Guerra en Siria

América sigue siendo lo primero

La Razón
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La orden del presidente Donald Trump de lanzar misiles en un ataque muy limitado y dirigido contra el régimen de Bachar al Asad ha sido una sorpresa para muchos, especialmente para sus partidarios. ¿Son las acciones de Trump un adiós a su retórica nacionalista? ¿Se ha convertido en un internacionalista más preocupado por las prácticas de los derechos humanos en el mundo? Estas acciones de EE UU parecen suponer un cambio de actitud con respecto a la retórica de la campaña presidencial, con sus reivindicaciones del aislacionismo y del «América primero». Sin embargo, la demostración de músculo militar de Trump sobre Siria puede que no sea algo tan discordante con lo que Trump y otras figuras nacionalistas son en realidad: hombres fuertes.

Cuando el presidente Obama declaró que el uso de armas químicas en Siria era una línea roja y Estados Unidos decidió no seguir adelante con sus planes, Obama apareció como un líder débil ante la comunidad mundial. Aunque Estados Unidos tiene tropas en Siria, la diferencia de este ataque en comparación con lo que la Administración Obama puso en marcha es que ahora el bombardeo estaba dirigido contra las fuerzas de Asad y demuestra que Estados Unidos asume una postura más firme en la guerra en Siria.

Trump utilizó razones tanto humanitarias como de seguridad nacional para fundamentar su decisión. Sin embargo, se hizo más hincapié en el aspecto humanitario y en los efectos horribles del gas sarín sobre los civiles, y en particular en los niños y bebés. Trump citó la violación cometida por Asad de la Convención sobre Armas Químicas y el hecho de que el régimen sirio ignore los llamamientos del Consejo de Seguridad de la ONU. Fue un momento surrealista: ¿era un presidente demócrata el que dio el discurso? El argumento de Trump («poner fin a la masacre y al derramamiento de sangre en Siria») parecía más una decisión política de carácter internacionalista y humanitaria.

En el anuncio del presidente se mencionó brevemente que las acciones militares eran vitales para la seguridad nacional de EE UU y que pretendían «acabar con todo tipo de terrorismo». No está claro de qué manera el bombardeo sobre Asad es de vital interés para la seguridad estadounidense. Trump aludió a que los problemas en Siria desestabilizaron Oriente Medio. Siria ha sido inestable durante los últimos siete años, ¿por qué preocuparse ahora? El régimen de Asad utiliza el terror y la violencia, pero ¿es eso en realidad terrorismo, lo que a menudo se ve separado de los actos de guerra contra los civiles? Me atrevería a adivinar que hay una razón legal para mencionar el interés de EE UU y el terrorismo, y esa razón tiene que ver con la legislación posterior al 11-S, bautizada como Autorización para el uso de la Fuerza Militar contra el Terrorismo. Es una normativa que le da al presidente la libertad de usar la fuerza sin consultar al Congreso en la lucha contra el terrorismo. Con la afirmación de Trump de que los bombardeos son parte de la guerra contra el terror, el presidente puede autorizar legalmente los ataques aéreos.

Una cosa en la que Trump es consistente es en su inconsistencia. Cuando Obama decidió no bombardear Siria, el nacionalista y aislacionista Trump tuiteó que ésa era la decisión correcta. Hoy culpa del conflicto sirio y del nacimiento del Estado Islámico a Barack Obama por no intervenir en la región. Trump ha puesto el énfasis en el Estado Islámico y ha declarado que combatir a Asad y a este grupo yihadista sería contraproducente. El aparente cambio de actitud del presidente sobre la intervención no puede considerarse fuera de lo normal.

Más allá de la consistencia de su inconsistencia, hay también otro elemento en el que Trump es consistente mostrándose a sí mismo como un «ganador». El uso de armas químicas por parte de Asad puso al presidente en un dilema: usar la fuerza para mantener el estatus de Estados Unidos en el mundo o no hacer nada y parecer un débil, un «perdedor» en términos del propio Trump. Como hombre fuerte, Trump eligió lo primero, para seguir siendo «el ganador», el caudillo. Por el bien de la reputación del status de Estados Unidos y por su propia reputación, Trump eligió su tendencia nacionalista para hacer que América se vea como una potencia fuerte, algo que podría tener un beneficio añadido si además lograra salvar a los sirios.

** Profesora del Departamento de Ciencias Políticas en la Universidad Hofstra, en Nueva York