Guerra nuclear
Esta es la bomba nuclear más potente de la historia: la Bomba del Zar
La Bomba del Zar fue 1.500 veces más potente que la de Hiroshima y cambió para siempre la historia de la carrera armamentística
El 30 de octubre de 1961, el cielo sobre el ártico soviético se iluminó como nunca antes. La Unión Soviética detonó la mayor bomba nuclear jamás creada por el ser humano: la Bomba del Zar (Tsar Bomba, en ruso). Diseñada como una demostración de poder durante la Guerra Fría, esta bomba termonuclear tenía una capacidad de destrucción absolutamente sin precedentes.
Una monstruosidad nuclear sin igual
La Bomba del Zar fue desarrollada por los científicos soviéticos bajo la supervisión de Andrei Sájarov, conocido también por su posterior papel como disidente político. El objetivo de este dispositivo era claro: mostrar al mundo, y especialmente a Estados Unidos, que la URSS tenía capacidad tecnológica y destructiva al mismo nivel o superior.
La potencia de la Bomba del Zar alcanzó los 50 megatones, lo que equivale a 1.500 veces la bomba lanzada sobre Hiroshima en 1945. Originalmente fue diseñada para alcanzar los 100 megatones, pero los ingenieros redujeron su potencia para limitar la radiación nuclear que dejaría tras la explosión.
Un lanzamiento cuidadosamente calculado
La bomba fue lanzada desde un bombardero soviético Tu-95 modificado. Para dar tiempo a la tripulación a escapar, la bomba fue soltada con un paracaídas especial que ralentizó su caía. Los pilotos debían alejarse más de 45 kilómetros antes de la detonación para evitar ser alcanzados por la onda expansiva.
Según documentos históricos y fuentes como el Instituto de Investigación de Armamento Nuclear de Rusia (VNIIEF), la explosión generó una bola de fuego de casi 8 km de diámetro, visible a más de 1.000 kilómetros de distancia. La onda de choque recorrió la atmósfera tres veces, y los edificios a más de 55 km de distancia sufrieron daños estructurales.
Consecuencias y legado
Aunque se trató de una prueba, las repercusiones políticas y medioambientales fueron reales. La detonación tuvo lugar en el archipiélago de Nova Zembla, en el ártico ruso. Su estallido creó una nube en forma de hongo de 64 km de altura, y la energía liberada fue tan potente que incluso provocó ondas sísmicas.
La prueba fue registrada por Estados Unidos y otras potencias occidentales, lo que elevó considerablemente la tensión de la Guerra Fría. Desde entonces, ningún país ha detonado un arma nuclear de tamaña potencia.
Una advertencia al mundo
Aunque nunca fue diseñada para un uso táctico real, su impacto como herramienta política fue innegable. Como recogen fuentes como el Museo de la Energía Atómica de Sarov, su existencia supuso una advertencia no solo para Estados Unidos, sino para el mundo entero.
Su tamaño, su peso (más de 27 toneladas) y su potencia hacían inviable su uso en un conflicto real. Era, más bien, un mensaje: “si queremos, podemos acabar con todo”. Ese mensaje quedó grabado en la historia como uno de los momentos más críticos del siglo XX.