Terremoto político
La división demócrata por el acuerdo que puso fin al cierre del Gobierno en EE UU
El compromiso bipartidista que reabrió temporalmente la administración federal expone las tensiones internas del Partido Demócrata y deja heridas políticas abiertas
La reapertura del Gobierno de Estados Unidos, tras seis semanas de cierre, trajo alivio administrativo pero un terremoto político dentro del Partido Demócrata. Ocho senadores rompieron filas para apoyar un acuerdo impulsado por los republicanos que permitió restablecer los servicios públicos, pagar a trabajadores federales y financiar programas esenciales. Pero el precio político ha sido alto: la exclusión de la principal demanda demócrata —la extensión de los subsidios del Obamacare— y una fractura visible en el partido entre pragmatismo y resistencia.
El acuerdo, aprobado el domingo por 60 votos a favor y 40 en contra, mantiene al Gobierno operativo hasta el 30 de enero. Los senadores Tim Kaine, Maggie Hassan, Jeanne Shaheen, Catherine Cortez Masto, Dick Durbin, Angus King, Jacky Rosen y Magie Hassan fueron los demócratas que apoyaron el texto junto a la mayoría republicana. Ninguno de ellos enfrenta elecciones antes de 2026, lo que les dio margen político para romper con la línea oficial.
El costo de ceder
Para el ala progresista, el voto fue una traición. El senador Bernie Sanders calificó la noche de la votación como “una de las peores” para el partido. “Este acuerdo aumenta las primas de salud para más de 20 millones de estadounidenses y pone en riesgo la cobertura de millones más”, declaró. Elizabeth Warren coincidió: “Perdimos la batalla sobre la atención médica. Este no era el momento para rendirse”.
El descontento se extendió más allá del Capitolio. El gobernador de California, Gavin Newsom, tachó el acuerdo de “patético”; su homólogo de Illinois, JB Pritzker, lo llamó “una promesa vacía”. Incluso Stefany Shaheen, hija de la senadora de New Hampshire Jeanne Shaheen —una de las que votó a favor—, se manifestó públicamente en contra de la decisión de su madre. El senador Chris Murphy fue aún más directo: “No hay manera de justificar este voto. Mi temor es que Trump salga fortalecido, no debilitado, por esta concesión”.
Un liderazgo cuestionado
El episodio también debilitó al liderazgo demócrata en el Senado. Chuck Schumer, quien se opuso al acuerdo, no logró mantener la unidad y ahora enfrenta llamados a renunciar. “Schumer ya no es efectivo y debería ser reemplazado”, escribió el congresista progresista Ro Khanna en X. “Si no puede liderar la lucha por evitar que aumenten las primas de salud, ¿qué puede liderar?”.
El congresista Mike Levin coincidió: “Schumer no ha estado a la altura del momento”. En contraste, el líder demócrata en la Cámara, Hakeem Jeffries, evitó escalar el conflicto, pero advirtió de que los senadores que votaron con los republicanos “tendrán que explicar sus decisiones al pueblo estadounidense”.
Moderados defienden su voto
Los ocho senadores que rompieron filas se defendieron argumentando que el costo humano del cierre era ya insostenible. “Después de semanas de negociaciones, voté para reabrir el Gobierno y que las familias puedan recibir apoyo”, explicó Maggie Hassan. “Este acuerdo garantiza fondos para asistencia alimentaria, salarios y seguridad pública, y da al Congreso un camino claro para proteger la atención médica”.
La crisis había alcanzado niveles críticos: más de 5.000 vuelos fueron cancelados en un solo fin de semana por falta de personal en control aéreo, y los beneficiarios del programa SNAP llevaban más de diez días sin recibir asistencia. Con el feriado de Acción de Gracias a la vuelta de la esquina, la presión pública para poner fin al cierre era cada vez mayor.
Una tregua frágil
Aunque la votación permitió reabrir las agencias, el acuerdo no resolvió el conflicto de fondo: los subsidios del Obamacare seguirán expirando a fin de año, y el presidente Trump ya ha reiterado su oposición a ampliarlos. El Senado prometió un nuevo debate sobre el tema en las próximas semanas, pero pocos confían en que la mayoría republicana cumpla su palabra.
Para los demócratas, el episodio marca un punto de inflexión. La división entre quienes buscan demostrar capacidad de gobierno y quienes reclaman una postura más combativa frente a Trump amenaza con definir la estrategia del partido en los próximos meses.