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Dinamarca

Las injerencias exteriores sobrevuelan las elecciones en Groenlandia

El ritmo para alcanzar la independencia frente a Dinamarca enfrenta a los partidos en medio de las amenazas de Trump para hacerse con el control de la estratégica isla

En tiempos normales, estas elecciones no serían de interés internacional. Algo más de 40.000 votantes eligen hoy a los 31 diputados del Parlamento en un lejano territorio autónomo de Dinamarca. Pero estos comicios en Groenlandia son diferentes. Por un lado, porque los partidarios de la independencia esperan que se les dé un fuerte mandato para separarse completamente de Copenhague. Pero, sobre todo, porque Donald Trump reclama la isla más grande del mundo cada vez con más fuerza desde su victoria electoral.

Trump argumenta que existen intereses de seguridad estadounidenses que harían necesario el control sobre Groenlandia. EE UU opera desde los años 50 la base espacial de Pituffik, en el noroeste de la isla, que desempeñó un importante papel en la detección temprana y la defensa contra posibles ataques soviéticos durante la Guerra Fría bajo el nombre de Base Aérea de Thule. Además de las cuestiones de seguridad, es probable que las consideraciones económicas también desempeñen un papel, ya que se sospecha que en el sur de la isla en particular hay valiosos recursos naturales como petróleo, gas, oro, uranio y zinc, y el cambio climático facilitará su explotación.

GroenlandiaA. CruzLa Razón

En su primer mandato, en 2019, Trump ya presentó una oferta de compra a Dinamarca, que el Gobierno de Copenhague rechazó de inmediato. En su segundo mandato, las declaraciones expansionistas se han hecho más frecuentes. Incluso antes de su regreso a la Casa Blanca, Trump envió a su hijo Donald Jr. a Groenlandia oficialmente en «viaje turístico». Unas semanas más tarde, se publicó una encuesta que mostraba que solo el 6% de los groenlandeses estaba a favor de que su isla pasara a formar parte de EE UU, mientras el 85% estaba en contra.

En su discurso ante el Congreso estadounidense, el magnate se dirigió directamente a la población groenlandesa: «Apoyamos su derecho a que determinen su propio futuro». Sin embargo, dos frases después, el propio Trump puso en duda la seriedad con la que se toma este derecho de autodeterminación cuando dijo: «Creo que vamos a lograrlo [Groenlandia]. De una forma u otra, vamos a lograrlo». Es este mismo fin de semana, trató de seducir a los groenlandeses al escribir en su red social que «les vamos a seguir proporcionando seguridad, como hemos hecho desde la Segunda Guerra Mundial, y estamos dispuestos a invertir millones de dólares para crear empleos y hacerlos ricos».

En esta situación, Groenlandia teme que pueda haber intentos de influencia externa, de Rusia o China, que persiguen sus propios objetivos de seguridad y política económica en el Ártico. El servicio secreto danés PET lanzó una advertencia muy concreta sobre la desinformación rusa: «Se han observado numerosos casos de cuentas de clientes falsas en redes online», incluidas cuentas que «suplantan la identidad de políticos daneses y groenlandeses, y contribuyen a la polarización de la opinión pública». El Parlamento de Groenlandia aprobó una ley que prohíbe las donaciones anónimas y extranjeras a los partidos en un esfuerzo por protegerse de la interferencia externa.

Un sondeo de Verian sugiere que el partido de izquierdas Inuit Ataqatigiit podría obtener un 31% y vencer al gobernante Siumut por un 9%. Ambos podrían seguir gobernando en coalición, como hasta ahora. El primer ministro es Mute Egede, del Inuit Ataqatigiit. Simiut ha prometido una votación sobre la independencia, lo que podría ayudarle a atraer a más votantes, y quizás permitirle elegir al próximo primer ministro. Pero Naleraq es el mayor partido de la oposición y ha ido ganando popularidad con su política independentista y su aparente disposición a colaborar con EE UU.

Los aproximadamente 57.000 groenlandeses tienen sus propios problemas que influyen en las elecciones: por ejemplo, qué recursos naturales deberían explotarse y si para ello habría que entregar concesiones a socios extranjeros. Los ingresos procedentes de la minería también son un argumento para los partidarios de la independencia, porque, hasta ahora, la mitad del presupuesto de Groenlandia es financiado por subvenciones danesas.