Líbano

El futuro gobierno liderado por Hizbulá pone en jaque a Israel, Washington y Arabia Saudí

Israel ha decidido blindar su frontera norte con un muro de hormigón ante la amenaza de que la milicia chií pueda penetrar en territorio israelí.

El líder de Hizbulá Sheik Hassan Nasrallah en una intervención televisada. (AP Photo/Mohammed Zaatari)
El líder de Hizbulá Sheik Hassan Nasrallah en una intervención televisada. (AP Photo/Mohammed Zaatari)larazon

Israel ha decidido blindar su frontera norte con un muro de hormigón ante la amenaza de que la milicia chií pueda penetrar en territorio israelí.

La supremacía de Hizbulá en los asuntos del futuro gobierno libanés ha puesto en alerta a Tel Aviv, que ha advertido de que responderá a cualquier tipo de provocación. Por el momento, Israel ha decidido blindar su frontera norte con un muro de hormigón ante la amenaza de que la milicia chií pueda penetrar en territorio israelí.

Para el otro archienemigo regional, -Arabia Saudí-, la posición de poder de Hizbulá refleja el peso de Irán en la región; una influencia que va desde Líbano hasta Siria e Irak. La Administración de Donald Trump también ha lanzando el guante al “todopoderoso” Partido de Dios con nuevas sanciones económicas contra cinco lideres del partido entre ellos su secretario general, Hasan Nasrala. Esta misma semana, el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, pidió la revisión de la ayuda militar a las Fuerzas Armadas libanesas tras la reciente victoria electoral de Hizbulá, al considerar que ni las autoridades ni el Ejército hacen lo suficiente para pararle los pies a la guerrilla libanesa proiraní que ha puesto en jaque a Israel.

El movimiento de Resistencia islámica y su coalición parlamentaria ganaron, prácticamente, en todos los distritos en que presentaron candidatos, lo que pone de manifiesto la popularidad del grupo entre la población chií y proiraní de Líbano. La sombra de una nueva crisis política planea sobre Líbano y la única salida será la formación de un gobierno de unidad en la que se incluya a los rivales de Hariri para evitar un vacío de poder.

La mitad de la población libanesa teme que Hizbulá, envalentonado por su victorias en el campo de batalla de Siria, saque pecho y se meta en otra guerra a tres bandas: Arabia Saudí, Israel y Estados Unidos. La otra mitad está preparada para tomar las armas y defender el legado de Nasrala.

La milicia islámica chií ha sido reconocida como el actor armado no estatal “más poderoso del mundo”, según expertos de defensa, que calculan que Hizbulá posee entre 100.000 y 150.000 cohetes, la mayoría de ellos de corto alcance.

Hizbulá tiene además el “poder callejero”, que en una sociedad tan dividida como es la libanesa tiene más fuerza que el poder político. El Partido de Dios ha sabido ganarse el corazón y la mente de los libaneses más desfavorecidos. El grupo es conocido en Líbano por tener una red de servicios sociales para llenar el vacío del gobierno. Durante muchos años, Hizbulá ha desempeñado un papel vital proporcionando educación, asistencia médica y social en las zonas marginadas de mayoría chií a donde no llegan los servicios sociales del Gobierno libanés.

La comunidad chií libanesa apoya a Hizbulá porque “todo lo que ha prometido, lo han cumplido”, asegura a LA RAZÓN Husein Itany, que trabaja en una tienda de móviles en Dahiyeh (suburbios de Beirut). “Hizbulá está en todas partes. Somos un estado dentro del Estado (libanés)”, sentencia un estudiante de la Universidad Internacional Libanesa (LIU, en sus siglas en inglés).

El grupo armado chií financió, con fondos de Qatar, la reconstrucción de Dahiyeh, tras la guerra con Israel en 2006 y ahora, aunque la guerra en la vecina Siria le está costando mucho a las arcas de Hizbulá, se considera una inversión a largo plazo.

Con la estrategia de proporcionar asistencia social, la milicia ha sabido nutrirse de combatientes. En los cementerios de los suburbios de la capital libanesa hay cerca de dos millares de nuevas lapidas de jóvenes chiíes que han muerto en la campo de batalla en Siria desde 2012.

“Comprar apoyos a través de la provisión de servicios sociales no es una mera transacción económica para ganar votos, sino que engendra un sentimiento de pertenencia a la comunidad. Hizbulá se presenta como protector y garante del bienestar, ganando lealtades y consolidando el control sobre el territorio y las personas”, explica a LA RAZÓN el analista Ali Rizak. A pesar del gran número de mártires que ha generado la guerra siria, “más seguidores están preparados para luchar hasta el final si se lo ordena Nasrala”, asevera Rizak.