Análisis

Irán asimila el mayor golpe militar y moral de su historia

El ataque no solo mina su fortaleza interna, sino que condiciona su expansión como potencia regional

This satellite image provided by Maxar Technologies shows the Natanz nuclear enrichment facility, where multiple buildings were destroyed from recent Israeli airstrikes, 135 miles southeast of Tehran, Iran, Saturday, June 14, 2025. (Maxar Technologies via AP)
Una de las instalaciones militares de Irán objetivo de IsraelASSOCIATED PRESSAgencia AP

Superados los 45 años de historia, la República Islámica asimila a esta hora el mayor golpe militar y moral recibido tras la inesperada cadena de ataques llevada a cabo por Israel en su territorio desde este viernes. Mientras las autoridades iraníes discutían con la Administración Trump los términos de un acuerdo en materia nuclear convencidos de que el diálogo con Washington evitaría un ataque de Tel Aviv, la inteligencia y las fuerzas armadas israelíes liquidaron la cúpula militar -los principales altos mandos de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria- y científica de la República Islámica e infligieron serios daños en algunas de las instalaciones nucleares del país.

Una brillante operación que recuerda a otras no menos audaces llevadas a cabo en los últimos meses por Israel contra otras organizaciones afiliadas al «eje de resistencia» patrocinado por Irán en Oriente Medio, principalmente la palestina Hamás y la libanesa Hizbulá. En apenas unas horas, los aviones de combate y drones israelíes acabaron con la vida del comandante en jefe de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria desde 2019 Hossein Salami; con el jefe del Estado Mayor del Ejército iraní desde 2016 Mohammad Bagheri y con el líder del comando Khatem al-Anbiya de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Gholam Ali Rashid.

Los mandos militares israelíes revelaban horas después el asesinato del jefe de la Fuerza Aérea de la Guardia Revolucionaria Amir Alí Hayizadé, antes de confirmar la eliminación del comandante de la Fuerza Qods, el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria, Esmail Ghaan.

Aunque ni Washington ni Tel Aviv subestiman el potencial militar -y nuclear- del régimen, la respuesta militar de la República Islámica al peor golpe encajado en su territorio desde su fundación en 1979 ha evidenciado una manifiesta debilidad a pesar del tono amenazante de sus líderes, a la cabeza el ayatolá Alí Jamenei. Apenas horas antes de la ofensiva israelí, el presidente estadounidense, Donald Trump -quien había jugado al despiste esta semana al asegurar que no habría «pronto» un ataque contra Irán-, instaba a las autoridades iraníes a volver a sentarse a la mesa de las negociaciones nucleares y a aprovechar una segunda oportunidad para un acuerdo.

El propio secretario estadounidense de Defensa, Pete Hegseth, advertía ayer a Irán de que no ataque intereses de su país en la región e insistió en la misma idea que el presidente Donald Trump: aún tiene la posibilidad de salir airosa si regresa a la mesa de negociaciones.

Pero ayer el régimen insistía en dar por zanjado el diálogo nuclear con Estados Unidos. Estaba prevista una sexta ronda de conversaciones indirectas en Omán hoy domingo para que Teherán diera su respuesta al borrador de propuesta de acuerdo estadounidense, pero la cita se ha suspendido. Era una posibilidad «injustificable» en estos momentos a juicio del ministro de Exteriores iraní Abbas Araqchi.

En definitiva, el consenso entre los especialistas es que el régimen de los mulás -y su programa nuclear- sobrevivirá la escalada de este fin de semana, aunque puede quedar seriamente dañado y haber comenzado, por ende, el principio de su declive final. Lo cierto es que desde finales de 2023, y como consecuencia de la guerra abierta entre Israel y Hamás, la red de organizaciones proxy afiliadas a la República Islámica a lo largo de Oriente Medio ha quedado seriamente disminuida. Y, con ella, la estrategia de expansión e influencia regional del régimen de los mulás a través de las minorías chiíes.

Al mismo tiempo, la teocracia islámica vive horas bajas en el ámbito doméstico. En medio de una desconexión generalizada de su joven población con los principios y praxis del régimen -que se ha manifestado en varios episodios de protesta en las calles en los tres últimos años-, la mala gestión económica del Gobierno y las incansables sanciones occidentales han hecho mella en forma, sobre todo, de inflación y del deterioro de los servicios públicos, afectando especialmente a las clases medias y bajas del país.

Una situación que ha empujado a las autoridades iraníes a negociar un acuerdo con Trump a su regreso a la Casa Blanca a cambio de un alivio inmediato de las sanciones. Nadie, con todo, se atreve a descartar ningún escenario toda vez que tras la respuesta iraní en forma de ataque con misiles contra Tel Aviv y Jerusalén, más que probablemente las Fuerzas de Defensa de Israel volverán a golpear objetivos militares y nucleares del régimen.