Israel

Netanyahu se sienta en el banquillo por fraude, cohecho y abuso de confianza

“Bibi”, el primer jefe de Gobierno israelí en ejercicio que es juzgado, denuncia una “caza de brujas” que persigue “derrocar al Gobierno"

El "premier" israelí, Benjamin Netanyahu, junto a su abogado, en el tribunal que lo juzga en Jerusalén
El "premier" israelí, Benjamin Netanyahu, junto a su abogado, en el tribunal que lo juzga en JerusalénRonan ZvulunAP

Benjamin Netanyahu intentó evitar, con excusas diversas, comparecer a la sesión de apertura de su juicio en Jerusalén. Si bien logró esquivar ayer la instantánea sentado literalmente en el banquillo, el líder del Likud sí escuchó y aceptó en la sala de la corte local su imputación en tres causas criminales por fraude, soborno y abuso de confianza.

Su predecesor en el cargo, Ehud Olmert, acabó entre rejas acusado de corrupción al terminar su mandato. Pero el juicio presente no tiene precedentes. Bautizado “el Estado de Israel vs. Benjamin Netanyahu”, supone la primera vez en la historia de Israel en que un “premier” en ejercicio deberá gestionar el país mientras, paralelamente, intenta evitar su ingreso a prisión.

“Leí y entendí la carta de acusación”, dijo en tono solemne el jefe de Gobierno. Poco después, su abogado pidió al juzgado una prórroga de dos a tres meses para “entender en profundidad los materiales de la investigación, y ver si necesitaremos pedir arreglos en la inculpación. No será para ganar tiempo”.

En la comparecencia previa al entrar al juzgado, el “Rey Bibi”, flanqueado por el significativo respaldo de sus ministros más leales, exclamó que “no se trata de un juicio contra mí, sino contra todo el espectro de derecha del país”. El líder del Likud, que en las pasadas campañas electorales achacó el proceso a un intento de la policía, la justicia, la prensa y sus rivales políticos para intentar derribarle, volvió a enfatizar que “la izquierda no ha podido vencerme en las elecciones, y busca ahora otras vías para derrocarme”.

Y esto a pesar de que el centro izquierda israelí está desintegrado, y el único candidato que podía batirle, Gantz, es ahora su socio. El líder de Azul y Blanco se limitó a decir que “el primer ministro es inocente hasta que se pruebe lo contrario, y confío plenamente que nuestra justicia garantizará un juicio justo”.

A las puertas del juzgado la expectación era enorme. Manifestaciones a favor y en contra de Netanyahu evidenciaban que este juicio es, a su vez, una prueba de la profunda división y crispación política que vive el Estado judío. Militantes del Likud, movilizados en autobuses llegados desde todo el país, blandían eslóganes como “Al sistema judicial: ¡Netanyahu no está solo!”, "¡Mandelblit (el asesor letrado del Gobierno que inculpó a “Bibi”), tú eres el culpable!; e incluso una apelación al “Juicio Dreyfus”, comparando así la causa contra el líder del Likud con la que afrontó a fines del siglo XIX en Francia el militar judío Alfred Dreyfus, inculpado sin pruebas en un contexto de antisemitismo creciente. Por si fuera poco, supervivientes del Holocausto se congregaron para apoyar a “Bibi”: “El pueblo te escogió líder en cinco ocasiones”.

La manifestación en su contra estaba plagada de banderas negras, portadas por ciudadanos que consideran que Netanyahu está destruyendo a la democracia israelí. Bajo un enorme eslogan de “Crime Minister”, alzaron carteles y gritos de “¡Vergüenza!”, o “la corrupción no es una política”.

Cuatro años de vía crucis judicial

Tras cuatro años de arduas investigaciones, Netanyahu entró a su juicio “con la cabeza bien alta”. Además, a la sesión se presentaron también Arnon Mozes (caso 2.000), editor del popular tabloide “Yediot Aharonot”, tras revelarse conversas secretas con “Bibi” donde éste pretendía impulsar una cobertura favorable para él y su familia; y Shaul Elovitch y su mujer Iris (caso 4.000), entonces director del gigante de telecomunicaciones Bezek, con quien el líder del Likud tramó regulaciones favorables a su compañía, a cambio de que el portal digital “Walla News!” le asegurará también titulares beneficiosos. En el caso 1.000, se inculpa a “Bibi” y su mujer, Sara Netanyahu, de recibir lujosos regalos de productores de Hollywood valorados en casi 200.000 dólares, que “recibió de modo continuo”.

Debido a las restricciones por el coronavirus, se habilitaron salas paralelas para seguir el acto, tanto para los ministros del Likud, como para la abundante prensa presente en el juzgado. A las afueras, la Policía hizo un amplio despliegue para evitar posibles altercados ante el clima de tensión.

El proceso se prevé largo, ya que la próxima sesión ha sido fijada para el 19 de julio. Mientras, se pondrá a examen la operatividad de la nueva coalición gubernamental, que prevé el relevo de Netanyahu por Gantz en el cargo de primer ministro en octubre de 2021.

Para el analista Haviv Rettig Gur, el crispado debate político, mediático y social en Israel alrededor de los juicios a Netanyahu será un termómetro sobre como se comporta la democracia en momentos cruciales: “El verdadero examen será al final del proceso, cuando tras el dictamen final medio país deberá aceptar la amarga realidad de que perdió, y aceptar, como deben hacer los demócratas, el veredicto. Sea el que sea”.