Caso Nisman
La crisis y la corrupción hunden al kirchnerismo
A los porteños les gusta presumir ante los españoles de tener una capacidad innata para sobrevivir a las crisis y a los tiempos convulsos. Cristina Fernández y su fallecido marido, Néstor Kirchner, llegaron al poder tras «el Corralito» en 2003 para traer la calma. Pero tras la tormenta y una década de crecimiento, «el sueño kirchnerista» se agota, las vacas gordas se acabaron y los argentinos reclaman un futuro mejor.
De todo esto se habla en la recta final de las elecciones legislativas que se celebrarán el domingo, de todo esto y del batacazo que, según los sondeos, se pegará el oficialismo. Unos comicios que funcionarán como termómetro de cara a las próximas elecciones presidenciales, una cita con la que la «era K» podría llegar a su fin.
En la última semana, la subida del kirchnerismo en territorio bonaerense que habían mostrado las encuestas de los diarios «Clarín» y «La Nación» se ha frenado en seco, por lo que el opositor Sergio Massa vuelve a despuntar y consolida su ventaja sobre el candidato «K», Martín Insaurralde. El alcalde de Tigre ya supera la barrera del 40% (42,7%) y gana por casi 9 puntos de diferencia, según el último sondeo de intención de voto, publicado ayer por el diario «Perfil». Ese resultado no sólo impactaría directamente en la distribución final de escaños, que definirá la formación de la Cámara de Diputados desde el 10 de diciembre, sino que marcará el punto de partida con el que Massa y Daniel Scioli –el gobernador de la Ciudad de Buenos Aires– arrancarán la carrera presidencial para la sucesión de 2015.
Y es que los problemas de salud de la presidenta, de baja tras ser operada el 8 de octubre de un hematoma en la cabeza, y la más que probable pérdida de la mayoría en el Congreso le cierran las puertas de una futura reelección.
Son varias las razones del ocaso kirchnerista, aunque, como en la mayoría de las sociedades, el bolsillo es lo que más cuenta. También hay que recordar que Argentina es uno de los pocos países de Iberoamérica donde la clase media todavía mantiene un papel protagonista. Es a esta clase, y a los más pobres, a los que la inflación golpea más fuerte. Según mediciones privadas, durante 2013, la inflación acumulada roza el 30%. Esto ha llevado a que en Buenos Aires un café cueste tres euros, o que los tomates sean más caros que la carne, 50 pesos el kilo (7 euros). «La ciudad de la furia» se ha puesto por las nubes y los sueldos, aunque experimentan alzas importantes, no llegan a fin de mes.
«Todo lo que se había tenido como orgullo de logro económico desde 2003: superávit fiscal, superávit comercial, tipo de cambio competitivo... dejó de existir desde 2011. En este 2013 se incrementó el déficit fiscal, también el déficit energético, que se consume el ya menguado superávit comercial, y finalmente el retraso cambiario continúa creciendo frente a las monedas de nuestros países vecinos», asegura Jorge Repetto, analista de la Universidad de Buenos Aires. «Sería bueno entender que el problema no es por qué salen los dólares de Argentina, sino por qué ya no entran», agrega.
Los dólares y los tomates no son el único quebradero de cabeza de Cristina Fernández. Un vídeo difundido estos días que muestra a un diputado oficialista, hijo de desaparecidos en la dictadura (1976-83), increpando a una agente de Tráfico que pretendía multarlo agitó la campaña electoral. El diputado en cuestión es Juan Cabandié, que nació en el campo de exterminio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) donde estaban secuestrados sus padres, fue grabado mientras telefoneaba a una persona pidiendo que a la mujer no la despidieran de su puesto pero que «le aplicaran un correctivo». Las imágenes han tenido un gran impacto en las redes sociales, hasta el punto que el candidato kirchnerista, Martín Insaurralde, tuvo que comparecer públicamente para distanciarse de la actitud de su compañero de filas. El suceso no pasaría a mayores hace unos años, pero en una sociedad cada vez más crispada y polarizada, ha servido para hurgar en una herida abierta: la corrupción.
Sirva como ejemplo que el vicepresidente, Amado Boudou, actualmente presidente en funciones a la espera de la recuperación de CFK, está imputado por tráfico de influencias. Su baja popularidad ha llevado al entorno de la Casa Rosada a apartarlo de varios actos electorales e inauguraciones de peso, que tendrán que esperar al retorno de la viuda peronista.
Según el Barómetro de la Corrupción 2013 de la ONG Transparencia Internacional, Argentina es el país suramericano en el que los ciudadanos tienen mayor percepción de que la corrupción ha aumentado en los últimos dos años. El periodista de investigación Jorge Lanata, convertido en bestia negra del oficialismo, declara a LA RAZÓN: «Con Menem la corrupción era a través de coimas: si tú querías invertir pagabas una parte al Gobierno para entrar. Ahora es sistemática porque el Estado te obliga a que le cedas una parte de tu empresa». Y añade: «Nunca hubo tanta corrupción como ahora, no me cabe la menor duda».
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