Terrorismo yihadista
Polvorín en Londres: un 67% más de musulmanes y un 13% menos de cristianos
Las mezquitas están en el punto de mira y los grupos extremistas antimusulmanes volvieron ayer a ser convocados para protestar y proclamar, por segunda noche consecutiva, que los creyentes del islam deben abandonar el país si no quieren tener problemas. Apenas horas después de que dos fanáticos decapitaran a un soldado gritando «por la gloria de Alá», más de doscientos miembros del movimiento de ultraderecha Liga de Defensa de Inglaterra se concentraron en la zona de Woolwich, lugar de los hechos, y protagonizaron diversos choques con la Policía. No hubo detenidos. Pero en otros puntos de Inglaterra los agentes sí arrestaron a dos hombres después de que varias mezquitas en Essex y Kent fueran atacadas. En Essex, un hombre irrumpió con dos cuchillos en uno de los templos gritando: «¿Dónde está tu Dios ahora?». Tiró una granada de humo y se dirigió a la sala de oración gritando: «Quiero cortar vuestras gargantas». Sólo un miembro de la congregación se encontraba presente, pero logró escapar por la ventana y llamar a la Policía.
Boris Jonhson, el alcalde de Londres, y el primer mismo, David Cameron, han pedido a los británicos que no culpen al islam de las atrocidades cometidas por dos individuos. Pero en la calle los ánimos están más tensos que nunca y las organizaciones musulmanas temen que se vuelvan a vivir episodios tan dramáticos como los ocurridos en 2005 tras los atentados del 7-J.
En los últimos años, la situación se había calmado, pero el último sondeo publicado por YouGov reveló que la mitad de los británicos aún asocia el islam con el terrorismo. La fundación «Exploring Islam» puso en marcha en 2010 una campaña para cambiar la percepción de la sociedad. Distintos carteles con fotografías de hombres y mujeres musulmanas que apostaban por los derechos humanos y la responsabilidad social se pudieron ver durante semanas en las distintas paradas de metro y autobús de la capital. Pero no consiguieron el efecto deseado.
La sociedad británica se ha radicalizado en los últimos años. La prueba clara e inequívoca es el avance del UKIP en las municipales de mayo. Con su mensaje para sacar a Reino Unido de la UE y poner coto a la inmigración, ha conseguido convertirse en el protagonista del escenario político obligando al «premier» a dar un giro más a la derecha.
Los británicos miran cada vez con más recelo a los inmigrantes y las conclusiones que se pueden extraer del último censo de 2011 no les agradan. El número de cristianos ha disminuido con respecto a 2001 un 50%, mucho más rápido de lo esperado, mientras que ya uno de cada diez menores de 25 años se considera musulmán. Además, los seguidores de Alá ya no son sólo aquellos que vienen de fuera. Los nacidos en Reino Unido, educados en sus colegios, se convierten al islam, como uno de los asesinos del miércoles.
Según el último censo, el número total de personas en Inglaterra y Gales que se definen como cristianos se redujo en 4,1 millones, una disminución del 10%. Al mismo tiempo, el número de musulmanes aumentó en un 75% –cifra impulsada por casi 600.000 extranjeros nacidos de la fe islámica–. Mientras que casi la mitad de los musulmanes son menores de 25 años, casi una cuarta parte de los cristianos superan los 65. El doctor Fraser Watts, teólogo de Cambridge, cree «muy posible» que los cristianos puedan convertirse en una minoría en la próxima década.
Pero la verdadera bomba de relojería se encuentra en Londres. El 37,4% de la población musulmana de Inglaterra y Gales vive en la capital. Un millón de personas, el 12,4% de los londinenses, son seguidores del islam. Han aumentado en la última década un 67%, en comparación con los cristianos que han caído un 13%. Si a todo ello se añade un paro desbocado –de más del 50% en el barrio de Woolwich– y la falta de integración, el caldo de cultivo para la radicalización está servido.
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