Grupo Wagner
Renovarse o morir: las alternativas de Wagner en África tras la muerte de Prigozhin
La muerte del oligarca ruso atrae nuevas incógnitas al futuro de la compañía de mercenarios en el continente
Yevgueni Prigozhin ha muerto. O eso dicen. Y con él ardió el cadáver de Dmitry Utkin, número dos del Grupo Wagner. Los mercenarios rusos, esos perros de la guerra que patrullan los entornos más hostiles desde Siria hasta Mali, impertérritos ante las provocaciones de la muerte, lloran hoy la pérdida de uno de los hombres más carismáticos de la Rusia más nacionalista. Algunos claman venganza, aún sin saber muy bien contra quién todavía, mientras el canal oficial de Wagner en Telegram pide calma y paciencia entre que sus comandantes escogen el próximo camino a seguir, limitándose por el momento a despedir a su histórico líder con una frase que eriza los cabellos de la nuca: “¡Incluso en el infierno será el mejor!”
Todos los ojos se posan en África. Otra vez. Tras aquella marcha sobre Moscú en la que parecía que Prigozhin escaparía del ansia vengativa de Vladimir Putin, las acciones del grupo de mercenarios (aquellos que no fueron trasladados a Bielorrusia) se centraron más que nunca en el continente africano. Tal es así, que el último vídeo grabado con vida del oligarca le mostraba vestido con el uniforme militar en algún punto de Mali y en donde declaraba con el ceño fruncido contra la cámara: “¡África será libre!”.
Con su muerte se acumulan las preguntas: ¿Desaparecerá el Grupo Wagner? ¿Tomará el relevo uno de sus comandantes? ¿Integrará Putin a los mercenarios en las Fuerzas Armadas rusas o mantendrá al grupo como una útil empresa de contratistas que prolongue la política exterior rusa?
Sobrevivir contra todo pronóstico
David Soler, fundador del medio especializado África Mundi, advierte a LA RAZÓN que la clave en África, especialmente en el Sahel, es que “Wagner es Rusia y Rusia es Wagner, esto no se puede disociar. Cuando los ciudadanos de Níger, Mali o Burkina Faso salen a la calle con banderas rusas no están hablando de Wagner, porque Wagner es efectivamente Rusia para ellos, y los mercenarios no pueden quitarse de encima esa bandera tricolor”. Ambos bloques se encuentran en una delicada situación tras la muerte de Prigozhin a la hora de continuar sus relaciones africanas. El oligarca construyó una imagen en el continente que, sin él, será difícil de mantener incluso para Putin. Su mejor baza consistiría en mantener al grupo Wagner en el continente, seguir el mismo plan, aplicar el método tradicional de relaciones internacionales entre Rusia y África basado en relaciones del tipo proxy… pero sin Prigozhin de por medio.
¿Cómo? Soler considera que “lo ideal para Putin sería básicamente que Wagner se siga financiando con las concesiones en África y lo pagado por los gobiernos africanos, y no con dinero público ruso”. Haría falta recordar que el gobierno ruso inyectó entre mayo de 2022 y mayo de 2023 unos 86.000 millones de rublos (840 millones de euros) para el mantenimiento del Grupo Wagner, según confirmó el propio Vladimir Putin hace escasas semanas. Una ayuda del Estado que concluyó tras el motín de junio y que obligó a la compañía a financiarse en exclusiva de los recursos africanos. Todo dependerá ahora, eso sí, de la reacción de los mercenarios ante la muerte de su líder; Putin pretende asegurarse su sumisión tras firmar esta semana un decreto donde se obliga a los wagneritas a jurar lealtad a Rusia, algo inédito hasta la fecha. Pero si el ansia de venganza les ciega un punto más de lo previsto, y el amotinamiento iniciado en el pasado mes de junio alcanza su culmen con una sublevación a gran escala, el Kremlin deberá reconsiderar sus alternativas.
En cualquier caso, el fundador de África Mundi es contundente a la hora de afirmar que poco cambia para Europa. “El sentimiento antifrancés en particular y antioccidental en general que se respira en varias naciones africanas no va a desaparecer porque muera una persona”. Que el líder de Wagner y su asociado más próximo se desplomaran del cielo no eliminará la imagen que lleva construyendo el africano sobre el europeo en los últimos doscientos años.
Su análisis concuerda con las últimas declaraciones emitidas por el asesor del presidente de la República Centroafricana, Fidel Guandjika, cuando comunicó este jueves que la muerte de Prigozhin no cambiará nada en términos de cooperación: “Es una noticia triste porque [Prigozhin] salvó nuestra democracia, y por eso el país está de luto. Pero para nosotros no cambia absolutamente nada”.
Se reconoce que la junta militar que gobierna en Mali desde el golpe de Estado de 2021 se ha vuelto muy dependiente de los mercenarios (actualmente están acompañando a los militares malienses en una ofensiva en el norte del país que tuvo comienzo hace dos semanas), igual que el gobierno centroafricano, y que ambos harán lo posible por mantenerlos de su lado. LA RAZÓN ya advirtió que esto ocurriría: dejar la seguridad nacional en manos de Rusia conlleva el riesgo de depender de un país que en el fondo, y no tan en el fondo, mantiene un escaso interés por el bienestar de sus socios. Igual que los africanos se vieron afectados a finales del siglo XX por la caída de la URSS y el abandono de los soviéticos, hoy tiemblan algunos esperando las consecuencias que pueda acarrear la muerte del oligarca.
