Estados Unidos

El genocidio silencioso de los rohingya en Birmania

La situación desesperada de la minoría étnica de musulmanes rohingya que habitan desde hace generaciones en el noroeste de Birmania ha empujado a miles de estos a echarse al mar en busca de un futuro lejos de sus tierras. Un éxodo de más de 20.000 personas, según las estimaciones de la Asociación de Rohingyas Birmanos en Tailandia (BRAT), han zarpado en desvencijados navíos las últimas semanas con destino a Tailandia, donde esperan agazapados en la jungla y campos de caucho a los traficantes que les ayuden a cruzar a Malasia, su destino final.

Desde que estallara a principios de 2012 el último episodio de violencia sectaria entre budistas y musulmanes, el conflicto se ha cebado especialmente con el 1,1 millones de rohingyas que habitan en el país.

En la actualidad, 140.000 rohingyas, según las cifras oficiales, viven hacinados en unas condiciones deplorables en decenas de campos de refugiados internos asentados a lo largo del estado de Arakan (Rakhine).

"Nuestras cuentas señalan que son más de 200.000 personas, ya que muchas no están registradas. Ellos viven en pequeñas tiendas con techos de plástico y suelos húmedos que les expone a las enfermedades. En los campos viven malnutridos, sin acceso a sanidad o educación y sin posibilidad de empleo", señala Maung Kyaw Nu, presidente de BRAT.

Las aguas tranquilas y la pausa del periodo de lluvias que suelen coincidir entre finales de septiembre y principios de noviembre propician que miles de personas prueben suerte en su intento por abandonar la "persecución a la que se ven sometidos en su país", remarca Maung desde Bangkok.

¿Inmigrantes ilegales?

Naciones Unidas, la Unión Europea y Estados Unidos han protestado tímidamente y en contadas ocasiones sobre la presunta persecución de las autoridades locales contra esta minoría, a la que acusan de ser "inmigrantes ilegales"de la vecina Bangladesh y que las organizaciones internacionales califican como "apátrida".

"Primero mataron a casi 200 personas en turbas violentas. Y ahora nos hacinan en campos en condiciones deplorables. Es como un genocidio silencioso. La gente muere, niños, ancianos, mujeres embarazadas. Los guardias apalean a los hombres y violan a las mujeres. Nos imponen medidas de control de natalidad para que disminuya la población. Nos están haciendo desaparecer", comenta el presidente de la asociación rohingya.

Según Maung, los intereses comerciales de las zonas que habita tradicionalmente la citada minoría étnica, rica en recursos naturales y caladeros de pesca, es uno de los motivos oculto para propiciar el hostigamiento.

"Han planificado un genocidio para quedarse con las zonas económicamente estratégicas", denuncia el activista.

A pesar del refuerzo policial de las autoridades y patrullas de guardacostas ordenado por el Gobierno central, miles han conseguido salir del estado birmana en el que es solo el comienzo de una odisea que ya han realizado más de 100.000 personas.

"En Tailandia muchos caen en las redes de las mafias de tráfico de personas para exigir rescates a sus familiares. Un rohingya puede llegar a costar 1.000 dólares y si no pagan su libertad son vendidos como esclavos en las factorías tailandesas o navíos de pesca. En Malasia también afrontan problemas al no tener papeles por lo que suelen terminar en los calabozos", remarca Maung.

La filtración del llamado "Rakhine Action Plan", que el Gobierno birmano sopesa aplicar, indica que para conseguir la ciudadanía los rohingya tienen que aceptar ser categorizados como "bengalíes"y entregar una serie de certificados que muchos han perdido.

Una resolución que podría dejar a decenas de miles de rohingya en centro de desplazados de por vida.

Barack Obama, presidente de Estados Unidos, viajará este miércoles a Birmania para atender a la cumbre de presidentes y primeros ministros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático que se celebra hasta el jueves en Naypiytaw.

En la agenda del presidente norteamericano está presente una reunión bilateral con el presidente birmano, Thein Sein, donde se abordará el tema del respecto de los derechos humanos de las minorías del país, entre ellas la rohingya.

A diferencia de muchas de las minorías birmanas, los rohingya no cuentan con un Ejército propio que defienda sus intereses.

"Somos gente pacífica. No queremos luchar. Solo pretendemos que nos devuelvan nuestra vida, nuestros derechos. Quizás, aunque yo no comparta la idea, tengamos que empezar a defendernos nosotros mismos porque nos están masacrando", sentencia el activista quien fue guerrillero durante su juventud.