FAMA
Canibalismo, masacres y fake news: se complica la campaña del ejército maliense en el norte
Desde la toma de la ciudad de Kidal en 2023, el ejército maliense pugna por mantener un control efectivo en el territorio independentista de Azawad
Dominar Azawad supone una tarea titánica. Dominar Azawad significa dominar más de 930.000 kilómetros cuadrados (casi el doble que España) de laberintos en el desierto donde rebeldes secesionistas integrados en diversos grupos armados combaten a diario contra las Fuerzas Armadas de Mali (FAMa), apoyados de manera esporádica por grupos yihadistas que también desean su porción del pastel. Dominar Azawad significa alcanzar acuerdos con una multitud de grupos (MNLA, MSA, MAA, CMA, etc.) y combatir en desventaja contra aquellos que no están dispuestos a negociar con Bamako. Dominar Azawad supone dominar las dunas que cambian de lugar en función de la dirección que sople el viento.
Azawad siempre ha querido independizarse. Primero quisieron independizarse de Francia, en la época colonial, durante la revuelta de 1916, y lo intentaron un puñado de veces desde la independencia de Mali en 1960: en 1963, en la década de 1990, en 2006 y en 2012. El último intento de independencia, el más próximo a la victoria hasta la fecha, concluyó dramáticamente cuando los aliados islámicos de los rebeldes de Azawad decidieron tomar el control del movimiento e instituyeron un califato islámico en Mali que se traduce en la actual lucha antiterrorista que aún hoy asola el país, habiéndose traspasado a otros países de la región. Nadie duda que la caída de Gadafi y la guerra civil argelina, sumadas a la rebelión de Azawad de 2012, son las causas principales que explican la penetración del yihadismo armado en Mali.
Azawad ha sido desde hace décadas la mayor amenaza para la integridad territorial maliense. Algunos dirían que incluso mayor que el yihadismo armado, considerando los vínculos existentes entre algunos grupos independentistas y los radicales religiosos. Igualmente, es decisivo el apoyo que reciben los líderes independentistas a nivel local en el norte de Mali. Prueba de la prioridad con que se percibe Azawad fue la campaña iniciada por las FAMa durante el pasado verano, en colaboración con operativos rusos destinados en el país, y que consiguió tomar (con gran esfuerzo) la ciudad de Kidal, capital de la nación soñada de Azawad.
La toma de Kidal en noviembre de 2023 se interpretó como una victoria indiscutible por parte del coronel Assimi Goita, jefe de Estado maliense, y sus aliados. La maquinaria propagandística de la junta militar que gobierna en Bamako desde el golpe de Estado de 2021 afirmó que “la serpiente ha sido decapitada” mientras se aseguraba que los días del independentismo de Azawad estaban contados.
Nada más lejos de la realidad. Los enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y los rebeldes se mantienen en el tiempo, sumados a los continuos ataques de fuerzas yihadistas en la práctica totalidad del país (que desgastan el esfuerzo militar maliense y consiguen el control de áreas remotas) y acentuándose las campañas de castigo realizadas por las FAMa y que denuncian colectivos civiles tuareg desde hace meses. En redes sociales comparten imágenes dantescas de “civiles” decapitados por las “fuerzas de ocupación” y se suceden manifestaciones como la ocurrida en Kidal a comienzos del mes de julio. En ellas, por lo general, los locales exigen la retirada de las FAMa para que retorne el poder a los antiguos dirigentes de la ciudad, igual que critican la gestión de Bamako en lo referente al reparto de alimentos y diferentes procedimientos administrativos. Son manifestaciones inútiles, puesto que el ejército maliense no tiene intención de abandonar la ciudad, pero representativas a la hora de comprender las enormes tensiones que se viven en la región.
Las masacres promovidas por el ejército maliense en Azawad son conocidas y habituales desde la rebelión de 1963. La construcción del ejército maliense como una entidad racista contra las etnias del norte, inclemente y despiadada, lleva décadas asentándose en el imaginario colectivo de una sociedad independentista, de manera que resulta sumamente sencillo difundir noticias de masacres y cuerpos descuartizados a manos de las tropas gubernamentales, sin que estas noticias sean necesariamente ciertas en el 100% de las ocasiones.
Dicho esto, y tras reconocer que la propaganda de Azawad califica en ocasiones como “víctimas civiles” a sus combatientes caídos, recientemente han ocurrido dos sucesos que dificultarán aún más a las FAMa el control efectivo de Azawad. El primero consiste en un vídeo ampliamente difundido en redes sociales donde un soldado de gubernamental aparece cocinando y descuartizando y comiéndose a lo que parece ser un hombre de raza árabe o tuareg. Se desconoce aún la veracidad del vídeo y si realmente se ha grabado en el territorio de Azawad, pero cabe a resaltar un detalle: el soldado caníbal es de piel negra y procedente del sur del país. El alcance propagandístico de este detalle es excepcional porque establece por un lado a la víctima (tuareg, independentista) y por el otro a un agresor (de etnia negra, sureño y militar), permitiendo extrapolar la crítica a la creencia generalizada de que los negros del sur son “salvajes” y culturalmente inalienables con las poblaciones de Azawad, más allá del uniforme que viste.
El segundo suceso relevante en las últimas semanas sería la supuesta matanza ocurrida a las afueras de la localidad de Abeibara, en la región de Kidal. Los medios asociados al independentismo de Azawad denunciaron hace dos semanas el asesinato de 60 civiles a manos de un convoy compuesto por tropas malienses y operativos rusos. Se trata de la enésima matanza registrada desde la toma de Kidal. Aunque las masacres de civiles son un tipo de firma habitual en el trato que dan las FAMa a las poblaciones de Azawad desde la rebelión de 1963, el apagón informativo que sufre este territorio vuelve sumamente complicado verificar la información. Este periodista contactó con un coronel de las FAMa (que negó lo sucedido) y con un activista tuareg (que lo confirmó), donde la única “prueba” disponible consiste en un vídeo donde aparecen varios cadáveres desmadejados en la arena y rodeados de arbustos.
¿Ocurren hoy matanzas en Azawad que son perpetradas por el ejército gubernamental y sus socios rusos? Sí. ¿Son ciertas todas las informaciones a este respecto que publican los medios independentistas? Con toda probabilidad, no. Pero conviene conocer que Kidal fue reconquistada por las FAMa en noviembre de 2023 sin que la resistencia de Azawad haya concluido, que el control de la región está desviando un importante número de tropas y de recursos (dificultando la guerra contra el terrorismo) y que la reconciliación entre el norte y el sur maliense parece cada día más lejana.
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