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Pekín exige calma en el Golfo Pérsico frente al ultimátum iraní en Ormuz
Un bloqueo podría disparar los precios del crudo a niveles históricos, hundiendo economías dependientes de la estabilidad energética. Pekín se ofrece como contrapeso a la beligerancia occidental
La amenaza iraní de clausurar el estrecho de Ormuz, arteria por donde fluye un quinto del petróleo y gas marítimo global, ha desatado una enérgica reacción de China, que este lunes exigió redoblar esfuerzos para preservar la estabilidad económica mundial. En un contexto de máxima tensión tras el ataque estadounidense a instalaciones nucleares iraníes, el portavoz de la Cancillería china, Guo Jiakun, advirtió que una escalada en el Golfo Pérsico podría estrangular el comercio global, con consecuencias catastróficas.
“La estabilidad y seguridad de la región son un beneficio compartido para todas las naciones”, sentenció Guo en una comparecencia ante la prensa, subrayando el papel del estrecho como eje vital para los flujos de hidrocarburos. La propuesta del Parlamento iraní, aún pendiente de la venia del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, ha encendido las alarmas en un mercado ya convulsionado por los bombardeos de Washington, que han impactado sitios bajo vigilancia del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). El funcionario chino condenó estas acciones como una “flagrante violación” de la Carta de la ONU, acusando a sus rivales de avivar el polvorín de Oriente Próximo.
En un movimiento concertado con Rusia y Pakistán, el régimen de Xi Jinping presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución que exige un alto al fuego “inmediato e incondicional” entre Irán, Israel y Estados Unidos. Guo instó a priorizar el diálogo como única vía para desescalar el conflicto, eludiendo responder directamente a las declaraciones del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien urgió a Pekín a mediar para evitar el cierre de Ormuz. Esta cautela refleja la posición china, que, como segundo mayor consumidor de petróleo del mundo —con un 40% de sus importaciones provenientes del Golfo, según la Administración de Información Energética—, busca proteger sus intereses estratégicos sin comprometer su neutralidad.
El estrecho por donde transitan millones de barriles de petróleo diarios, es la espina dorsal del comercio energético global. Un bloqueo podría disparar los precios del crudo a niveles históricos, hundiendo economías dependientes de la estabilidad energética. Pekín, consciente de su vulnerabilidad, apuesta por una mediación pragmática, posicionándose una vez más como pacificador y como contrapeso a la beligerancia occidental.
El tren que desafía a Occidente
Mientras el Golfo Pérsico tiembla bajo la amenaza iraní de cerrar el citado corredor, China ha blindado su acceso al crudo con un tren de carga que, a finales de mayo, irrumpió en el puerto seco de Aprin, cerca de Teherán, inaugurando una ruta férrea que dinamita las sanciones de EE.UU.. Este hito, sellado en el pacto de 400.000 millones de dólares de 2021 entre Pekín y Teherán bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta, fortalece el eje chino-iraní y desafía además el cerco occidental en un Oriente Próximo al borde del colapso.
El convoy, que zarpó de Xi’an y atravesó 10.399 kilómetros por Kazajistán y Turkmenistán en apenas 15 días, recorta a la mitad los 30-40 días de las rutas marítimas. Cargado con paneles solares, el tren es una “arteria de acero” que permite a Irán exportar un millón de barriles diarios de petróleo a China —su mayor cliente— y a Pekín importar crudo sin cruzar el estrecho de Malaca, un cuello de botella bajo el radar de EE.UU. “Esta vía abarata costos y asegura nuestra autonomía logística”, afirmó Homayoun Jahani, director de Aprin, citado por Eurasian Times.
La ruta, embrión de un corredor China-Europa vía Uzbekistán y Turquía, elude la inestabilidad del mar Rojo, donde los ataques de milicias han disparado los fletes marítimos un 30%, según analistas. Para Pekín, que importa el 40% de su petróleo del Golfo, Irán es un baluarte frente a posibles bloqueos de EE.UU. contra Arabia Saudí o Emiratos. Teherán, por su parte, burla las sanciones que han reducido sus ingresos petroleros en un 50% desde 2018, según el Banco Mundial, consolidando un eje que tensiona el dominio occidental.
Geopolíticamente, el tren es un jaque. La alianza chino-iraní, que “paraliza” a la Marina estadounidense en el mar Rojo, según Eurasian Times, refuerza el control de Irán sobre el controvertido espacio por donde fluye el 20% del crudo mundial. India, entretanto, ve amenazado su proyecto en el puerto iraní de Chabahar, que conectará 700 kilómetros de ferrocarril hasta Zahedan en 2026, frente al avance chino hacia Gwadar, nodo clave en Pakistán. Este “cinturón dorado” —China, Irán, Pakistán, Rusia, Turquía— podría marginar a Nueva Delhi, alertan expertos.
EE.UU. aprieta el cerco a Irán y China
Washington ha redoblado su ofensiva contra el comercio entre estas dos potencias, desatando una batería de sanciones que busca asfixiar a Teherán y frenar su alianza con Pekín. Así, el 20 de marzo, la terminal petrolera china Huaying Huizhou Daya Bay Petrochemical fue sancionada por adquirir crudo iraní de un buque bajo veto estadounidense, según el Departamento del Tesoro. Apenas diez días después, el 1 de abril, la Casa Blanca castigó a seis entidades y dos individuos en Irán, Emiratos Árabes Unidos y China por facilitar componentes clave para los programas iraníes de drones y misiles balísticos, vitales para su estrategia militar.
“Irán depende crucialmente de China para sus actividades desestabilizadoras en Oriente Próximo”, afirmó el Departamento de Estado, acusando al Partido Comunista Chino y a firmas del gigante asiatico de brindar “apoyo económico y técnico” que alimenta la inestabilidad regional y amenaza a aliados de EE.UU. La campaña, bautizada como “presión máxima”, apunta a estrangular los avances de Teherán en misiles balísticos y vehículos aéreos no tripulados, que han elevado su influencia desde Yemen hasta Siria.. “Desenmascaremos y desarticularemos los planes iraníes con sanciones a entidades en terceros países que apoyen su programa armamentístico”, advirtió Washington.