Cargando...

Geoestrategia

¿Puede Europa defenderse sola ante Rusia sin la ayuda de Estados Unidos ni la OTAN?

Macron sueña con hacer de Europa una potencia militar en 10 años sin que dependa de la OTAN

Soldados alemanes participan en la operación "Fast Griffin" en Vilna (Lituania) Mindaugas KulbisAP

¿Puede Europa defenderse sola ante una posible agresión de Rusia o de cualquier otra potencia militar? Sin el paraguas de la OTAN, la respuesta que dan los analistas y muchos políticos es claramente "no". No existe un ejército común y el presupuesto en seguridad no supera el 2,5% del PIB en casi ningún países de la Unión Europea. Además, la industria armamentística comunitaria no produce sistemas defensivos y armamento capaces de competir con la tecnología estadounidense. Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, el gasto militar de Rusia es ahora mayor que el gasto total de defensa de Europa, en términos de poder adquisitivo. Ha aumentado un 41% y ahora equivale al 6,7% del PIB. En cambio, Reino Unido gastará solo el 2,5% en 2027.

La fuerza militar de Europa depende en gran medida de la OTAN, y aunque varios países europeos, entre ellos Francia, Alemania y el Reino Unido, cuentan con fuerzas militares modernas, el continente sigue dependiendo en gran medida de Estados Unidos para su protección. El sistema de defensa integrado de la OTAN garantiza la seguridad colectiva, y Europa contribuye significativamente a la fuerza militar general de la OTAN. Sin embargo, Europa carece de una fuerza militar unificada capaz de enfrentarse sola a Rusia.

La disuasión nuclear de Europa, si bien es significativa, no puede compararse con las abrumadoras capacidades de Rusia. Francia y Reino Unido son los dos únicos países europeos con arsenal nuclear. Francia, con 290 ojivas, mantiene una fuerza de disuasión nuclear autónoma (independiente de EEUU), mientras que Londres comparte responsabilidades nucleares dentro de la OTAN. Estas capacidades proporcionan a Europa una fuerza de disuasión contra una posible agresión rusa, pero sus arsenales quedan muy lejos de las casi 6.000 ojivas atómicas de Moscú.

Revertir este escenario es algo que se ha propuesto el presidente francés, Emmanuel Macron. No es nuevo. Lleva años proclamando la necesidad de una estrategia de defensa común. Pero tras el alejamiento de Donald Trump y su insólita conexión con Moscú, el inquilino de El Elíseo ha tomado las riendas de la diplomacia europea para evitar que el continente siga siendo insignificante en materia de seguridad y quede relegado en las negociaciones de paz para poner fin a la guerra de Ucrania.

Macron, alineado con el primer ministro británico, Keir Starmer, ha planteado una tregua militar de un mes que respete las infraestructuras energéticas ucranianas como alternativa al frágil alto el fuego que podría negociarse entre Washington y Moscú. El mandatario francés sostiene que esta medida sería más fácil de verificar y permitiría ganar tiempo para futuras negociaciones.

La realidad es que Europa, por sí sola, no sería capaz de enviar una fuerza de entre 100.000 y 200.000 soldados, tal y como ha pedido el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para a disuadir a Rusia de atacar nuevamente su país. De hecho, la cifra que se ha barajado es una fuerza de hasta 30.000 soldados europeos. Esa fuerza se concentraría en proporcionar "seguridad" en lugares clave: ciudades, puertos y centrales nucleares de Ucrania. No se desplegaría en ningún lugar cerca de las actuales líneas de frente en el este de Ucrania.

Según informes de inteligencia de países europeos, Alemania, Polonia, Dinamarca y los países bálticos, Rusia está preparada para atacar en un plazo de tres a diez años. Podría ser antes, con los ejercicios militares cuatrienales Zapad que se realizarán en Bielorrusia en el verano de 2025, "Europa, incluido el Reino Unido, cuenta actualmente con 1,47 millones de efectivos militares en servicio activo (SIPRI, 2024), pero su eficacia se ve obstaculizada por la falta de un mando unificado. La OTAN funciona partiendo del supuesto de que el Comandante Supremo Aliado en Europa es un alto general estadounidense, pero eso solo puede funcionar si Estados Unidos asume un papel de liderazgo y proporciona facilitadores estratégicos", sostiene el Instituto Brueghel en una publicación conjunta con el Instituto de Kiel.

El plan franco-británico busca evitar que Europa quede fuera de las decisiones estratégicas, al tiempo que prepara el terreno para una mayor inversión en la defensa europea. Macron ha propuesto un aumento significativo del gasto militar europeo, hasta el 3-3,5% del PIB, muy por encima del 2% que actualmente apenas alcanzan algunos países. Para financiar esta iniciativa, ha instado a la Comisión Europea a utilizar “financiación innovadora”, como préstamos conjuntos o el Mecanismo Europeo de Estabilidad, con un objetivo inicial de 200.000 millones de euros.

Un informe del instituto Brueghel, sostiene que Europa podría necesitar 300.000 soldados más y un aumento anual del gasto de defensa de al menos 250.000 millones de euros a corto plazo para disuadir la agresión rusa. La presencia rusa en Ucrania a finales de 2024 contaba con unos 700.000 soldados, mucho más que la fuerza de invasión de 2022. La producción rusa de defensa ha aumentado rápidamente. Solo en 2024, Rusia produjo y reacondicionó unos 1.550 tanques, 5.700 vehículos blindados y 450 piezas de artillería de todo tipo.

Otro punto clave es la disuasión nuclear. Macron ha abierto el debate sobre la dimensión europea del arsenal atómico francés, proponiendo la participación de otros países europeos en ejercicios de fuerzas de disuasión. Esta iniciativa ha generado fuertes críticas de la oposición, como Marine Le Pen, que defiende que la disuasión debe seguir siendo exclusivamente francesa.

Consciente de que Europa enfrenta una amenaza por la posible desvinculación de Estados Unidos, Macron insiste en la necesidad de construir una autonomía estratégica que permita al continente defenderse sin depender de la OTAN. El presidente admite que su intento de reiniciar la relación con Rusia fracasó, pero confía en que los europeos pueden asumir su propio destino, aunque advierte que el proceso llevará al menos una década.