Bin Salman trata de lavar su imagen tras el asesinato de Khashoggi.

Antes del comienzo de la cumbre del G20, muchos se preguntaban cómo sería recibido el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, el invitado más incómodo, que llegó al país cargado de acusaciones sobre su supuesta participación del asesinato del periodista Kamal Khashoggi y de crímenes de guerra en Yemen. Sin embargo, la respuesta de algunos mandatarios no fue tan fría como se esperaba. Desde luego no fue tratado como un paria, más bien con honores. Ese es el caso del presidente ruso, Vladimir Putin, quien saludó con un efusivo «choque los cinco» a Salman. El vídeo ya se ha vuelto viral. Putin todavía no se ha expresado respecto a las acusaciones y podría tener hoy una reunión bilateral con el saudí. Estuvo un buen rato sonriendo y hablándole al oído en las sesiones plenarias. Ambos estaban sentados al lado, situación que no parece fortuita.

El comienzo de su participación parecía menos alentador. En la foto de familia que se tomaron todos los mandatarios en la inauguración del evento, el príncipe fue ubicado en el extremo derecho e interactuó poco con sus pares, más allá de varios apretones de manos aislados. A su derecha ni siquiera pusieron a otro líder sino al presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno.

Pero más tarde, Salman saludó personalmente al presidente estadounidense, Donald Trump, y a su hija Ivanka, y también charló brevemente con el mexicano Enrique Peña Nieto, el surcoreano Moon Jae In, y el primer ministro indio, Narendra Modi. Trump le sonrió mientras conversaban y estuvo distendido con él. Además del petróleo, varios contratos de venta de armamento los unen.

Esta semana Human Rights Watch, la organización no gubernamental con sede en los Estados Unidos, solicitaba a la Justicia argentina iniciar una causa penal contra el príncipe heredero. Entre otras acusaciones, hacía hincapié en los crímenes de guerra cometidos en Yemen. «La patata caliente» sigue en el tejado de la Casa Rosada, aunque advierten que goza de impunidad diplomática.

Mohamed es el primer príncipe saudí de la tercera generación de la Casa Al Saud; fue promovido al rango de heredero en junio de 2017, después de que se conociera que su padre, el Rey Salman bin Abdulaziz, padece Alzheimer.