Alemania

Merkel zanja la crisis con cesiones a sus socios bávaros en inmigración

Seehofer, que seguirá como ministro del Interior, consigue la creación de «centros de tránsito» en la frontera

La canciller Angela Merkel, se ha visto obligada a hacer numerosas concesiones a su partido hermano, la CSU / Efe
La canciller Angela Merkel, se ha visto obligada a hacer numerosas concesiones a su partido hermano, la CSU / Efelarazon

Seehofer, que seguirá como ministro del Interior, consigue la creación de «centros de tránsito» en la frontera.

Angela Merkel y su ministro del Interior y socio conservador, Horst Seehofer, lograron a última hora de ayer salvar sus diferencias en el enfrentamiento que mantenían abierto a cuenta de la política migratoria y que amenazaba con romper el Gobierno de coalición. Tras dos días de complejas conversaciones, salpicadas por los malentendidos y las amenazas de renuncia, la alianza conservadora da por zanjado su peor brete, que llegó incluso a poner contra las cuerdas la subsistencia política de la primera potencia europea y, por ende, de la cohesión de Europa.

«Tras intensas discusiones entre la CDU y la CSU, hemos llegado a un acuerdo sobre cómo podemos prevenir en el futuro la inmigración ilegal en la frontera entre Alemania y Austria», aseguró el propio ministro tras un largo encuentro de más de cuatro horas entre representantes de las dos formaciones. «Estoy contento de que se haya llegado a este acuerdo. Una vez más ha quedado claro que vale la pena luchar por una convicción y que lo que sigue ahora es un acuerdo muy sostenible y claro para el futuro», aseguró Seehofer.

El acuerdo prevé la creación de un «nuevo régimen fronterizo» entre Alemania y Austria y establece que, en el futuro, los solicitantes de asilo que lleguen a Alemania y que ya estén registrados en otros países de la UE sean llevados a «centros de tránsito» en la frontera, en lugar de a los que se encuentran repartidos en el país, lo que previsiblemente supondrá su internamiento y la deportación forzosa.

Una vez que se examinen sus archivos, desde esos centros se les reenviaría a los países de la UE de los que provienen, según los acuerdos suscritos con estos. Los centros serían edificios cerrados, donde los migrantes no podrán salir a la espera de que se resuelva su expediente y se decida si pueden permanecer en Alemania o, por el contrario, son enviados de vuelta a otros países, principalmente los que son como puerta de entrada a Europa, como Grecia, Italia o España.

El pacto prevé la continuidad del líder bávaro al frente de Interior a pesar de que había ofrecido en la noche del domingo su dimisión a la dirección de la CSU. «Este acuerdo es muy sólido, se corresponde con mis ideas y me permite continuar dirigiendo el Ministerio del Interior», subrayó Seehofer. Por su parte, Merkel afirmó tras el encuentro que lo pactado supone un «paso decisivo» ante la actual crisis migratoria que se está viviendo en el país. La jefa del Gobierno dijo que el compromiso al que llegó con su ministro va en la dirección de «ordenar y gestionar la migración secundaria». «Un muy buen compromiso», añadió.

Por su parte, la secretaria general democristiana, Annegret Kramp-Karrenbauer, especificó que también se había llegado a un acuerdo para impedir que los migrantes registrados en otros países comunitarios puedan entrar a territorio alemán. La canciller y el ala más conservador de la coalición gubernamental lucharon hasta el último minuto para resolver el enconado conflicto sobre los migrantes. Ahora, la esfera política alemana puede respirar tranquila. Sin embargo, está por saber la reacción del resto de partidos y de la opinión pública a lo acordado anoche.

La cuestión de los llamados «centros de tránsito», que serviría para calmar los ánimos en las filas conservadoras, podría, sin embargo, no suponer el fin de la tormenta desatada en Berlín a cuenta de la crisis migratoria. El otro socio de Gobierno, el Partido Socialdemócrata (SDP), se opuso en 2015 a la creación de este tipo de albergues en su condición de socio menor en el Ejecutivo. Asimismo, la prensa germana es, en estos momentos, el mejor barómetro de una sociedad que asiste perpleja a la deriva de una legislatura que, en poco más de cien días, dio visos de romper una estabilidad política como no se había visto en sesenta años. En el punto de mira, estuvieron los conservadores y principalmente el Seehofer. Tras amenazar el domingo con la renuncia a sus cargos finalmente, y en un giro que dejó atónita a la opinión pública, dio marcha atrás para volver a entablar una agónica ronda final de negociaciones con la canciller. «Una chiquillada», tal y como lo definió ayer «Der Spiegel» y que, según el semanario, «abre unas heridas que ni siquiera podrán ser remendadas con la dimisión de ambos».

La agonía fue constante hasta el último momento. De hecho, pocas horas antes de cerrar el acuerdo, Seehofer advirtió a Merkel de que está en el cargo gracias a él. «No voy a dejar que me destituya una canciller que solo es canciller gracias a mí», aseguró Seehofer en una entrevista con el periódico «Sueddeutsche Zeitung» publicada poco antes de una reunión con la propia canciller. «La persona a la que ayudé subir a la silla me está echando», añadió.

Previamente, Seehofer y Merkel se reunieron a primera hora de la tarde con el presidente del Parlamento alemán, el conservador Wolfgang Schäuble, en un intento por solucionar su disputa que, por primera vez, abrió una brecha en el bloque conservador forjado en 1949 entre CDU y CSU. La disputa entre ambos surgió de un plan de Seehofer que contemplaba impedir la entrada a Alemania de refugiados que ya estuvieran registrados en otros países europeos. Merkel, sin embargo, rechazó en un primer momento esa posibilidad por considerar que las medidas unilaterales pueden generar una reacción en cadena en Europa y apostó por medidas consensuadas con otros países europeos para reducir la presión migratoria. Entre Seehofer y Merkel hay desde 2015 una disputa en torno a la política migratoria que se ha recrudeció en los últimos días. La CSU encara en octubre elecciones regionales en Baviera en las que, según las encuestas, corre el peligro de perder su mayoría absoluta ante el ascenso de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que ha hecho de sus ataques a la política migratoria su principal baza electoral.