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Teherán

Medio millón de barriles diarios más en el mercado

Un empleado iraní en una refinería de petróleo en Teherán larazon

Teherán aumentará su producción, pero necesita la ayuda de compañías extranjeras.

Los inversores nadan desde hace algo más de un año en un mar de petróleo cuya marea no hace sino aumentar. El levantamiento de sanciones a un importante productor como es Irán contribuye a anegar el mercado. Ministros de este país ya han comunicado su deseo de retomar el ritmo de extracción anterior a las sanciones internacionales e incrementar de ese modo su producción desde los actuales 2,8 millones de barriles al día hasta los 3,5 millones que extraía este país en 2012. Otros analistas hablan de medio millón más. La implantación de mejoras sobre técnicas de extracción existentes pero infrautilizadas como el fracking ha permitido a productores como Estados Unidos duplicar su producción en apenas cinco años y cambiar de la noche a la mañana un mercado hasta hace poco manejado por los productores. La realidad de este mercado es que sobran entre uno y 1,2 millones de barriles al día que la demanda actual es incapaz de absorber. Los productores se pegan por vender a cualquier precio mientras los clientes se frotan las manos por la rebaja del precio. Por si fuera poco, uno de los principales consumidores, China, no pasa por su mejor momento. Todo esto ha generado que el precio del barril de referencia en Europa, como es el Brent, extraído en el Mar del Norte, pase de 115 dólares a 57 en doce meses, caída idéntica presenta el extraído en EE UU conocido como West Texas. Ante esta situación en la que todo apunta a que el precio seguirá bajando, por extraño que parezca, existen legiones de inversores que siguen comprando petróleo aferrados al único argumento de «ha caído mucho y tendrá que subir» o «tarde o temprano se acabará». Los periodos de precios altos unidos a los conflictos pasados generan una percepción errónea de lo que es el valor fundamental del crudo a día de hoy. La introducción de nuevas tecnologías, productos sustitutivos y un programa de eficiencia energética son motivos más que de sobra para asegurar un periodo largo de precios bajos en el crudo. En cuanto a las reservas, existe a día de hoy la misma cantidad de crudo en yacimientos probados que la que se ha extraído desde el nacimiento de esta industria hasta hoy. Como un juego, no hay perdedor sin ganador y en este caso, son países como el nuestro los que se llevan la mejor parte. Países como España, dependientes en un alto porcentaje del petróleo exterior, ven como su factura energética se reduce drásticamente y se libera parte del gasto esperado en una factura energética ya de por sí abultada. A nivel empresarial, podríamos pensar que empresas dedicadas a la instalación y mejora de infraestructuras de extracción de crudo como Técnicas Reunidas pueden tratar de sacar partido de esta situación. La impaciencia por parte del Gobierno iraní de recuperar «el tiempo perdido» puede generar oportunidades para este tipo de compañías occidentales, que venden sus servicios de ingenierías y cuentan además con referencias de otros clientes en la región.

Según la agencia de calificación de riesgos Fitch, Teherán tendrá serias dificultades para recuperar el nivel de bombeo que tenía antes del embargo petrolero de 2012. «Esperaríamos ver ciertos incrementos en la producción en el curso de 2016», señaló en un comunicado. Pero es a largo plazo para cuando se esperan los grandes cambios: las petroleras occidentales están deseosas de invertir en Irán, país que cuenta con las cuartas mayores reservas de crudo en el mundo. En resumen, los consumidores aguardan con los brazos abiertos el petróleo iraní ante el estupor de productores como Rusia o Venezuela, a los que sus elevados presupuestos les obligan a vender por encima de los 100 dólares para cuadrar sus cuentas públicas. El tiempo corre en contra de unos y a favor de otros.

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