Un falso nacionalismo

«En Europa se da un falso nacionalismo basado en la manipulación, la agresión y la intolerancia que precipitaron a Europa en las dos mayores guerras de la Humanidad».

¿Cuál podría ser la primera lectura que se podría hacer de estas elecciones?

Las proyecciones electorales que ha dado el Parlamento Europeo se centran en dos puntos. El primero es la subida de verdes y liberales, así como de los partidos populistas, pero sin llegar al 33%, un cifra temida por su poder de bloquear las instituciones. Y, en segundo lugar, sería la histórica caída del Partido Popular Europeo (PPE) y la alianza de Socialistas y Demócratas (S&D), que no conseguirían sumar entre ambos más del 50%, algo que no ocurría desde hace 40 años. Sin embargo, Bruselas se prepara para grandes malabarismos tras los comicios más reñidos de los últimos años, ya que el seno europeo se ha transformado en un campo de batalla en el que las alianzas son impredecibles y volatiles.

¿Qué debería hacer Europa para frenar esta ola nacionalista que amenaza con desestabilizar la eurozona?

Los partidos nacionalistas han conseguido canalizar el sentimiento de «pueblo olvidado» por unas élites que no han sabido conectar con sus necesidades. Sin embargo, en Europa se da un falso nacionalismos, basado en la manipulación, la agresión y la intolerancia que precipitaron a Europa en las dos mayores guerras de la historia de la Humanidad. Aunque dicho nacionalismo no ha traído más guerras, ya ha supuesto el aumentando de las divisiones en el continente, donde Rusia y China intentan desestabilizar aún más. El mejor instrumento que tiene la Unión Europea para reforzarse es, una vez más, el nacionalismo. Europa debe extraer de él las lecciones correctas. Debe desarrollar una identidad continental del mismo modo que en el siglo XIX surgió una identidad nacional.