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Hong Kong congela la mano dura de China

El Gobierno hongkonés anuncia la suspensión, «hasta nuevo aviso», de la ley de extradición. Los activistas llaman a acudir masivamente hoy a las calles para reclamar la retirada definitiva del proyecto legislativo y la dimisión de Lam

La mandataria de Hong Kong, Carrie Lam / Ap
La mandataria de Hong Kong, Carrie Lam / Aplarazon

El Gobierno hongkonés anuncia la suspensión, «hasta nuevo aviso», de la ley de extradición. Los activistas llaman a acudir masivamente hoy a las calles para reclamar la retirada definitiva del proyecto legislativo y la dimisión de Lam.

El viernes pasado, Kim Wei estaba muy enfadada. “Quiero que acaben con esta ley de una vez y que se vaya Carrie Lam”, insistía indignada esta hongkonesa de 40 años desde un conocido parque en el distrito financiero de la ciudad. Junto a ella, había 6.000 mujeres, todas ellas vestidas de negro y con claveles en sus manos. Madres, amigas o hermanas de los jóvenes que el miércoles se manifestaron en contra del proyecto de ley de extradición que el Gobierno se empeña en sacar adelante. Con una sentada, protestaban por la violencia que las fuerzas de seguridad de la ciudad usaron el miércoles contra sus “niños”.

La hija de Kim, de 18 años, fue una de ellos. “Pasó mucho miedo. Fue con sus compañeros de clase y no esperaba que la policía les disparara con gases. Estaba atemorizada”, relata. Por eso, el viernes no dudó en acercarse a mostrar su apoyo a los miles de estudiantes que ese día rodearon de manera pacífica el Parlamento local para impedir la entrada de los legisladores. Su acción tuvo un resultado agridulce. Sirvió para evitar que procedieran con la segunda lectura de esta ley que podría extraditar a China a cualquier ciudadano detenido en este territorio, pero la violencia policial dejó 80 heridos (20 de ellos policías), 11 detenidos y graves críticas contra el Gobierno y las fuerzas de seguridad.

Pero sus peticiones parecieron ser escuchadas. Ayer, la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, anunció que paralizaba de manera indefinida el controvertido proyecto que ha dividido a la sociedad hongkonesa. “El Gobierno ha decidido suspender el ejercicio de la enmienda legislativa, reiniciar nuestra comunicación con todos los sectores de la sociedad para explicar mejor nuestro trabajo y escuchar diferentes puntos de vista”, indicó la mandataria.

Para llegar a ese punto, muchos han sido los actores involucrados. La líder no había dado su brazo a torcer ni siquiera después de la manifestación que el pasado domingo reunió a más de un millón de personas (240.000 según la policía) en contra de la ley. Pero el viernes, comenzaron a surgir las voces críticas dentro de su partido que dejaron la puerta abierta a una suspensión temporal de la medida. Esa misma noche tuvo lugar una reunión con altos cargos chinos en la ciudad vecina de Shenzhen en la que se fraguó la retirada, bajo el amparo de Pekín.

Para los hongkoneses, ese es el verdadero protagonista de este espinoso asunto. Aunque la realidad es que también lo ha sido del resto de controvertidos momentos que ha vivido la ex colonia británica desde que volviera a manos chinas en 1997. Desde entonces, el principio por el que se rige la urbe de “un país, dos sistemas” ha pasado por el hospital en varias ocasiones. Aunque, como se ha demostrado con este proyecto, los hongkoneses no lo tienen todo perdido y pueden seguir manifestándose, lo cierto es que la mano de Pekín llega cada vez más lejos y esas libertades de las que gozan aquí y no en el resto de ciudades chinas están malheridas.

Uno de los episodios más sonados fue el de varios libreros de Hong Kong que fueron detenidos por las autoridades comunistas y llevados a China por supuestamente escribir libros que aireaban las intimidades del presidente Xi Jinping. Otro de esos momentos se vivió en 2016. Fue tras las elecciones al Parlamento local, en las que varios partidos nacidos al calor de la Revolución de los Paraguas lograron escaños con su discurso a favor de la autodeterminación o la independencia. Pero a la hora de jurar sus cargos, algunos negaron pertenecer a China. Aquello fue inadmisible para Pekín, que intervino para lograr su descalificación, dejando claro que están por encima de la Ley Básica.

También hubo polémica cuando en el centro de la ciudad se erigió una estación que conecta a Hong Kong con otras ciudades chinas pero que en su interior cuenta con una oficina de inmigración regida por oficiales de la China continental. Su inauguración estuvo cargada de críticas por parte de la población que vieron no solo cómo se instalaban en el corazón de la urbe, sino cómo trataban de ampliar su ámbito de influencia facilitando el flujo de turistas chinos a esta región especial. El mismo fin con el que parece que se ideó el puente más largo sobre el mar del mundo que une a la Perla de Oriente con Macao y Zhuhai.

Aún así, los hongkoneses no se achantan, y a la vista está que su identidad y perseverancia les ayuda. La gran mayoría aprueba el statu quo y, según una encuesta de la Universidad de Hong Kong, el 70% considera la situación de autonomía como la mejor opción, mientras que un 11% defiende la independencia y un 15% prefiere que la ciudad esté directamente gobernada por Pekín. Kim Wei y su hija lo tienen claro. Hoy volverán a salir a la calle para participar en la manifestación convocada para protestar contra el proyecto de ley de extradición, la fuerza policial y pedir la dimisión de Carrie Lam. “Ella también es madre, por eso se tiene que ir ya”, añadió Kim

Lam, la “buena luchadora”

Carrie Lam es conocida como la “buena luchadora” por su perseverancia a la hora de lograr sus objetivos. Por esa razón, se había especulado mucho sobre si esta doctora en topología algebraica, daría marcha atrás en el proyecto de ley de extradición que su Gobierno quería sacar adelante. Especialmente después de que el domingo ni se inmutara tras la multitudinaria manifestación en contra de una medida que, finalmente ayer decidió paralizar. Pese al giro, la líder de 62 años no pidió disculpas a sus indignados ciudadanos por el uso excesivo de fuerza policial el miércoles en los aledaños del Parlamento.

Ahora, su actuación con este asunto puede que le cueste un cargo al que llegó tras labrarse un lugar en el seno del gobierno del anterior mandatario, Leung Chun-ying, donde su lealtad y eficacia para poner orden le valieron el apodo de “la niñera”. Esta funcionaria pública implacable ha trabajado durante 39 años en el Ejecutivo en 21 puestos diferentes. Convertida en la primera mujer en dirigir la ex colonia británica, no ha gozado nunca de popularidad y solo consiguió 777 votos de los 1.200 posibles, pero su afinidad con Pekín la empujó hasta arriba. Eso le acarrea ser considerada una “marioneta de Pekín”, algo de lo que tiene que defenderse constantemente. Lam apenas duerme de tres a cinco horas por noche y considera que ha hecho muchos esfuerzos personales por la ciudad. El miércoles pasado, tras el desalojo, lo dejó caer entre lágrimas. Quizás llegue más temprano de lo que pensaba, pero es bien sabido que sus planes de jubilación pasan por Inglaterra, donde viven su marido y uno de sus hijos.