
Amenaza
Irán se muere de sed y el gobierno tiembla ante una protesta popular
Una sequía como no se había vivido en décadas obliga a planificar evacuaciones masivas en Teherán y otras ciudades

Irán se muere de sed. Una sequía sin precedentes en las últimas décadas ha dejado a algunas regiones del país, entre ellas la capital, al borde del colapso, hasta el punto de que las autoridades se están planteando evacuar algunas zonas de la ciudad ante la imposibilidad de garantizar el suministro de agua para las funciones más básicas.
El pasado sábado, las autoridades anunciaron cortes periódicos y comenzaron a preparar a la población para lo peor. El ministro de Energía, Abbas Aliabadi, aseguró en una intervención en la cadena de televisión pública que estos cortes periódicos tendrán lugar de momento en Teherán, y señaló que entre otras cosas tendrán como objetivo el desperdicio de agua.
Pero el panorama más sombrío lo dibujó el propio presidente del país, Masud Pezeshkian, quien aseguró que si no llueve en lo que queda de noviembre y en dicembre habrá incluso que evacuar la capital.
La ausencia de lluvias ha dejado en mínimos los embalses que rodean a Teherán, que no llegan al 5% de su capacidad, pero han esquilmado también las aguas subterráneas, con lo que la última vía que queda para evitar el colapso es que llueva. Además de Teherán, también está fuertemente afectada la segunda ciudad del país, Mashhad.
En cualquier país, una situación límite como esta no pasaría de protestas y movilizaciones ciudadanas, pero en el siempre delicado Irán existe siempre el riesgo de que se convierta en una chispa de algo mayor. Ese es el temor del régimen iraní.
Hace solo unos meses, grupos de agricultores se levantaron, aunque de forma controlada, en ciudades como Isfahán, Zarghan o Rafsanján en protesta por la escasez de agua y los retrasos en los pagos por su producción. Las protestas derivaron después en demandas más genéricas por la crisis económica.
Las revueltas hicieron temer al gobierno una repetición de lo que se vivió en 2021 en Isfahán, cuando miles de manifestantes protagonizaron una multitudinaria protesta cuando el río que cruza la ciudad se secó. Protestas similares se vivieron en otras ciudades del país.
Más del 90% del agua de Irán se extrae para la agricultura, y gran parte se pierde debido a prácticas de riego ineficientes. Diversos estudios demuestran que la ambiciosa campaña de construcción de represas del país, destinada a mejorar la autosuficiencia alimentaria y energética, ha alterado los ecosistemas naturales y contribuido a la desecación de importantes humedales y lagos, explica en un artículo The Conversation.
Entre ellos se encuentra el lago Urmia, que en su día fue el mayor lago salado de Oriente Medio, ahora reducido a un lecho de sal que podría provocar tormentas de polvo y sal en toda la región.
Si bien el cambio climático ha contribuido al agravamiento de la sequía, la crisis hídrica de Irán se debe principalmente a una mala gestión. La prioridad del gobierno en la expansión agrícola y la construcción de represas a menudo se ha dado a expensas de la sostenibilidad, según explica The Conversation, mientras que la escasa regulación de la extracción de agua subterránea, incluida la perforación generalizada de alrededor de un millón de pozos, la mitad de ellos ilegales, ha agotado gravemente los acuíferos en todo el país.
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