
Avión de combate
Pekín asegura que uno de sus aviones de combate podría haber derribado un moderno avión F-22 Raptor
Pekín asegura que uno de sus cazas J-16 logró fijar como blanco y repeler a un F-22 Raptor estadounidense en un pulso militar que Washington considera propaganda, pero que China presenta como una muestra de paridad tecnológica

Pekín ha puesto sobre la mesa un relato que parece sacado de un guion cinematográfico: uno de sus cazas J-16, un aparato de cuarta generación, habría sido capaz de detectar, perseguir y «fijar» para un hipotético disparo a un F-22 Raptor, el caza furtivo por excelencia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. El supuesto incidente, presentado como un éxito en unos ejercicios militares, es ante todo un calculado golpe de efecto que busca redefinir el equilibrio de poder aéreo en el Pacífico.
De hecho, este episodio se enmarca en la creciente tensión estratégica entre China y la administración del presidente Donald Trump. Más que una simple anécdota de vuelo, la maniobra se interpreta como un mensaje de disuasión directo a Washington, una forma de proclamar que la ventaja tecnológica norteamericana ya no es incontestable y que sus activos más preciados, como el F-22, son ahora vulnerables. Se trata de una calculada exhibición de fuerza en un escenario geopolítico cada vez más complejo. Esta escalada de tensión se refleja también en los movimientos de los aliados de Washington, como demuestra el nuevo sistema antimisil que Taiwán ha diseñado para contrarrestar una posible ofensiva.
Según la versión china, la clave de esta proeza no reside tanto en el caza J-16, sino en una sofisticada infraestructura que lo respalda. Hablamos de una red de detección integrada diseñada específicamente para anular la tecnología furtiva. Tal y como han publicado en Interesting Engineering, este sistema permite a los pilotos chinos ver aquello que, en teoría, debería permanecer invisible, transformando el enfrentamiento en un pulso tecnológico de gran envergadura.
La tecnología detrás de la presunta hazaña china
En concreto, esta red anti-sigilo combina las capacidades de distintos sistemas para crear una imagen completa del espacio aéreo. La información proviene de radares terrestres de baja frecuencia, más eficaces contra aeronaves furtivas, y se complementa con los datos que suministran tanto los aviones de alerta temprana KJ-500 como una constelación de satélites. Todo ello se comparte en tiempo real gracias a un robusto sistema de enlaces.
Asimismo, el relato del piloto chino que protagonizó la acción, Li Chao, añade una capa de tensión al suceso. El aviador describió una serie de agresivas maniobras a corta distancia que culminaron con la fijación del blanco en el caza estadounidense. En la jerga militar, este gesto es inequívoco y supone el paso previo al disparo de un misil, elevando un encuentro rutinario a la categoría de confrontación directa.
No obstante, en Occidente este episodio será recibido con un considerable escepticismo por parte de los analistas de defensa y del propio Pentágono. Todo apunta a que el incidente será interpretado más como una pieza de propaganda informativa, destinada a proyectar una imagen de paridad militar, que como un hecho operativo contrastado y fehaciente ocurrido sobre los cielos de Asia.
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