Rusia

La última «víctima» de Putin regresa de la tumba

En un desenlace propio de una película de espías, el periodista Arkadi Babchenko –ex soldado ruso reconvertido en presentador de televisión crítico con el Kremlin– reapareció en una rueda de prensa en Kiev después de que el servicio de seguridad de Ucrania (SBU) informara de que había sido asesinado por sicarios pagados por Moscú.

El fiscal general, Yurij Lutsenko; el «resucitado» priodista Arkadi Babchenko (centro); y el director del servicio de inteligencia ucraniano, Vasili Gritsak, ayer, en Kiev
El fiscal general, Yurij Lutsenko; el «resucitado» priodista Arkadi Babchenko (centro); y el director del servicio de inteligencia ucraniano, Vasili Gritsak, ayer, en Kievlarazon

En un desenlace propio de una película de espías, el periodista Arkadi Babchenko –ex soldado ruso reconvertido en presentador de televisión crítico con el Kremlin– reapareció en una rueda de prensa en Kiev después de que el servicio de seguridad de Ucrania (SBU) informara de que había sido asesinado por sicarios pagados por Moscú.

Como si de una novela de Conan Doyle se tratara y cuando todo el mundo le creía en la morgue, el «asesinado» periodista Arkadi Babchenko apareció en rueda de prensa en Kiev para hacer público lo evidente: que estaba vivo. El reportero dio la noticia de su vida en primera persona: Babchenko fingió su propia muerte en connivencia con la agencia de espionaje ucraniana (SBU) para detener a las personas que conspiraban para atentar contra su vida. En la misma rueda de prensa, Vasili Gritsak, director del SBU, confirmó que un mercenario de nacionalidad ucraniana había sido detenido tras haber aceptado presuntamente 40.000 euros de Moscú para liquidar a Babchenko.

A pesar de que se trataba de una maniobra de ocultación, lo cierto es que el falso asesinato de este célebre corresponsal de guerra nacido en Rusia –y muy crítico con el régimen de Putin– provocó durante todo el día de ayer un denso fuego cruzado de acusaciones entre Kiev y Moscú.

El primer ministro de Ucrania, Vladimir Groisman, empezó la jornada señalando a Moscú como responsable del «asesinato» del también presentador de televisión Babchenko cuando aún se suponía que había sido tiroteado por la espalda al regresar a su domicilio en Kiev el martes. La historia oficial aseguraba en ese entonces que su esposa se lo encontró en la entrada de su casa en mitad de un charco de sangre y que, tras avisar a la Policía, el periodista había muerto en la ambulancia que le llevaba al hospital. El líder ucraniano no se andó con rodeos en su condena del asesinato en su perfil de Facebook: «Estoy seguro de que la máquina del totalitarismo ruso no le perdonó su honestidad y principios», dijo a pesar de que el «asesinato» había sido falsificado por su propio servicio de seguridad. Pavel Kimklin, ministro de Exteriores de Ucrania, fue incluso más contundente: «Es muy pronto para decir quien está detrás de esto, pero situaciones análogas nos recuerdan que Rusia emplea distintas tácticas para desestabilizar Ucrania. En particular, perpetra atentados terroristas, actividades de sabotaje y asesinatos políticos».

Como no podía ser de otra manera, el Kremlin se dejó arrastrar hasta el centro de la polémica. El primero en reaccionar desde Rusia fue Alexander Bortnikov, responsable del servicio de seguridad ruso, el FSB, que dijo que las acusaciones lanzadas por Kiev no tienen sentido y eran, de hecho, una «provocación». Por su parte, el jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, calificó de «tragedia» el supuesto asesinato del periodista y acusó al Gobierno ucraniano de imprudencia por lanzar acusaciones a Moscú. Lavrov instó a las autoridades del país a poner en marcha una investigación que aclare las circunstancias del asesinato de Babchenko. También la UE se mostró partidaria de que se iniciara una investigación y fue justo después de esta petición cuando el propio periodista reapareció en Kiev para decir: «Aún sigo vivo, se han quedado con las ganas».

Este reportero de guerra ruso que participó como soldado en el conflicto en Chechenia se disculpó con sus familiares «por todo lo que han tenido que sufrir», pero justificó la farsa porque, más allá de salvarle la vida, «lo más importante es que se evitaron ataques terroristas más serios». Las acusaciones de «provocación antirrusa» no tardó en llegar desde el Ministerio de Exteriores (esta vez con más conocimiento de causa). La portavoz del departamento que dirige Lavrov, Maria Zajarova, dijo en internet: «Es evidente que la historia se basa en el efecto de propaganda».

Por su parte, la Federación Europea de Periodistas tildó de «mentira» la trama urdida por el Gobierno ucraniano. Esta organización aseguró no estar convencida de las «llamadas justificaciones» de los servicios de seguridad rusos porque se tata de una «inaceptable manipulación de la opinión pública».

La dramática reaparición de Babchenko dejó con la boca abierta a otras ONG y asociaciones de periodistas, ya que durante los últimos años han sido asesinados en misteriosas circunstancias varios reporteros que se señalaron en sus ataques a Putin. Moscú siempre ha negado estar detrás de estas muertes pero sus protestas han convencido poco en Occidente. Anna Politkovskaya apareció asesinada en su apartamento en 2006 después de que su cobertura de la guerra de Chechenia enfureciera al Kremlin. Mijail Beketov sufrió una brutal paliza cuando denunció varios casos de corrupción en torno a la construcción de una autopista. Son algunos nombres de una luctuosa lista en la que, hasta ayer, también aparecía el nombre de Arkadi Babchenko.