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El monstruo de Cleveland se enfrenta a la pena de muerte
«Hoy la situación se ha invertido. Ariel Castro es ahora el cautivo en cautiverio, un prisionero». Con esta frase, Brian Murphy, el «número dos» del fiscal del condado de Cuyahoga, Cleveland, resumió la acusación para el puertorriqueño de 52 años, que ayer compareció por primera vez ante el tribunal. Castro, cabizbajo y vestido con mono azul, no miró a los ojos de nadie de la sala. De hecho, no dejó de contemplar el suelo del juzgado. No se declaró ni inocente ni culpable, pues no medió palabra. Ayer la jueza decretó una fianza de ocho millones de dólares para Castro, a quien se le acusa del secuestro y violación de las tres jóvenes, Michelle Knight, Amanda Berry y Gina DeJesus, que estuvieron capturadas en su casa durante once, diez y nueve años, respectivamente. El ex conductor de autobuses fue despedido en noviembre, según su abogada de oficio, Kathleen DeMetz. Castro necesitaría 800.000 dólares en efectivo para salir de la cárcel y no los tiene, dijo DeMetz a Reuters a la salida de la vista: «El hombre no tiene dinero». La letrada explicó que su cliente está sometido a vigilancia para impedir su suicidio y se espera que en prisión esté en régimen de aislamiento. Según diversos expertos, cuando se produzca el juicio –y más si el jurado es popular– podría ser condenado a pena de muerte o a cadena perpetua, pues en el Estado de Ohio ambas son legales. Sus dos hermanos, Pedro, de 54 años, y Oneil, de 50, fueron puestos ayer en libertad pues sólo tuvieron que comparecer por faltas menores –una de ellas de 2001, que ya ha prescrito– y no han sido acusados de ningún cargo relacionado con el secuestro.
Mientras tanto, ayer continuó la investigación. Aunque la Policía no lo ha confirmado oficialmente, Michelle Knight declaró que se quedó embarazada en cinco ocasiones y que Castro la golpeaba hasta que abortaba o incluso la desnutría, dejándola sin comer durante dos semanas, para que lo perdiera. Las chicas han confesado que primero las tuvo atadas con grilletes y cuerdas en el sótano, pero que después las subió al ático de la casa y las separó en las distintas habitaciones. Según Real Estate, Ariel Castro compró la casa de los horrores en 1992 y pagó unos 12.000 dólares por ella. El inmueble fue construido en 1890 y fue renovado en los años 50. En el plano original, porque ningún familiar o amigo ha subido al ático ni ha visto el sótano, consta que en la parte de arriba hay cuatro habitaciones y un baño.
En esta zona pasaron los últimos años de vida hasta que un día Castro se olvidó de cerrar el portón que daba acceso a la escalera de bajada. El lunes pasado, Amanda Berry, raptada en abril de 2003, vio la oportunidad de escapar aunque «pensó que se trataba de uno de los juegos de Castro». Al parecer, Castro las ponía a prueba constantemente, sobre todo al principio de su cautiverio. Según pudo saber la CNN, el ex conductor de autobuses escolares les decía que se marchaba de la casa y simulaba que se iba. De repente, volvía a aparecer. Si alguna se había movido o intentado algo, las castigaba duramente. Pero aquella tarde, al descuido de Castro se le unió la valentía de Berry, de 27 años, que logró llegar hasta la puerta principal para pedir ayuda. Nunca antes había salido a la calle durante su última década de vida.
Las tres sólo recuerdan cómo en un par de ocasiones las desplazó hasta el garaje con pelucas y sombreros y siempre mirando para abajo. Berry ha tenido una hija, Jocelyn, de 6 años, a la que están realizando las pruebas de paternidad. Knight relató a los agentes que tuvo que hacer de comadrona en su parto. Castro le amenazó con matarla si fallecía el bebé. Y la pequeña estuvo a punto de morir, según recuerda Knight, pues dejó de respirar algunos segundos y le tuvo que practicar el boca a boca. Castro nunca les dejó ver a un médico, aunque sí que salió con Jocelyn de paseo. Castro la desconcertaba para que nunca se supiera los nombres de Knight y DeJesus. «Los cargos contra Castro están basados en las decisiones premeditadas, deliberadas y depravadas de robar a tres jóvenes de las calles del oeste de Cleveland para usarlas para su propia satisfacción», argumentó Brian Murphy. Y si a alguien le quedaba alguna duda, una prima de DeJesus describió a «The New York Times» que «en el sótano vivieron como perros» y que Castro les daba una cena especial y una tarta la noche en la que se «celebraba» el macabro aniversario de su secuestro. «Como si fuera su nuevo cumpleaños», comentó la prima de Gina DeJesus, que fue raptada por Castro el 2 de abril del año 2004.
«No sé por qué busco a otra chica, si ya tengo a dos»
Entre las evidencias que los investigadores hallaron en la casa de los horrores, el 2207 de la calle Seymour, en Cleveland, se encuentra una carta de suicidio que Ariel Castro escribió en 2004, poco después de que Gina DeJesus, que entonces tenía 14 años, desapareciera. La misiva, a la que algunos medios locales tuvieron acceso, viene a ser una confesión de los secuestros de las tres jóvenes, así como una dramática autobiografía de Castro. «Soy un depredador sexual. Necesito ayuda», escribió el acusado de los raptos y las repetidas violaciones durante más de diez años. Sobre Michelle Knight, Amanda Berry y DeJesus, el puertorriqueño de 52 años explica que «ellas están aquí en contra de su voluntad porque cometieron el error de subirse en el coche de un extraño». Castro también se dice sorprendido de lo joven que es DeJesus, pues se pensaba que era mayor. Según filtraba ayer, poco a poco, el periodista del canal 19 Action News, Scott Taylor –que se hizo con una copia de la carta–, Castro quería quitarse la vida y «dar todo el dinero que había ahorrado a mis víctimas». Sin embargo, en otro párrafo, el acusado asevera que ha tratado bien a las tres mujeres y que no tiene mala conciencia de lo que ha hecho. Pero la misiva está llena de contradicciones personales, pues él mismo no entiende «por qué seguía buscando a otra si ya tenía a dos en mi poder». En un intento de justificarse o simplemente confesarse antes de quitarse la vida, Castro también asegura en el texto que sus padres abusaron de él cuando sólo era un niño e incluso que un tío suyo le violó. A este respecto, el jefe de Policía de Cleveland, Ed Tomba, no ha querido dar más detalles y, al ser preguntado «por la nota de suicidio de Ariel Castro», indicó que «es otra parte de las pruebas que hemos recuperado de la que no puedo hacer comentarios».
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