Violencia racista

Líderes negros bajo sospecha

Más de 200 detenidos y 20 agentes heridos en protestas contra la violencia policial en distintas ciudades siembran de caos toda la geografía de Estados Unidos.

Deray McKesson, icono de la protesta a favor de los derechos de los ciudadanos negros en Estados Unidos, fue arrestado ayer
Deray McKesson, icono de la protesta a favor de los derechos de los ciudadanos negros en Estados Unidos, fue arrestado ayerlarazon

Más de 200 detenidos y 20 agentes heridos en protestas contra la violencia policial en distintas ciudades siembran de caos toda la geografía de Estados Unidos.

Con Estados Unidos inmerso en una batalla por la igualdad racial, la tensión que divide estos días al país aumentó ayer después de que al menos dos centenares de manifestantes contra la violencia policial fueran detenidos en distintas ciudades. En Saint Paul (Minesota), una de las dos poblaciones donde se ha desatado la controversia, 21 agentes resultaron heridos tras los enfrentamientos. Tanto Saint Paul como Baton Rouge (Luisiana) se han convertido en el epicentro del debate racial que reabre la brecha existente entre blancos y negros. En Saint Paul, en torno a 200 manifestantes bloquearon la interestatal 94 mientras coreaban el nombre del asesinado Philando Castile. En paralelo, en Baton Rouge, las manifestaciones finalizaron con más de un centenar de detenidos, entre ellos DeRay McKesson, uno de los líderes del movimiento Black Lives Matters (Las vidas negras importan, en inglés), acusado de «obstrucción de una vía comercial».

A pesar de que estas dos ciudades registraron las protestas más multitudinarias, fueron cientos de personas las que tomaron San Francisco, donde bloquearon carreteras y calles, y provocaron que la Policía tuviera que cerrar los accesos a varios puentes para evitar posibles accidentes. Más manifestaciones se celebraron en Chicago, Filadelfia, Fort Lauderdale y Newport. En algunas de ellas, y representados por el movimiento Black Lives Matter, se escucharon cánticos por la igualdad: «Sin justicia, no hay paz» o «Manos arriba, no disparen» fueron algunos de los lemas.

Estos incidentes y el tiroteo de Dallas, sin embargo, se están volviendo contra los líderes de Black Lives Matters y lo que este movimiento representa. Surgido tras conocerse la declaración de inocencia de George Zimmerman por la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin en 2013, está considerado como la iniciativa más agresiva que existe en estos momentos en Estados Unidos contra la brutalidad policial contra los negros, pero nunca se les ha relacionado con actos violentos, teniendo en cuenta que lo máximo que han hecho ha sido interrumpido los discursos de políticos como Bernie Sanders.

No obstante, algunos de sus líderes, como el detenido DeRay McKesson, son acusados por sus críticos de alentar al anarquismo y fomentar la violencia contra la Policía. Los correligionarios de McKesson rechazan categóricamente estas acusaciones y cualquier acto de violencia como los perpetrados en Dallas esta semana. «Fue devastador para nuestro trabajo», aseguró el pastor Jedidiah Brown en declaraciones a «The New York Times».

La escritora Ijeoma Oluo resume la angustia que sufren los afromaricanos pacifistas: «Todos estamos en alerta esperando noticias, porque sabemos que si el que dispara es blanco, paga él, pero si el que dispara es negro, paga todo el grupo».

Los líderes por los derechos civiles de los negros, después de una semana en la que la muerte de los dos afromericanos a manos de los agentes blancos había reforzado su posición y centrado el foco en la violencia policial, están temerosos de que el tiroteo de Dallas invalide todos sus argumentos. «No podemos hacer justicia a través de la violencia», dijo ayer el reverendo Jeff Hood, uno de los organizadores de las protestas. «Nuestro trabajo, a partir de este momento, será el que ha sido siempre: enseñar a la gente a amarse unos a otros y perseguir la justicia». Por su parte, Dominique Torres, uno de los líderes de la Red Nueva Generación, principal organizador de las marchas, reconoció ayer que «éste es el momento de ir todos juntos y mantener un diálogo abierto». «Existe una desconfianza importante en la comunidad afroamericana. Ha llegado la hora de que los líderes de la comunidad, los pastores, los funcionarios y la Policía se sienten a la mesa para hablar de los cambios que deben acometerse».

Ante esta sombra de violencia que rodea a los grandes movimientos de la lucha negra, Barack Obama se pronunció ayer desde España e hizo una llamada a la conciliación entre la Policía y algunas de las voces más agresivas y «estúpidas» de Black Lives Matter contra la violencia policial sobre la población de raza negra. «No puedo hacer responsables a los activistas bienintencionados de todo lo que se dice en un movimiento así», expresó al recalcar que en este tipo de organizaciones «siempre va a haber alguien que diga una estupidez».