Unión Europea

Suecia, Dinamarca y Alemania critican el fracaso de la UE en la crisis de refugiados

Mantendrán los controles fronterizos hasta que el resto de socios cumplan las cuotas acordadas

Agentes de seguridad comprueban la identidad de los pasajeros en la estación de tren de Copenhague (Dinamarca).
Agentes de seguridad comprueban la identidad de los pasajeros en la estación de tren de Copenhague (Dinamarca).larazon

Los tres países defendieron la importancia del espacio Schengen de libre circulación de personas en la UE, pero justificaron los controles fronterizos para responder a los importantes flujos de inmigrantes.

Suecia, Dinamarca y Alemania mantendrán los controles en las fronteras interiores mientras el sistema de reparto de refugiados continúe sin funcionar a nivel europeo. Cuando las medidas comunitarias no han marchado según lo previsto, son los Estados miembros quienes tienen que proponer soluciones inmediatas, según coincidieron ayer en Bruselas las tres delegaciones nacionales tras una reunión con el comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos. Aunque el Ejecutivo comunitario se mostró convencido de que los controles se levantarán lo más rápido posible, la realidad es que ningún país está dispuesto a ceder tan fácilmente si el resto de socios sigue sin participar de forma activa en la propuesta europea para rebajar la presión que sufren algunos de los socios. La portavoz de Interior de la Comisión Europea, Tove Ernts, recordaba ayer que apenas 272 demandantes de asilo han sido reubicados procedentes de Italia y Grecia, tan sólo el 0,17% de los 160.000 que se habían prometido recolocar en dos años.

La postura alemana fue muy clara. «El sistema de reparto de refugiados no está funcionando», denunció ayer el secretario de Estado de Interior alemán, Ole Schröder. «Mientras no seamos capaces de encontrar una solución común, tendremos medidas por parte de los Estados miembros», explicaba, tras insistir en que el principal problema reside en la dificultad de controlar la frontera entre Turquía y Grecia. A pesar del acuerdo alcanzado entre los Veintiocho y Turquía para que ésta se encargue de los refugiados que lleguen a su territorio e impida que crucen a la UE, los demandantes de asilo siguen haciendo lo imposible por alcanzar las costas europeas. Los controles que ahora se dan en países que pertenecen a Schengen se deben precisamente a la afluencia masiva de refugiados que siguen llegando, una situación que no parece que vaya a cambiar próximamente. La Comisión Europea, guardiana de los tratados europeos, seguirá de cerca la evolución en las fronteras por el bien de la libre circulación «de todos los ciudadanos europeos», cuyo derecho es circular libremente por los países que lo forman.

Todos los Estados son conscientes de la importancia de Schengen, pero aseguran que los controles se deben a la situación excepcional que ha supuesto la crisis de los refugiados. A este respecto, el ministro de Justicia y Migración de Suecia, Morgen Johanson, llegaba a Bruselas armado de cifras. En apenas cuatro meses el país ha recibido 115.000 demandas de asilo y ha acogido a 26.000 menores. «No queremos volver a ver esa situación», señalaba el ministro. «Las medidas que hemos adoptado han sido necesarias porque la situación era muy complicada», agregó. Sin embargo, a pesar de la presión que vive Suecia, el titular de Migración reconocía que los controles no irán más allá «de lo necesario», recalcando su carácter temporal.

Dinamarca, por su parte, no se encuentra en la misma situación que Alemania o Suecia, que son los dos principales destinos europeos para los refugiados. Después de que el Gobierno sueco decidiera implantar controles en su paso fronterizo, el Ejecutivo danés pensó que Copenhague podría convertirse en el destino final de los demandantes de asilo, razón por la que impuso los controles fronterizos. Entre las medidas, el país estudia incluso obligar a las compañías de transporte a identificar a los viajeros que cruzan su país. «Si fuese necesario lo pondremos en marcha», aseguró la titular danesa de Migración e Integración, Inger Stoejberg, quien comentó sin reparos que no quiere «que Dinamarca sea el destino final para miles y miles de demandantes de asilo».