Crisis política

Macron busca una salida desesperada al abismo político tras la dimisión del primer ministro de Francia

El presidente de la República concede 48 horas a Lecornu y los partidos para evitar un adelanto electoral

Macron encara una crisis inédita en Francia. El Gobierno del ya ex primer ministro Sebastien Lecornu ha durado 14 horas y 26 minutos, un récord en la historia del país. El fallido nuevo ejecutivo, de claro perfil continuista con los pesos pesados del anterior gabinete, no ha llegado ni a tomar posesión. Lecornu presentaba su dimisión al presidente a primera hora de este lunes en el Elíseo después de que el ministro del Interior, Bruno Retailleau, amagara con abandonar el Gobierno por ser poco “rupturista”.

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El líder de Los Republicanos desencadenaba una nueva crisis que tenía a otro protagonista implicado, Bruno Le Maire, exministro de Economía que Lecornu quería reciclar como titular de Defensa. La gestión de Le Maire está en el foco de la polémica al ser en parte responsable del problema de la deuda que arrastra Francia y que condiciona importantes recortes en los próximos presupuestos, que son el epicentro del terremoto político que vive el país. Intragable para los socios de gobierno.

Tras presentar su dimisión, Lecornu ha tomado la palabra desde el Palacio de Matignon para criticar que varios partidos “siguen adoptando una postura como si todos tuvieran mayoría” en el Parlamento. Afirmó que “la composición del Gobierno dentro del bloque común no ha sido fluida”. Las líneas rojas, los vetos y también los “egos” -como el propio Lecornu afirmaba- de cara a la carrera electoral por suceder a Macron son una losa muy grande que paraliza al país. “De ninguna manera debemos revivir aquí los malos momentos de la IV República”, ha subrayado en referencia al periodo político en el que la fragmentación hizo imposible la gobernabilidad y obligó a una reforma constitucional que impulsó en su momento Charles De Gaulle. Muchos ven en Francia un paralelismo con el momento actual.

Lecornu no ha llegado ni siquiera a ser derrocado por una moción de censura o de confianza como sus predecesores. Pese a haber prometido "rupturas" al asumir el cargo hace apenas un mes, tampoco estaba claro que pudiera superar –casi seguro- una moción de censura en el Parlamento. Para garantizar su estabilidad, Lecornu había negociado en prioridad con los socialistas, pero rechazó sus principales reclamos: gravar con un 2% el patrimonio de los ultrarricos y dar marcha atrás a la impopular reforma de las pensiones de 2023 que elevaba la edad de jubilación hasta los 64 años.

La dimisión de Lecornu y su Gobierno fallido devuelven al país a la casilla de salida y la pelota al tejado de Macron que tiene tres opciones básicamente encima de la mesa, descontando su propia dimisión, como pide la izquierda radical, ya que el presidente asegura que finalizará su segundo mandato en 2027. "Macron es el responsable del caos político", el líder izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon. Su partido presentó una moción ante el Parlamento para destituir al presidente, un farragoso proceso de diez etapas que tiene pocas opciones de progresar.

El enésimo recambio de primer ministro podría ser, de forma rápida, la solución más factible para Macron pero los problemas serían los mismos que arrastran sus predecesores: sin mayoría en la Asamblea Nacional para sacar el difícil reto de los presupuestos con recortes y a expensas de que una eventual moción de censura de la oposición lo derroque en cualquier momento. La opción de un primer ministro socialista como Olivier Faure, secretario general del partido, sonó hace un mes tras la caída de Bayrou, pero los equilibrios con la derecha y la reforma de las pensiones de Macron parecen escollos insalvables. La opción de un gabinete tecnócrata con un acuerdo entre partidos que permitiera a Macron completar su turbulento segundo mandato también estuvo sobre la mesa en ocasiones anteriores, pero parece difícil que la oposición pueda aceptarlo. Así las cosas, la posibilidad de disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones legislativas parece cada vez más cercana. Era una opción que Macron quería evitar, pero puede que no le quede otra. Los sondeos vaticinan que los extremos políticos podrían salir reforzados de las urnas a costa del bloque central que encarnaría el fracaso de los sucesivos primeros ministros. “no puede haber estabilidad en Francia sin volver a las urnas” ha reclamado Jordan Bardella, delfín de Le Pen y presidente del Reagrupamiento Nacional.

El problema es que ni siquiera una disolución parlamentaria y elecciones legislativas para obtener una nueva configuración parlamentaria pueden ahora mismo garantizar un escenario de estabilidad. La sombra de repetir el escenario de falta de mayorías proyecta sobre la eventual vuelta a las urnas.

A la crisis política abierta hay que sumarle el castigo de los mercados. En la Bolsa de París, las caídas rondaban el 2% poco después de la apertura, tras confirmar que Macron aceptaba la renuncia de Lecornu. Aún más fuerte era la respuesta en el mercado de deuda, donde la prima de riesgo francesa marcaba un nuevo máximo en lo que va de año. Los inversores castigan así la inestabilidad de la segunda mayor economía de la UE. El problema fundamental, el que castigan los mercados, es la combinación del desequilibrio estructural en las cuentas públicas con la imposibilidad de forjar un acuerdo presupuestario para encarrilar el déficit. Macron no logra forjar una mayoría por la composición endiablada del hemiciclo francés.

Al cierre de esta edición, Macron ha pedido al ya exprimer ministro Lecornu que se encargue de las tareas corrientes del puesto hasta mañana miércoles por la noche y de “últimas negociaciones” sin que el Elíseo haya especificado de qué ni con quién se trata. En principio, ése es el compás de espera que se deja el presidente para tomar una decisión que no será fácil. En cualquier caso, el entorno de Macron ha avanzado a la agencia France Presse que el presidente “asumirá sus responsabilidades”.