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Netanyahu: la resurrección del “rey Bibi”

Hace un año se dio por acabada su carrera política, pero el «premier» hebreo más longevo sigue manteniendo su tirón electoral

Cuando en mayo de 2021 se conformó el “Gobierno del cambio” y el Likud pasó a liderar la oposición, hay quienes se envalentonaron a calificarlo como “el inicio de una nueva era”. Sus pronósticos fracasaron. El “Rey Bibi”, Benjamin Netanyahu, que volverá al poder tras el incontestable triunfo en los comicios y postergará su legado como el líder con más años al frente del Estado judío –acumula 15-, ha logrado durante su carrera política sacar partido de los varapalos para reforzar su figura.

Con 73 años, el carismático político israelí se ha mantenido como el líder con más tirón en Israel. Consciente de la urgencia de retomar el poder para blindarse ante los procesos judiciales que afronta, se mostró con renovadas energías durante la campaña, donde volvió a lucir brillantes dotes comunicativas para vender sus eslóganes.

Las divergencias que fracturaron al “Gobierno del cambio” de Yair Lapid y Naftali Bennett fueron un caldo de cultivo ideal para el rearme de la derecha. Ante las contradicciones ideológicas de una coalición de ocho partidos, “Bibi” prometió volver para “restaurar el orgullo nacional” y formar un Gobierno claramente conservador y nacionalista.

Netanyahu empezó su carrera diplomática como representante de Israel en la ONU (1984-1988). Su popularidad se disparó en 1993, cuando asumió el mando del Likud y lideró la oposición al laborista Isaac Rabin, que el mismo año firmó los Acuerdos de Oslo, el primer aproximamiento entre los liderazgos israelí y palestino para intentar lograr la paz. “Bibi” estuvo en primera línea de las manifestaciones que tildaban al dirigente laborista de nazi y traidor. Dos años después, Rabin fue asesinado por un extremista judío. “Bibi” aprovechó el vació, y en 1996 resultó elegido por primera vez como primer ministro de Israel.

Netanyahu recibió una apabullante derrota ante Ehud Barak en 1999, abandonó la política y se pasó al sector privado. Pero pocos años después le convencieron para volver al ruedo. Como ministro de Finanzas, se le recuerda como un “revolucionario”, que aplicó drásticas reformas que contribuyeron al desarrollo de la economía israelí. En 2005 recuperó el control del Likud, y aprovechó su periodo en la oposición para reforzarse. En 2009 inició su segundo mandato –pese a que fue segundo en las elecciones-, que mantuvo ininterrumpidamente hasta las cuartas elecciones celebradas en 2021.

“Bibi” triunfó en venderse como un líder fuerte y decidido, capaz de proteger la seguridad de su país ante un entorno hostil. La “paz mediante la fuerza” es la doctrina de la que presume, y que sirvió para sellar los históricos “Acuerdos de Abraham” con cuatro países musulmanes.

A nivel interno, es un supuesto defensor del “Gran Israel” –con la extensión de asentamientos más allá de la Línea Verde-, pero su dialéctica reaccionaria quedó en entredicho cuando la situación le exigía pragmatismo. En 2009, dio un giro a la moderación, y anunció su apoyo a la creación de un estado palestino independiente. Su anunciado plan de anexión de territorios y colonias judías en Cisjordania fue aplazado en 2020, ya que a cambio los Emiratos Árabes Unidos (EAU) le ofrecieron la normalización de relaciones.

Sus adversarios le acusan de ser un líder que construyó su legado fomentando el odio y las divisiones internas de las “tribus” de Israel. Acorralado por la justicia, catalogó los tres juicios por fraude, corrupción y abuso de confianza de ser un plan de “la judicatura, la prensa y la izquierda” para arrebatarle el poder. Las fotos sentado en el banquillo de los acusados no diezmaron su popularidad.

“Logramos un gran voto de confianza del pueblo de Israel”, celebró el “Rey Bibi” tras conocer unos resultados que confirman la incontestable superioridad de la derecha israelí.