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López Obrador, el mesías tropical

Si las políticas de AMLO no tienen contrapeso dentro de México, la improvisación política y económica mostrará su peor rostro en los meses venideros

El presidente de México López Obrador/Efe
El presidente de México López Obrador/Efelarazon

Si las políticas de AMLO no tienen contrapeso dentro de México, la improvisación política y económica mostrará su peor rostro en los meses venideros

Así definió el historiador y escritor mexicano Enrique Krauze a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), actual presidente de México y líder populista de izquierda. De talante autoritario y personalista, AMLO se enrumba a sus primeros seis meses de gestión. En este tiempo, ha preponderado la excesiva comunicación, un verbo confrontativo y una seguidilla de promesas inviables. Ha sido constante su estilo cercano a las necesidades de la gente desde el discurso, pero finalmente una desconcertante forma de gobernar improvisada e incomprensible.

Las muestras de una aparente incapacidad desde el gobierno han sido anticipadas por especialistas económicos desde principios de este año. La revista Forbes México, quien realizó una encuesta a especialistas en el mes de enero, ha pronosticado que «el crecimiento del PIB para el 2019 será de 1.89%, después de que en octubre se anticipara un avance de 2.15%». Estos datos ya son un reflejo del ambiente enrarecido en los grupos y líderes empresariales, cámaras de comercio y multinacionales que han hecho apuestas cuantiosas en el país.

Las dudas sobre el futuro inmediato de México son reales. La descentralización económica es importante y se puede convertir en un salvavidas en el corto plazo. Sin embargo, la falta de confianza en una administración que apenas lleva seis meses en el poder traería en el mediano y largo plazo un desacelere importante de la economía. Adicionalmente, la voluntad de AMLO en afrontar dichos escenarios parece escasa, por no decir, ausente. Por ejemplo, no asistirá a la reunión del G20 en Japón y ha reiterado que la mejor política exterior es la interior. Así mismo, no parece plantearse una visita a su principal socio comercial, Donald Trump.

En las últimas horas, el primer mandatario se ha visto obligado a aceptar un pacto migratoria con EE UU para evitar la imposición de aranceles de hasta el 25%. Más allá de sus resultados, lo cierto es que AMLO se estampa con la dura realidad: gobernar un país dista de manera radical con gobernar un municipio o una ciudad – como lo hizo con el Distrito Federal desde 2000 a 2006 -. Gobernar significa pasar la página y olvidarse de la lógica electorera de las campañas. Todavía y después de seis meses, López Obrador gobierna para sus audiencias, subestima y discrimina de manera irresponsable la geopolítica internacional y ataca con desmesura a medios y agentes políticos que lo cuestionan.

Siguiendo el manual populista, el presidente mexicano ancla la visión de su país en el pasado, no en el futuro. Dicha forma de construir su discurso lo ha convertido en política, intentando justificar medidas inviables o desastrosas, sobre la base de argumentos históricos que, quizás, siglos atrás, tuvieron algún sentido. Por ahora, el embelesamiento del 60% de mexicanos que siguen apoyando al populista mexicano perdurará mientras no existan contrapesos importantes en la política doméstica. De no existir correctivos, la improvisación política y económica mostrará su peor rostro en los meses venideros.