Opinión
¿Minifalda pasados los 40?
A mí, que soy sensible estéticamente, me produce un momentáneo desasosiego, como cuando veo un jarrón en un lugar que no es su sitio…
La última vez que me puse minifalda, fue en una comida navideña el pasado diciembre, con media tupida y con reservas, e iba muy mona, pero no cómoda.
Acabo de cumplir 45 años y plenamente restablecida del paroxismo que supone llegar a la cuarta planta de esta torre de babel que es la vida de la mujer, me siento en posesión de la información suficiente para hablarles a ustedas de este asunto desde el cariño y el humor, como siempre.
Partiendo de la base incuestionable de que en belleza no hay normas… Las personas encantadoras, pueden hacer lo que les dé la gana, salir a la calle desnudas, con un CD dando vueltas en la cabeza o con una patata colgando del ojo, pienso que una mujer de cuarenta y tantos en minifalda, llama la atención, y no precisamente en el buen sentido.
Cuando me cruzo con una minifaldera con añitos por la calle me produce, a mí que soy sensible estéticamente, un momentáneo desasosiego, como cuando veo un jarrón en un lugar que no es su sitio…
A ver, que yo comprendo y respeto a todas esas señoras como también a las de los anuncios de perfume, donde aparecen desmelenadas riéndose solas, dando vueltas, de largo o de etiqueta, por solitarias y peligrosas regiones nocturnas o gritando por los tejados para después arrojarse vestidas a una piscina… ya saben, todos estos anuncios que nos tragamos en plan “Di sí a la Vita”, anuncios protagonizados por mujeres absolutamente trastornadas que no están locas, verán ustedes: son mujeres de 40, un periodo donde lo natural es mantener una serena disforia (si es que eso es posible) o como diría Tennessee Williams, una serena desesperación.
Ojo, la juventud se puede alargar muchísimos años: una mujer con infinito tiempo libre y mucho dinero podría hacer de ello su profesión, porque forzar la juventud requiere hacer de la belleza y sus abriles profesión. Y, sí, esa mujer se mantendrá delgada y tonificada hasta los noventa años si quiere, o más: adiós al alcohol y los carbohidratos, adiós a los ascensores; hola dieta, gimnasio, escaleras, sentadillas, lechuga, pavo, privación… La cuestión, es que, incluso a ellas, no les recomendaría la minifalda, es más, especialmente a ellas.
Como saben, la falda corta, mito donde los haya, fue creada por la artista mod Mary Quant en 1965, aunque el diseñador francés André Courrèges le ha disputado siempre su autoría. En cualquier caso, ambos promovían un estilo destinado a mujeres muy jóvenes y delgadas, encarnado a la perfección por la modelo Twiggy. Quant, cuyos hallazgos y creaciones en moda y cosmética la hicieron exitosísima y rica, declaró que vivía de la
muerte del buen gusto y que la vida estaba en lo vulgar. Tengo que meditar sobre esto, pero es una de las pocas diseñadoras británicas que fue condecorada por la reina Isabel II y ya sabemos que todo lo que hace y dice la reina de Inglaterra es palabra de Dios y punto. Además, la diseñadora trabajó en el vestuario de la película Two For The Road (1967), esa maravilla de Stanley Donen, que la inagotable Audrey Hepburn, otra delgadísima con patas de alambre, interpretó con 38 años, casi en todas las escenas con pantalones y vestidos a media caña.
Minifalda a los cuarenta ¿sí o no? Ya saben lo que dicen los optimistas, que los cuarenta son los nuevos treinta y en cierto sentido tienen razón. En los años ochenta, y antes, una mujer de mi edad era una señora, física y espiritualmente. Sin embargo, no cometamos el error de pensar que nuestros cuarenta y cinco son nuestros treinta o menos, porque para nada. ¡Ah! Y no depende de las piernas, ¿eh? (que habrían de estar delgadas o al menos turgentes, muslos sin mácula, rodillas lozanas para ser exhibidas) sino de la cara. A ver, se tiene o no se tiene cara para minifalda. O minishort, o cualquier prenda, o la ausencia de ella, que deje a la vista los muslos o nalgas de su portadora.
Siempre que veo en un escenario distinto a la playa, el campo, el barco o la cancha de tenis… una mujer con surco nasogeniano (como yo), relleno de hialurónico o sin rellenar, con minifalda, por muy tipazo que se conserve, pienso que la mini le hace aún mayor y que pronuncia su declive (al que llegaremos todos los afortunados, por cierto). Ahora, ustedes, queridas mías, hagan lo que les parezca con sus estilismos y sus jarrones. Faltaría más.
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