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Triste aniversario

Un Israel dividido recuerda 30 años del magnicidio de Isaac Rabin

«Solo hay un camino a seguir: ¡tolerancia cero ante la violencia!», aseguró el presidente Herzog

Una imagen del ex primer ministro israelí Isaac Rabin es colocada en una céntrica plaza de Tel Aviv larazon

Hace 30 años, el sábado 4 de noviembre, decenas de miles de israelíes se reunieron en la entonces llamada Plaza de los Reyes de Tel Aviv para escuchar al primer ministro y exjefe del Estado Mayor Isaac Rabin pedir a los ciudadanos que “superasen sus miedos, que dejaran atrás el pasado”, porque “los israelíes están listos para la paz”. Acababan de firmarse los acuerdos de Oslo que prometían un principio de autonomía palestina junto al Estado de Israel. La paz, un tipo de paz, parecía que empezaba a tomar forma.

Entre el numeroso público, feliz y apretujado, estaban también los nietos de Rabin, Noa y Jonatan, y todo un bloque fuerte y decidido de israelíes que apostaban por el camino de la diplomacia.

Cuentan que Rabin, tímido y poco amigo de ser el centro de atención, había temido que la plaza no se llenara, pero se llenó. Después de su discurso y de cantar, con reticencia, la Canción de la Paz, el mandatario, que se había negado a usar chaleco antibalas, a pesar de las advertencias de sus asesores, bajó las escaleras hacia su vehículo. Abajo, Ygal Amir, un abogado de 25 años, judío observante y ultranacionalista, salió de la sombra y le disparó por la espalda tres tiros, dos de ellos le acertaron a Rabin en el torso. Una hora y media después se declaró su muerte en el hospital Ichilov, cercano a la plaza que pasó a llamarse, Plaza Rabin.

A posteriori, se dice que el camino hacia el asesinato de Rabin comenzó en Oslo. En la capital noruega, dos equipos de negociadores de palestinos e israelíes se reunieron en secreto durante meses, forjando gradualmente los acuerdos que se sellaron en septiembre de 1993 en el jardín de la Casa Blanca entre Rabin y el líder palestino, Yaser Arafat. Allí, Rabin pronunció la frase más memorable de la ceremonia: “Les decimos hoy alto y claro: ¡Basta de sangre y lágrimas! ¡Basta!”. Y un muy fotografiado y difundido apretón de manos entre ambos mandatarios fue, para algunos, el símbolo optimista de que las cosas podían ir a mucho mejor y, para otros, de la traición que merecía la muerte.

En cuanto los acuerdos fueron firmados, la derecha israelí, y especialmente los colonos de Cisjordania y Gaza, los denunciaron como una puñalada trapera. La oposición se intensificó cuando Hamás y la Yihad Islámica, palestinos islamistas enemigos del partido laico de Arafat Fatah, manifestaron su rechazo a Oslo enviando terroristas suicidas para que se explotasen en autobuses, restaurantes, discotecas y cafeterías causando la muerte de decenas de civiles.

En las manifestaciones antigubernamentales, los manifestantes portaban pancartas con una imagen manipulada de Rabin vistiendo la kefia, el pañuelo palestino, o un uniforme nazi.

Mientras tanto, la agencia de seguridad interna de Israel, Shin Bet, había recogido informes de rabinos ultranacionalistas que calificaban a Rabin de “rodef”, que significa “perseguidor” en hebreo. Según la ley judía, se considera perseguidor a quien persigue a otro con la intención de asesinarlo y cualquier persona debe detener, e incluso matar, a quien así se comporte.

El líder de la oposición de entonces, Benjamin Netanyahu, fue orador en manifestaciones en las que algunas de las consignas eran “muerte a Rabin” y en julio de 1995, encabezó una procesión fúnebre simbólica con un ataúd negro falso. El jefe de seguridad interna le pidió que moderara su discurso, advirtiéndole de que la vida del primer ministro corría peligro. Netanyahu se negó.

Hoy

Este noviembre de 2025, los asistentes a la ceremonia de recuerdo en la plaza Rabin entonaron la Canción de la Paz, pero con otro tono muy distinto al de hace 30 años.

En los colegios laicos se recuerda esta fecha, que tiene tanta importancia como la del día de los caídos o el del Holocausto.

Pero es evidente que el campo pacifista y diplomático en Israel está a la baja. En la Plaza de Rabin, hablaron al público los que aspiran a ser sus herederos, Yair Lapid, del partido centrista Hay un Futuro; Gadi Eizenkot, del nuevo partido Yashar, que significa “derecho”; y Yair Golán, del partido Demócratas, unión de laboristas y Meretz.

En la ceremonia estatal, el presidente Isaac Herzog dijo que, 30 años después, “estamos una vez más al borde del abismo, y solo hay un camino a seguir: ¡tolerancia cero ante la violencia!”. Afirma que el Estado de Israel “no es un campo de batalla, sino un hogar. Y en un hogar no disparamos. Ni con armas, ni con palabras, ni con amenazas, ni con expresiones, ni siquiera con insinuaciones”.

Con motivo del aniversario, el Ministerio de Defensa publicó el domingo grabaciones de audio de Rabin de reuniones a puerta cerrada de 1967, cuando era jefe del Estado Mayor, y de 1976 y 1977, cuando ejercía como primer ministro. En las grabaciones, Rabin habla sobre la complejidad del conflicto árabe-israelí, sobre el equilibrio entre el poderío militar y el proceso diplomático, sobre el aislamiento diplomático tras la Guerra de los Seis Días, sobre la importancia de los lazos con Estados Unidos y sobre la necesidad de fortalecer las fuerzas terrestres.

«Israel, sin poderío militar, no existirá, [pero] la prioridad debe desplazarse de la confrontación militar a la oportunidad de negociar». Esta declaración la hizo en 1977, al final de su primer mandato, durante una reunión a puerta cerrada con el Foro del Estado Mayor.