
Aviación
El misterio detrás de los Eurofighter que Turquía pagó a Reino Unido a precio de oro
Ankara sella un pacto histórico con Londres por 20 cazas Typhoon mientras busca reemplazar sus F-16 y sortear el veto estadounidense al F-35

Turquía, miembro de la OTAN, ha firmado un acuerdo de 10.700 millones de dólares con el Reino Unido para la compra de 20 cazas Eurofighter Typhoon, en un movimiento que redefine su estrategia militar y evidencia el distanciamiento con Estados Unidos tras años de tensiones por el programa del F-35. El pacto, firmado en Ankara por el presidente Recep Tayyip Erdogan y el primer ministro británico Keir Starmer, constituye la mayor exportación de aviones de combate británicos en una generación, según el gobierno del Reino Unido. Erdogan destacó que está “orgulloso de que los Typhoon británicos formen parte vital de la Fuerza Aérea turca durante muchos años”.
Ankara ha sorprendido a sus aliados con este contrato considerado astronómico al alcanzar un valor estimado 10.700 millones de dólares. Según expertos, el monto más bajo representaría el precio base de los aviones, mientras que la cifra total incluiría infraestructura militar, armamento avanzado y transferencia de tecnología, entre ellos los misiles aire-aire MBDA Meteor, que habían sido motivo de controversia en ventas previas.
El costo, sin embargo, ha generado un intenso debate dentro de Turquía. El analista militar Burak Yildirim, citado por Reuters, afirmó que “se pagó hasta cuatro veces más de lo habitual” incluso si se trata de la versión más moderna, Tranche 5. A su juicio, 20 aviones por más de 10.000 millones de dólares es un precio “francamente desproporcionado”.
El contexto podría explicar parte de la cifra. Turquía se encontraba bajo presión por reemplazar sus envejecidos F-4 Phantom II y diversificar su flota ante las demoras en la modernización de los F-16. Por su parte, el Reino Unido también enfrentaba urgencias: la línea de ensamblaje final del Typhoon en Warton estaba cerca de cerrar por falta de nuevos pedidos. El contrato con Ankara garantiza miles de empleos en el sector británico de defensa al menos hasta comienzos de la década de 2030.
El acuerdo llega después de que Washington expulsara a Turquía del programa del F-35 Lightning II en 2019, tras la compra por Ankara del sistema antiaéreo ruso S-400. La medida respondió a preocupaciones de seguridad de EEUU y sus aliados sobre la posible filtración de tecnología sensible del F-35 hacia Moscú, dado que los radares del S-400 pueden captar información electrónica avanzada. Turquía había invertido 1.400 millones de dólares en el proyecto conjunto antes de ser excluida.
Mientras tanto, Ankara desarrolla su propio caza de quinta generación, el KAAN, y planea una flota transicional de 120 aviones de combate: 40 Eurofighter Typhoon, 40 F-16 modernizados y 40 F-35 si algún día logra reingresar al programa. Las demoras políticas con la administración Biden para actualizar sus F-16 empujaron a Turquía a buscar alternativas europeas, según Reuters.
Cómo es el Eurofighter Typhoon
El Eurofighter Typhoon, un avión de combate 4.5 generación desarrollado por Reino Unido, Alemania, Italia y España, ofrece una gran maniobrabilidad y velocidad superior en combates cercanos, aunque sin la furtividad ni fusión de sensores del F-35, que mantiene ventaja en enfrentamientos más allá del alcance visual. De acuerdo con el ministro de Defensa turco Yaşar Güler, el país planea ampliar la compra a 44 unidades, con apoyo de Qatar y Omán, que podrían transferir 12 cazas cada uno. El contrato británico cubre aeronaves nuevas, mientras que las negociaciones con Alemania se estancaron por el precio final.

El primer ministro británico Keir Starmer calificó el acuerdo como “un día excelente para el Reino Unido, para los empleos y para la seguridad de la OTAN”, y subrayó que Turquía y Reino Unido son “socios vitales para enfrentar los desafíos de nuestro tiempo”.
Más allá de lo económico, el acuerdo tiene un fuerte trasfondo geopolítico. Turquía se ha convertido en un actor cada vez más autónomo dentro de la OTAN, fortaleciendo vínculos con Rusia e Irán mientras mantiene roces con Washington y Bruselas. Tras bloquear durante meses el ingreso de Suecia y Finlandia a la Alianza, Ankara ha demostrado que puede usar su posición estratégica como carta de negociación.
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