobrar en el futuro como se hizo con Kuwait? En el momento que Occidente corte su ayuda a Ucrania, su resistencia será imposible. ¿Cuánto va a dudar el actual aluvión de armas y de dinero?
Un país arrasado
Rusia empieza a entrar en una importante crisis económica que no augura nada bueno, más cuando la llegada del buen tiempo hace menos necesarios sus suministros de gas y petróleo. Ucrania está casi arrasada y tardará décadas en recuperarse. ¿Rusia volverá a ser una potencia tras demostrar que es un gigante con los pies de barro?
La salida al mar de Ucrania está cerrada, lo que hace que su economía de exportación se resienta y lleve al país a la ruina. Las minas marinas que protegen Odesa y sus puertos de la flota rusa también impiden que sus mercantes puedan salir al Mediterráneo. Ni en Washington ni en Occidente se quiere que Putin gane la guerra, pero todo hacer prever que la guerra seguirá destruyendo Ucrania y arruinará a Rusia, debilitando la economía de los europeos mientras Estados Unidos renace como primera potencial mundial. China, sentada a la puerta de su casa, espera con paciencia ver pasar el cadáver de sus enemigos.
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