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La Razón del Domingo

Las horas bajas de Kicillof

Juega con la posibilidad de sustituir a Fernández de Kirchner en la Casa Rosada, pero la situación económica de Argentina, que está empobreciendo a las clases medias, juega en su contra. Hace unos días fue duramente abucheado

Las horas bajas de Kicillof larazon

De niño mimado de Cristina Kirchner a Ángel Caído. Axel Kicillof, viceministro de Economía, es el último ídolo peronista «linchado» por la clase media argentina, cansada de la situación económica que atraviesa el país. Y es que el equipo económico de la presidenta, capitaneado por el líder de La Campora (organización política peronista que ha apoyado los Kirchner), no acierta a frenar la inflación ni evitar la subida del dólar paralelo. En la sociedad argentina, cada vez más polarizada, crece la brecha ideológica que separa a los kirchneristas de los que simplemente piensan de manera diferente. Las consecuencias empiezan a palparse en las calles con episodios que rozan la barbarie.

Mientras Soledad Quereilhac se encontraba en el baño del Buquebús, el barco que viaja desde Uruguay a Argentina, una señora se le acercó a su esposo, el viceministro de Economía, que estaba con sus dos hijos. Lo acusó delante de los pasajeros de tener la culpa de que a ella le fuera mal las cosas. En el acto se sumaron decenas de personas que abuchearon a este alto funcionario que volvía de descansar con su familia en el país vecino.

Lo que en principio parecía un acto reflejo de unos pocos, fue encontrando eco –durante casi 30 minutos– en el resto del pasaje. Finalmente, Kicillof y su familia fueron trasladados y custodiados a la cabina del capitán. Previamente, la tripulación le había ofrecido ocupar una zona más tranquila del transbordador pero, según los mismos testimonios, Kicillof no aceptó. La imagen del economista abrazando a su hija, entre gritos e insultos, quedó grabada en varios vídeos caseros.

«La verdad, fue muy angustiante», recuerda consternada su mujer. «Yo le pedía a la gente que no fuera irrespetuosa porque estábamos con nuestros hijos, de uno y cuatro años», relata.

Durante la guardia periodística que se le hizo al viceministro de Economía en su domicilio, LA RAZÓN fue testigo del momento en que la esposa del cerebro de la expropiación de YPF –la filial argentina de Repsol– salió a la calle, en Villa Pueyrredón, y le dio una propina al barrendero, en agradecimiento por los servicios prestados. Cuando le preguntamos por el fatídico episodio contesta: «Los medios contribuyen al clima social porque hablaron de las polémicas vacaciones de Kicillof. Quisieron hacer una operación sobre nuestra casa, dijeron que era una mansión de dos pisos, y es de medio pelo, muy modesta y sencilla. Siempre hay gente que va a pensar mal y se come ese verso, no es casual que ese fin de semana haya pasado eso porque hay medios que lo fogonean».

La bestia negra de «Clarín»

El diario «Clarín», convertido en enemigo número uno del «gobierno K», calienta el ambiente con nuevos casos de corrupción protagonizados por el oficialismo. Hasta el momento, no se le conocen grandes escándalos a Axel Kicillof. Se publicaron fotos del balneario que el joven funcionario tiene en Uruguay. Es pintoresco y de muy bajo perfil. Está ubicado a 23 kilómetros del centro de Colonia y está rodeado de un bosque con árboles de más de cincuenta años de antigüedad. Si se le compara con el lujo de Punta del Este, Kicillof eligió un destino un poco más coherente con su militancia marxista. Se calcula que la residencia está tasada entre 80.000 y 120.000 dólares.

Otros medios opositores especularon sobre si hubo o no tráfico de influencias por parte del Ministerio de Educación a la hora de concederle la cátedra de Economía en la Universidad de Buenos Aires. Tampoco se pudo probar.

Desde el punto de vista del Gobierno, la inflación seguirá siendo tolerable con tal de que no le haga perder el apoyo de los ciudadanos atrapados en las grandes bolsas de pobreza que, a la postre, es su mayor bastión electoral. Como sabe muy bien Kicillof, la clase media pudiente se siente agredida por los esfuerzos oficiales por apoderarse de todos sus dólares, pero, como ha sucedido con cierta frecuencia, los más perjudicados por el populismo económico, los pobres, también son los más inclinados a respaldarlo.

