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Tribuna

Europa necesita un mando militar único para enfrentar la amenaza rusa

Los ejércitos europeos son ineficaces por falta de coordinación y propone una fuerza común de hasta 600.000 soldados para 2030

Soldados estadounidenses en una maniobras en Alemania PHILIPP GUELLANDEFE

Mientras los líderes de la UE se reúnen hoy en Copenhague para intentar elaborar un marco relevante de cara a una cumbre más amplia de la Comunidad Política Europea prevista para el jueves, su atención se centrará inevitablemente en cuestiones de defensa y, más precisamente, en la amenaza rusa que se ha vuelto más visible en las últimas semanas. Varias fuentes ya habían confirmado que los drones que penetraron en las fronteras polacas a principios de septiembre eran de origen ruso, lanzados desde bases en Bielorrusia y dirigidos hacia Occidente bajo órdenes estrictas, y en ningún caso por error. Los rusos también habían “advertido” al mundo sobre posibles “grupos de asalto ucranianos que podrían orquestar provocaciones en países de Europa Central”, lo que, en mi opinión, significa que tales grupos podrían aparecer allí, pero lo más probable es que fueran rusos, no ucranianos.

El Kremlin parece satisfecho con el efecto que han producido sus últimos movimientos: han demostrado la poca eficacia de la defensa aérea europea y la falta de voluntad de la OTAN para dar una respuesta contundente. Por lo tanto, a mi juicio, los rusos están dispuestos a continuar, y los europeos deben trabajar en reacciones más adecuadas lo antes posible.

La reunión actual ha sido convocada para reforzar las capacidades de defensa de Europa, aumentar la financiación en defensa, desarrollar su base industrial y crear oportunidades de adquisición conjunta. Todo esto suena importante, pero nada de ello impresionará a los rusos. Los ejércitos europeos son, en efecto, numerosos y parecen estar bien equipados, pero su ineficacia proviene sobre todo de la ausencia de un mando único y una dirección coordinada. Nadie duda de que es necesario lograr la “preparación de defensa europea para 2030”, pero muchas cosas deben hacerse ahora, y lo que se necesita es más audacia que dinero.

En primer lugar, sostendría que los europeos deberían anunciar su disposición a contar con una fuerza militar única para 2030, equivalente a aproximadamente un tercio de las actuales (el resto podría mantenerse bajo mandos nacionales). Esto crearía un ejército manejable y eficaz de 500.000 a 600.000 efectivos, con la mayor parte de la industria de defensa europea trabajando para apoyarlo con armamento de última generación (esto, diría, es un objetivo militar y político perfecto a largo plazo que podría alcanzarse en unos 10 años). El resto de los ejércitos podrían servir principalmente como guardia nacional y fuerza de patrullaje fronterizo.

En segundo lugar, la mayor parte del complejo militar-industrial debería subordinarse a las necesidades de este mando único (o, mejor dicho, unido) europeo y concentrarse en armamento moderno y municiones, sobre todo drones y misiles de alcance medio. Mientras tanto, otros 1.000 tanques que el Bundesministerium der Verteidigung (Ministerio de Defensa alemán) ha encargado ahora a Rheinmetall parecen demasiado obsoletos para considerarse vitales en estos tiempos. Europa no puede permitirse hoy tener 27 ejércitos ni 27 industrias de defensa; debería haber solo uno si el Viejo Continente quiere modernizarse de manera relevante.

En tercer lugar, hasta que este ambicioso diseño se materialice, los europeos deberían conformar una fuerza modesta concentrada en defensa aérea y operaciones antiterroristas, desplegada en los países que hacen frontera con Rusia y Bielorrusia. Una vez más, debería contar con un mando único y con autorización para repeler cualquier movimiento agresivo sin esperar órdenes de la OTAN o de los cuarteles generales de la UE. El derecho a la autodefensa es un derecho básico de cualquier país soberano, y quienes dicen que se desconoce cómo respondería Rusia, por ejemplo, si un país de la OTAN derribara uno de sus aviones, están equivocados: un país de la OTAN lo hizo en 2015 y no hubo represalia militar rusa.

En resumen, diría que los tiempos desafiantes, tiempos que representan un “peligro claro y presente”, son los mejores para alimentar un nuevo sentido de unidad. La Europa contemporánea hunde sus raíces en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, y sería adecuado usar otra guerra (que, gracias a Dios, sigue siendo regional) como la ocasión perfecta para promover una “unión aún más estrecha” en la defensa europea. Esto, a mi juicio, puede ayudarnos a todos a prevenir una escalada militar, ya que la Rusia actual solo entiende el lenguaje de la fuerza. O, mejor dicho, calcula de manera magistral si la fuerza es real y si puede ser utilizada sin previo aviso…