Grecia
Las islas del Egeo, una trampa para miles de inmigrantes
La llegada de 2.000 refugiados diarios desborda a un Gobierno inoperante centrado en la crisis económica
La llegada de 2.000 refugiados diarios desborda a un Gobierno inoperante centrado en la crisis económica
Grecia se ve desbordada por la llegada masiva de inmigrantes. La ineficacia en la gestión del Gobierno y la falta de ayuda por parte de la Unión Europea (UE) han convertido las islas del mar Egeo, a escasos kilómetros de Turquía, en una cárcel para los recién llegados. Entre enero y julio alcanzaron la costa griega unas 124.000 personas, hasta siete veces más que en el mismo periodo del año anterior. Como admitió ayer la viceministra de Políticas Migratorias, Tasia Christodoulopoulou, el Ejecutivo heleno «ha fracasado a la hora de anticipar» el enorme aumento de entradas. Sólo en julio se registraron 50.000 más que en el mes anterior, y la Prensa local apunta que en las primeras semanas de agosto están llegando unos 2.000 inmigrantes al día.
El propio primer ministro hizo un llamamiento a la UE hace unos días: «Ahora se verá si ésta es la Europa de la solidaridad o la de los intereses económicos donde cada uno sólo mira por su frontera y por su país». Pero la respuesta ha sido muy débil. Europa decidió el lunes destinar 474 millones de euros a Grecia para aliviar la situación. Una cifra muy inferior proporcionalmente al número de inmigrantes. España, por ejemplo, recibirá 522 millones de euros, cuando su flujo migratorio es muy inferior. El freno en la entrega de ayudas tiene varios motivos. La miembro de Syriza en Kos –una de las islas del Egeo más afectadas–-, Anna Goudeli, asegura a LA RAZÓN que en estos meses el Gobierno «se ha preocupado tan sólo por temas económicos» y ha dejado de lado la crisis migratoria, porque directamente «no le importan los refugiados». Además, añade que «los anteriores ejecutivos emplearon el dinero destinado a los refugiados para otras partidas y por eso la desconfianza es mayor». Por su parte, la responsable griega de Human Rights Watch, Eva Cosse, acusa a Atenas de desaprovechar 500 millones en ayudas de la UE para este asunto por no realizar los trámites necesarios.
La ineficacia de Atenas para lidiar con este problema ha agravado las condiciones de los recién llegados. Goudeli indica que ayer las empresas de catering encargadas de alimentar a los inmigrantes de Kos se negaron a seguir prestando ese servicio porque «el Gobierno no les paga desde enero». En estos momentos son las ONG las que cubren esas tareas, que debería desempeñar el Estado, como reconoció la viceministra de Política Migratoria. La falta de recursos también afecta al registro de inmigrantes, muy lento, como explica a este diario Roberto Mignone, coordinador de Emergencias del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
En la isla, a media tarde, se forman corrillos en frente de la comisaría, según la nacionalidad, a los que Acnur facilita información. Un grupo de pakistaníes aplauden y gritan de alegría al saber que el miércoles tienen una cita en la oficina de Policía para arreglar sus papeles. Necesitan un permiso de tres meses antes de partir a la capital griega y desde allí seguir su viaje hacia el norte de Europa. En Atenas, sin embargo, los inmigrantes se encuentran también desprotegidos y viviendo en parques y plazas. Uno de los hombres en la cola, Amir, muestra el billete de barco que compró hace unos días. Como él, algunos llevan tres semanas a la espera de obtener una solución, «o al menos una respuesta», como dice Amir, que nadie les había dado. Sin embargo, el Gobierno griego se ha visto superado y bloqueado por la situación. Una de las pocas reacciones del Ejecutivo fue el envío a Kos de un ferry, que ya acoge cerca de 1.200 inmigrantes, todos sirios. Como señala Mignone, las personas procedentes de Siria reciben un trato especial en Europa «por considerarse directamente refugiados», mientras que el resto debe someterse a una evaluación para recibir ese estatus de asilado. Los otros –iraquíes, afganos y pakistaníes– esperan donde pueden. En la ciudad de Kos unos 300 inmigrantes han ocupado un hotel abandonado que ahora sirve de improvisado campo de acogida, al que ha accedido LA RAZÓN. La basura se acumula en las esquinas y entre los colchones donde se agolpan familias enteras. Las condiciones de higiene son escasas: apenas una manguera y un par de duchas donde decenas de personas esperan su turno.
Las condiciones de salubridad son una de las mayores preocupaciones de los voluntarios que allí trabajan, tal y como indica una miembro de Médicos Sin Fronteras. «Aunque ellos se crean afortunados por tener un techo, el hecho de estar hacinados aumenta el riesgo para su salud», explica. Los otros inmigrantes siguen atrapados en los parques y plazas de la ciudad. Kos era su puerta de entrada Europa, no una «celda» gigante donde ver el tiempo pasar.
Goteo incesante en las costas italianas
Hasta 312 personas rescatadas el pasado sábado tras naufragar su embarcación frente a Libia llegaron ayer al puerto de Catania (Sicilia), y con ellas también los 49 cadáveres recuperados. Otras 457 arribaron a la misma ciudad en un goteo continuo a lo largo de toda la jornada. Paralelamente, al puerto de Calabria (sur) llegó a primera hora del día un grupo de 354 inmigrantes que fueron socorridos durante la noche cuando estaban en peligro a bordo de una lancha neumática a poca distancia de esta región italiana. Con ellos también ha sido trasladado al puerto calabrés un cadáver, el de una mujer que habría «fallecido probablemente por las difíciles condiciones del viaje», según la Guardia Costera italiana.
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