Elecciones en Grecia

La austeridad y la división interna hunden a Syriza en las encuestas

Tsipras defiende ante el congreso del partido izquierdista que su Gobierno practica una política de izquierdas pese a aplicar el rescate.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, interviene, ayer en Atenas, en el Congreso de Syriza
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, interviene, ayer en Atenas, en el Congreso de Syrizalarazon

Tsipras defiende ante el congreso del partido izquierdista que su Gobierno practica una política de izquierdas pese a aplicar el rescate.

Syriza, la formación izquierdista que gobierna en Grecia desde su victoria electoral del 25 de enero de 2015, dio por inaugurado ayer su segundo congreso, que terminará el próximo domingo, con el objetivo de debatir una nueva hoja de ruta. Los militantes de la Coalición Radical de Izquierdas escogerán de nuevo a los altos cargos del partido y Alexis Tsipras, su líder y ahora primer ministro, deberá ser reelegido por los asistentes.

Tsipras abrió el congreso con un controvertido discurso en el que aseguró que el «socialismo del siglo XXI» es el horizonte de Syriza. Después, añadió que esta meta ahora no era posible porque ello podría llevar a «la destrucción de la clase trabajadora». Por ello, Tsipras aseguró que se está «trabajando duro en una hoja de ruta realista para la recuperación económica», sin especificar cuál.

Tsipras reconoció que las políticas de austeridad no han llegado aún a su fin, pero recordó la posibilidad de un alivio de la deuda por los acreedores antes de Navidad. El líder izquierdista recalcó el objetivo de tejer alianzas internacionales para «cambiar las correlaciones de fuerza en Europa».

La revolucionaria apuesta económica con la que llegó Syriza al poder se vio frustrada tras la firma del tercer rescate en el verano de 2015, lo que supone un nuevo programa de asistencia financiera de hasta 86.000 millones de euros con una duración de tres años. Este acuerdo prevé duras medidas de ajuste económico: recortes en pensiones, privatizaciones de varios servicios e infraestructuras públicas, reformas fiscales y laborales. Syriza, que había prometido paliar las políticas de austeridad, se ha volcado hasta el momento en hacer los deberes que exigen los acreedores implementando dichas reformas.

A los ciudadanos no les gusta esta receta para salir de la crisis en un país con más de un 23% de paro. Los resultados de una reciente encuesta publicada por el diario «Avgi», el periódico oficial de Syriza, revelaba que el 90% de los ciudadanos griegos no está satisfecho con el trabajo del Ejecutivo de Tsipras, y el 85% considera que el país heleno va por mal camino. La formación política, que fue reelegida con el 35,5% de los votos en las elecciones anticipadas de septiembre de 2015, pierde apoyo desde entonces a marchas forzadas. Esos comicios estuvieron marcados por una abstención histórica y la formación perdió alrededor de 300.000 votantes. Ahora serían muchos más, según los sondeos, por lo que el partido se conjura para evitar la convocatoria de las elecciones anticipadas, algo que podría permitir a la conservadora Nueva Democracia (ND) quitarle el puesto en el Ejecutivo. Las encuestas dan al partido de izquierdas una media del 18% y a ND, entre ocho y diez puntos más. Si Syriza quiere sobrevivir en el Gobierno, debe recuperar el apoyo ciudadano.

Pero el descontento de los griegos no es el único problema de Syriza. La formación afronta serias tensiones internas, especialmente porque cuenta con una mayoría muy ajustada para gobernar. Si bien Tsipras no espera ser removido del cargo el domingo, varias facciones dentro del partido se muestran descontentas con el cambio de rumbo de Syriza. El llamado «grupo de los 53», liderado por el ministro de Finanzas, Eucledes Tsakalotos, se opone a la actual línea del partido y aboga por una lucha de «política de izquierdas», para «terminar con el memorándum» pactado con Bruselas porque «no es el camino para salir de la crisis». La relación con los acreedores y la estrategia que ha tomado Syriza ante la austeridad también se someterán a debate los próximos días. Tsakalotos exige que el congreso se «centre en un plan de crecimiento que cree las bases para un nuevo modelo económico.