Otra de las grandes dudas a tratar sería quién tomará el relevo de Prigozhin en el caso de que la compañía continúe operativa. Reconociendo que la incertidumbre encubre todos los aspectos en lo que respecta al futuro y que nada podría asegurarse a ciencia cierta, David Soler añade que la mayor incertidumbre estaría aquí, en encontrar un nuevo líder. “Prigozhin era una persona muy respetada, y quién se erija como líder de Wagner será clave. Sabiendo esto, ¿Wagner lo liderará uno de los jefes que mantiene en Mali o República Centroafricana?”.
Y tres nombres destacan ahora: Ivan Aleksandrovich Maslov, líder del Grupo Wagner en Mali y corresponsable de la masacre de 500 civiles en la localidad de Moura; Vitalii Viktorovich Perfilev, líder del Grupo Wagner en República Centroafricana; y Konstantin Aleksandrovich Pikalov, jefe de operaciones de Wagner en República Centroafricana.
Tres nombres que podrían conseguir los apoyos suficientes por parte de los mercenarios a la hora de escoger un nuevo líder que sea respetado por sus subordinados y que pueda mantener el negocio africano en marcha. Si Putin lo permite. Si Putin no despedaza al grupo definitivamente o pone al frente a un hombre fácil de controlar. Irónicamente, la supervivencia de Wagner depende hoy de que se mantengan vigentes los acuerdos con los gobiernos africanos que les contrataron para ser defendidos ellos, y no para defender los gobiernos a los mercenarios.
Un destino incierto
Marta Driessen, trabajadora del Real Instituto Elcano con residencia en África Occidental y gran conocedora de las compañías militares privadas en el continente, muestra una actitud más contundente frente al destino de Wagner, que califica como “una organización muy personalista y dependiente de la figura de Prigozhin”. Si tenemos en cuenta que un elevado número de efectivos se traspasaron a las Fuerzas Armadas rusas tras el motín en junio y que dichos números han aumentado en las horas posteriores a la muerte del oligarca, según las últimas informaciones, Driessen indica que “el Wagner que conocemos ya no existe”.
El punto final de Wagner siempre es una alternativa a poner sobre la mesa. No ocurriría hoy, ni mañana, pero incluso el Imperio romano terminó por derrumbarse a fuerza de existir. Igual que hay países en África que consideran imprescindible una colaboración con la compañía de mercenarios, quedan otros mirando con recelo su presencia en el continente y que abogan por su desaparición. El ejemplo más visible se halla en Egipto, que envió en enero de 2023 una delegación a Sudán para convencer al general Al Burhan de que terminase su contrato con los wagneritas, aunque sin éxito. Egipto, que ha procurado contrarrestar la influencia de Wagner entrenando también a tropas nigerinas, malienses y burkinesas, a la vez que otro puñado de naciones de la CEDEAO reniegan actualmente la influencia de Rusia en África Occidental.
África se divide así ante la muerte de Prigozhin: quienes tiemblan y quienes celebran.
Driessen tampoco descarta que esta pueda ser la oportunidad esperada por Occidente para recuperar las posiciones perdidas en la lucha antiterrorista en el Sahel, ya que “será interesante ver si hay cambios en la actitud de los gobiernos golpistas de África Occidental con respecto a Francia y otras potencias”. Dependerá en gran parte, otra vez, de cómo maneje el Kremlin la situación. “Si [Putin] se aprovecha de todo lo que construyó Prigozhin, purga lo que queda de Wagner y coloca en su lugar a figuras afines al Estado y al Ministerio de Defensa, aquí encontraría su oportunidad”.
¿Qué detiene ahora a Putin para dividir el complejo empresarial de Prigozhin en África en pequeños y asequibles pedazos que repartir entre otros empresarios de una lealtad más estable? El mandatario ruso puede aprender de los errores cometidos y mantener la estructura de Wagner para desarrollar sus relaciones con África, aunque sin repetir una dinámica donde tanto poder se concentre en un mismo individuo. Divide y vencerás es un eslogan imbatible. Ivan Maslov, Vitalii Perfilev y Konstantin Pikalov podrían ser los líderes de compañías mercenarias de menor calado que centren sus operaciones en un país a cada vez.
El destino del Grupo Wagner en África es indeciso, pudiendo pasar por su desintegración absoluta o una virulenta reconfiguración que deje atrás el legado de un hombre que, en palabras de Vladimir Putin, “cometió graves errores en su vida”. Lo único que parece claro, tal y como confirma Marta Driessen, es que “es difícil pensar que Rusia renunciará a la influencia que mantiene en África a través de Wagner, donde países como República Centroafricana y Mali son grandes dependientes del apoyo ruso en materia de seguridad”. Todas las dudas se resolverán a su debido tiempo.
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