Así y todo, de reducirse mucho el poder de compra exiguo de quienes forman parte de la mitad del país que vive al borde de la indigencia, o que ya están hundidos en ella, aquellos políticos que dependen de los votos de los efectivamente excluidos no vacilarían en alejarse de Cristina.

Pero este peronista de corte marxista clásico no da su brazo a torcer. «Yo soy keynesiano, primero, y después aporté algo, lo modifiqué, lo cambié, pero básicamente soy keynesiano», así se define el joven economista de 40 años. Desde que nacionalizó Repsol YPF no se le conocen grandes hazañas, más allá de elucubrar sobre futuras políticas económicas destinadas a que perdure el modelo económico de Kirchner, una mezcla entre socialismo y nacionalismo.

Laura Di Marco, autora del libro «La Campora, historia secreta de Néstor y Cristina», nos comenta en un café de Buenos Aires: «A Cristina Fernández de Kirchner le gustan los "caralindos"como Kicillof, o como otros antes que él. Casi siempre bien parecidos. Jóvenes más o menos brillantes cuyo objetivo no es conquistar un puesto en el Gobierno para los próximos 4 años, sino situarse en el entramado del poder de la sociedad argentina para los próximos 40 años». A la pregunta de si Axel Kicillof será el futuro presidente de Argentina, Di Marco asegura que «es una posibilidad, pero en absoluto una certeza, ni siquiera una apuesta segura, aunque en él la presidenta encontró sintetizadas muchas cualidades que no ha encontrado en otros líderes». Según Di Marco, Kicillof tiene un gran futuro porque «tiene cautivada a la presidenta por tener todos los ingredientes para tenerla cautivada».

Estilo descuidado

Su estilo descuidado parece ser la marca distintiva de Axel Kicillof. Camisas abiertas, jerséis debajo de la chaqueta, cazadoras. Se trata de un miembro vital del gabinete que se empecina por vestir como si todavía estuviese en la universidad. ¿Son sus patillas parte de este estilo juvenil que se resiste a la madurez de un «outfit» políticamente correcto?

¿Por qué un funcionario que se empeña en no vestir traje y corbata como uniforme de trabajo dedicaría unos minutos, cada mañana a afeitarse, a delinear con cuidado sus patillas estilo Elvis?

«Como el bigote y la barba, las patillas están asociadas a la virilidad y el poder», dice la psicóloga Beatriz Goldberg. En el caso de Kicillof, apunta más bien a un «deseo de lucir desestructurado». Algunas personalidades muy obsesivas intentan mostrar en su aspecto otra realidad. «No soy predecible», «soy creativo», «puedo transgredir las normas» (como Néstor Kirchner, que tampoco era obediente con las reglas de la indumentaria), parece indicar este rasgo de estilo asociado «con la rebeldía y la juventud».

La crisis económica no perdona

Axel Kicillof se dio a conocer para el gran público, también el español, cuando en junio de 2012 Cristina Fernández de Kirchner anunció personalmente la nacionalización de la petrolera YPF, la filial argentina de Repsol. Detrás de esta decisión estaba un joven economista de verbo fluido y expresividad algo arrogante. Aquellos días fueron prolíficos en declaraciones altisonantes, propias, por otra parte, de una decisión de gran contenido populista. Kicillof se expresó con desparpajo y una seguridad que contrastaba con su juventud –todavía no tenía 40 años– y su fisonomía de rasgos aniñados. También se especuló sobre si la presidenta lo había elegido como el economista más influyente de su gabinete por su historial académico. Su atractivo saltó pronto a las revistas del «corazón» en busca de su vida privada. Está casado con Soledad Quereilhac y tienen dos hijos. El abucheo que sufrió en el barco que les llevaba desde Uruguay a Buenos Aires tiene más que ver con las protestas y huelgas generales contra la política de Fernández de Kirchner. La situación económica de Argentina no se resuelve sólo con soflamas populistas o economistas de irresistible atractivo.