Reino Unido

Farage pone en jaque el bipartidismo en Reino Unido tras su gran avance en las elecciones parciales

Su partido populista, Reform UK, asesta un duro golpe a Starmer al arrebatar a los laboristas un escaño por solo seis votos en unos comicios parciales en el Muro Rojo

R.Unido.- El partido de Farage arrebata un escaño a los laboristas en las elecciones parciales de Reino Unido
El partido de Farage arrebata un escaño a los laboristasEuropa Press

Cuando el populista Nigel Farage acaparó los titulares por sus declaraciones al entonces presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy -“Tiene usted el carisma de un andrajo mojado y la apariencia de un empleado de banca de baja categoría”, le dijo - le vaticinaron tan sólo los pertinentes quince minutos de gloria. Pero el responsable del Brexit e íntimo amigo de Donald Trump vuelve a ser el protagonista consiguiendo, una vez más, revolucionar la política del Reino Unido, donde ya se da por enterrado el bipartidismo.

Farage consiguió ayer arrebatar al laborismo del premier Keir Starmer un escaño clave en la circunscripción de Runcorn y Helsby, donde, por apenas seis votos, su formación de derecha radical, Reform Uk, se coronó en unas elecciones parciales con importantes implicaciones para Westminster. El que fuera Muro Rojo del norte de Inglaterra está cambiado hacia un azul celeste atraído por un discurso antiinmigración.

Las elecciones locales que se han celebrado en Inglaterra eran el primer examen con las urnas para Starmer desde su mudanza a Downing Street tras la mayoría absoluta de julio del año pasado, una victoria justificada no por su carisma, sino por el hartazgo del electorado con los conservadores tras más de catorce años en el poder. Sin embargo, más allá de los 1.600 concejales que estaban en juego, el gran foco de atención estaba puesto en la circunscripción de Runcorn y Helsby, la única que elegía diputado tras la dimisión del laborista Mike Amesbury, condenado a principios de este año por agredir a un elector.

Farage y su equipo habían invertido una enorme cantidad de tiempo y recursos en la campaña para recabar apoyo en un distrito que históricamente había estado en manos de los laboristas. Starmer, sin embargo, no apareció ni una sola vez. Las encuestas estaban muy igualadas y, finalmente, tras un recuento cargado de expectación, el resultado más ajustado en unos comicios parciales desde 1892, daba a Reform Uk como ganador.

Farage no solo atesta un gran varapalo a Downing Street, sino que humilla también a los conservadores presentándose ahora como el partido de la oposición. La líder tory, Kemi Badenoch, no consigue remontar a la formación tras la estrepitosa derrota de las últimas generales y ya comienzan a escucharse rumores de reemplazo.

“Esto marca el fin de la política bipartidista tal como la hemos conocido durante más de un siglo: se acabó, se acabó, se acabó”, afirmaba ayer un Farage exultante. Si votas por Reforma, obtienes Reforma”, añadió, arremetiendo contra los conservadores, quienes, según él, "han sido aniquilados". "Hemos superado un obstáculo muy importante y el año que viene lo superaremos en los parlamentos galés y escocés. Creo que ganaremos las próximas elecciones”, matizó ante sus seguidores.

La idea de que Farage llegue a tener opciones a nivel nacional en las próximas generales previstas para 2029 se considera descabellada. El populista necesitó ocho intentos para entrar en Westminster y su formación tan sólo tiene cinco diputados en la Cámara de los Comunes. Pero lo que convierte a Reform Uk en un aspirante a tener en cuenta es la peculiaridad del sistema electoral británico de mayoría simple. En la era política moderna, se ha comportado como un péndulo, otorgando a uno u otro de los dos grandes partidos una mayoría amplia y predecible, incluso si sólo obtienen un tercio de los votos.

Sin embargo, Reform Uk viene manteniendo desde diciembre un apoyo del 20-26% en las encuestas, donde está por delante de los conservadores e incluso, en algunas, por delante de los propios laboristas. Por lo tanto, con tres partidos en este rango, pequeños cambios en la votación pueden producir resultados radicalmente diferentes. Teniendo en cuenta los sondeos actuales, Farage podría conseguir más de 230 escaños.

Sin asiento, Farage ya consiguió ser uno de los políticos más influyentes de Reino Unido. Fue su popularidad con el UKIP -su primer proyecto- lo que llevó al Gobierno de David Cameron a convocar el referéndum del Brexit. La salida de la UE contribuyó a consolidar el bajo crecimiento y la disfunción estatal, factores que irónicamente impulsan ahora de nuevo su regreso.

El populista no es tan tóxico como Alternativa para Alemania o la Agrupación Nacional en Francia. Al igual que Giorgia Meloni en Italia, se ha mantenido durante mucho tiempo al margen de la extrema derecha. Y algunos desertores conservadores le ven como un auténtico thatcherista. Pero su política anti inmigración paralizaría todos los servicios públicos y su plan económico con masiva abolición de impuestos no se sostiene. La fórmula ya demostró ser un agujero negro capaz de acabar con la fugaz Liz Truss, que en apenas estuvo un mes en Downing Street.

En cualquier caso, el auge de Farage en las encuestas se ha convertido en toda una amenaza tanto para conservadores como para los laboristas. De hecho, Starmer está cediendo ante la popularidad de Reform UK con un discurso donde ha recortado drásticamente el presupuesto de ayuda exterior para financiar más gasto militar y ha endureciendo su política migratoria para que los extranjeros condenados por delitos sexuales no puedan solicitar asilo.

La victoria laborista el año pasado en las generales prometía una estabilidad política que crearía el espacio para reformas difíciles y fomentaría la inversión. Un mayor crecimiento económico se traduciría en mejores servicios públicos y votantes más satisfechos. Pero la realidad que vive hoy el Reino Unido es muy diferente. La economía sigue estancada, la inflación no baja del 2% y los servicios públicos atraviesan una importante crisis.

Hace menos de un año, el Reino Unido parecía estar emergiendo de una década de caos post-Brexit con unas elecciones generales en las que Rishi Sunak y Keir Starmer -un par de tecnócratas de traje sobrio, adictos al trabajo y con ideas económicas convencionales- se disputaban el poder. Tras la mayoría absoluta del laborismo, el nuevo Gobierno prometió que los inversores acudirían en masa a una isla de estabilidad en un mar de agitación. Pero el populismo ha regresado con fuerza. Y Farage es ya mucho más que un voto protesta.

Reform Uk no está exento de sus propias guerras civiles. Farage está en plena batalla legal contra Rupert Lowe, diputado que fue suspendido en marzo y ahora ocupa su escaño como independiente, por acusaciones de acoso contra dos empleadas, que él niega tajantemente. Contraargumenta que ha sido difamado porque Farage le ve como una amenaza a su autoridad. Por lo tanto, de aquí a que sean las próximas generales, es posible incluso que la formación desaparezca.

No obstante, el UKIP nunca logró un avance en la izquierda como el que ha logrado Reform UK hasta la fecha. Debido al complejo sistema electoral británico, su impacto podría no quedar reflejado en los escaños. Pero eso es lo de menos. Estando fuera de Westminster, Farage ya dejó un legado histórico: un referéndum sobre el Brexit que finalmente ganó. Empezó a cambiar el Reino Unido y sigue desde entonces revolucionando el Establishment. Sólo el tiempo dirá dónde acaba su ola populista.