Política

Política

El ministro estrella de Macron abandona el Gabinete

Nicolas Hulot, el titular de Transición Energética, anuncia su dimisión en directo y por sorpresa.

Hulot ha dimitido sin avisar a nadie/Reuters
Hulot ha dimitido sin avisar a nadie/Reuterslarazon

Nicolas Hulot, el titular de Transición Energética, anuncia su dimisión en directo y por sorpresa.

El nuevo curso político no arranca bien para Emmanuel Macron. Su ministro estrella, Nicolas Hulot, un popular ex activista ecologista reconvertido a figura televisiva que conectaba con el votante más progresista, ha dimitido de su cargo de forma sorprendente y lanzando un mensaje de calado que, sin duda, ha pellizcado conciencias.

Hulot dice sentirse «muy solo» en los asuntos de Medio Ambiente dentro del Ejecutivo, critica la presencia de «lobbies» en los círculos de poder que impiden dar pasos mayores en la materia y proyecta su dimisión para establecer un debate que trascienda en la opinión pública. «Espero que mi salida provoque una profunda introspección de nuestra sociedad sobre la situación del mundo», ha dicho este icono del ecologismo francés que ha acabado haciendo de su dimisión como «número tres» del Gobierno puro activismo, tanto por el fondo como por la forma.

Nadie en el Ejecutivo estaba al tanto. Ni Macron, ni el primer ministro, Édouard Philippe, ni tan siquiera su esposa, según él mismo ha dicho. En pleno «prime time» de la mañana de la radio pública francesa, su anuncio dejaba perplejos a los periodistas que lo entrevistaban. «¿Lo está diciendo usted en serio?», le espetaba uno de ellos. «Sé que no es muy protocolario», respondía Hulot, justificando actuar de esta manera para evitar que Macron tratara «una vez más» de disuadirlo para que permaneciese en el Ejecutivo.

No era la primera vez que amagaba, y tampoco la primera que el presidente francés hubiese intentado retenerlo, sabiendo que la figura de Hulot era el principal atractivo de su Gabinete para los votantes más progresistas. La cuestión, desde hacía meses, no era si dimitiría, sino cuándo lo llevaría a cabo.

Tras 14 meses en el Gobierno, sus desilusiones en materias como la energía nuclear o el uso de herbicidas como el glifosato habían ido minando el pragmatismo que había mostrado entrando en el Gabinete de Macron y aumentando los rumores de una posible salida. «Nicolas creía realmente en su capacidad propia para cambiar cosas desde dentro del Gobierno», dice a LA RAZÓN un ex diputado ecologista. Los que lo conocen bien dicen que no les sorprenden las formas de su dimisión. Natural y sin protocolos. Un riesgo que el propio Macron aceptaba haciendo entrar en el Ejecutivo a esta figura de renombre de la sociedad civil francesa.

Desde su nombramiento, Hulot había dejado claro el carácter provisional del cargo y había supeditado su continuidad al compromiso ecologista del Gobierno. Y pese a todo, Hulot se había apuntado durante estos meses algunas victorias sonadas, como la supresión del plan para construir un aeropuerto cerca de Nantes o la inclusión en la reforma constitucional de una mención al medio ambiente y la biodiversidad. Pero se marcha con la certeza de que la clase política francesa no ha tomado la medida de las dimensiones catastróficas de la degradación del medio ambiente.

Su dimisión provocó inmediatamente una cascada de reacciones. Las asociaciones ecologistas, como Greenpeace Francia, han saludado la honestidad de Hulot y lamentado la escasa ambición de Macron. En el ámbito político, el líder de la izquierda radical, Jean Luc Mélenchon, considera el paso de Hulot como un «voto de censura» contra el presidente y un signo de «descomposición del macronismo», una idea que también ha sugerido el partido de Marine Le Pen.

La espantada del ministro independiente, que coincide con el final de la luna de miel de Macron con la opinión pública y un inicio de curso complicado tras varios escándalos, precipitará un cambio gubernamental, que, sin embargo, no será inmediato.

Macron se da algo de tiempo para la reflexión y hacer sus cambios en el Gabinete, como si las palabras de Hulot también hubiesen tenido eco dentro de las paredes del Elíseo en la antesala de un otoño caliente con varias reformas a la vista.