Política

Crisis migratoria en Europa

La división dinamita la política migratoria europea

La ministra italiana de Defensa, Elisabetta Trenta (d), asiste a una reunión informal de ministros de Defensa de la Unión Europea (UE) en Viena (Austria) hoy / Foto: Efe
La ministra italiana de Defensa, Elisabetta Trenta (d), asiste a una reunión informal de ministros de Defensa de la Unión Europea (UE) en Viena (Austria) hoy / Foto: Efelarazon

Italia propondrá que los inmigrantes rescatados en el Mediterráneo central sean desembarcados en los puertos europeos por rotación dentro de las reglas de la operación Sofía del dispositivo Eunavformed.

Los socios europeos comienzan el curso político en una lógica de eterno retorno: con una fuerte división sobre cómo afrontar el desafío de los flujos migratorios. La pausa veraniega no ha servido para atemperar los ánimos, sino más bien todo lo contrario y ayer Bruselas se afanó en frenar las propuestas más radicales esbozadas por el eje de Roma y Viena con la inestimable ayuda de Hungría. La alta representante de la UE, Federica Mogherini, rechazó la propuesta austriaca de desplegar efectivos militares en los pasos fronterizos más sensibles al aumento de los flujos migratorios y recordó que los tratados europeos tan solo permiten este tipo de iniciativas fuera de las fronteras de los Veintiocho.

Además, la política italiana también defendió la necesidad de prolongar la misión militar Sofía que lucha contra las mafias de migrantes en Libia, cuyo mandato expira en diciembre y debe ser renovado por unanimidad. Aunque el éxito de esta misión ha sido más que evidente debido al descenso de llegadas por esta ruta (el 80%, según recordó ayer Mogherini), el Ejecutivo populista de Giusseppe Conte quiere aprovechar la situación para replantear las normas y exigir un reparto de los desembarcos entre los países ribereños europeos, independientemente de la zona geográfica en la que se produzcan los rescates. Los países europeos se han limitado a volver a dar largas a Italia, pero la batalla continúa.

Ayer, los ministros de Defensa y Exteriores de la UE se reunieron en un encuentro informal que se prolongará hoy en Viena (Austria), país que ostenta la Presidencia rotatoria de la UE durante este semestre. Ni el país anfitrión ni el Ejecutivo populista italiano desaprovecharon la ocasión para intentar marcar la agenda de la primera reunión tras las vacaciones veraniegas. La primera cita a Veintiocho demuestra que las espadas siguen en alto y que las instituciones europeas intentar calmar las aguas sin demasiado éxito, en medio de una dinámica de bloques cada vez más polarizados.

«Los temas migratorios son más graves que la crisis del euro, porque son un poderoso disolvente de la Unión», aseguró el ministro de Exteriores español, Josep Borrell, como inquietante vaticinio. La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintiocho que se celebrará el próximo 20 de septiembre en Salzburgo (Austria) marcará el rumbo del debate en los próximos meses y los cartuchos se están agotando.

La Alta Representante tuvo que utilizar ayer toda su capacidad diplomática para rechazar la iniciativa estrella de la presidencia rotatoria. Si bien Mogherini saludó la cooperación civil y militar propugnada por Austria, también recordó que los tratados europeos «son vinculantes» y no permiten poner en marcha esta propuesta. El ministro de Defensa austriaco, Mario Kunasek, del partido de extrema derecha FPÖ, siguió en sus trece: «El lema de nuestra Presidencia de la UE es proteger a Europa y proteger nuestras fronteras», aseguró pese a la oposición de la Alta Representante.

Por el flanco transalpino, Mogherini recordó que el fin de la «operación Sofía» tendría «graves consecuencias y no solo para Italia». Esta misión militar que comenzó en el año 2015 tan solo se encarga de un 10 % de todos los rescates que tienen lugar, ya que su misión principal el disuadir a los traficantes. A pesar de que Italia es el principal país beneficiado por esta iniciativa, el polémico ministro del Interior, Mateo Salvini, parece decidido a plantear un nuevo órdago similar al del «caso Aquarius». Una apuesta del todo o nada que, de momento, está sumiendo al proyecto de integración europea en un complicado laberinto del que parece no haber salida.