Vida en la ciudad

La ciudad te envejece y no lo sabes: vivir en el campo te hará más joven

Una nueva investigación aporta luz sobre cómo el entorno y el estilo de vida moldean el envejecimiento, sugiriendo que la inflamación crónica no es una condena universal

Cornamusa Cibeles, donde Madrid tapea en lo alto
Cornamusa Cibeles, donde Madrid tapea en lo altoCornamusa Cibeles

El proceso de envejecimiento humano, complejo y multifactorial, ha sido durante mucho tiempo objeto de investigación. Una de sus facetas más estudiadas es la inflamación crónica de bajo grado, conocida como "inflammaging", que se ha vinculado a un mayor riesgo de enfermedades asociadas a la edad como el cáncer o los accidentes cerebrovasculares. Se asumía que esta inflamación era una constante en el devenir vital.

Sin embargo, recientes hallazgos científicos están desafiando esta perspectiva. Un estudio innovador sugiere que el contexto cultural, ambiental y el estilo de vida desempeñan un papel mucho más decisivo de lo que se creía en el desarrollo de esta inflamación persistente, abriendo una nueva vía para entender y mitigar sus efectos.

Estos datos cuestionan la universalidad de la inflamación ligada a la edad como un fenómeno biológico intrínseco e inevitable, orientando la atención hacia los factores externos que la propician. La clave podría no estar solo en los genes, sino en cómo vivimos.

El estilo de vida industrializado, un catalizador de la inflamación crónica

Una investigación publicada recientemente en la revista Nature Aging expone una gran disparidad en los niveles de inflamación crónica asociada al envejecimiento entre poblaciones industrializadas y aquellas que conservan un estilo de vida tradicional. Este estudio marca un antes y un después en la comprensión del envejecimiento. El equipo, liderado por Maximilien Franck de la Universidad de Sherbrooke (Canadá), analizó los niveles de diecinueve citocinas (proteínas clave en la respuesta inflamatoria) en cuatro cohortes humanas.

Se compararon dos grupos de entornos industrializados, de Italia y Singapur, con dos poblaciones indígenas no industrializadas: los Tsimane de la Amazonía boliviana y los Orang Asli de la península de Malasia. Los resultados revelaron un patrón sorprendente. Mientras que en las poblaciones industrializadas se observó un aumento constante de la inflamación con la edad, directamente relacionado con enfermedades crónicas como ictus, cardiopatías y cáncer, en los grupos no industrializados esta progresión inflamatoria era inexistente, y las enfermedades crónicas asociadas a la edad eran mínimas.

Estos hallazgos sugieren con fuerza que el "inflammaging" no es una característica universal e ineludible del envejecimiento humano, sino que está muy ligado a la interacción con el entorno y a los hábitos de vida contemporáneos. La dieta, el sedentarismo y la polución emergen como sospechosos habituales. Tal como subraya Antonio J. Ruiz Alcaraz, profesor de Inmunología en la Universidad de Murcia, la información aportada "confirma que el inflammaging es más una consecuencia del estilo de vida moderno e industrializado que una característica intrínseca de la biología humana".

Salvador Macip, catedrático de medicina molecular en la Universidad de Leicester, califica el resultado de "interesante e inesperado", reforzando la idea de que el entorno urbano e industrializado favorece el envejecimiento. El envejecimiento se muestra más heterogéneo de lo esperado. Esta revelación abre la puerta a nuevas estrategias de prevención y manejo de las enfermedades ligadas a la edad, enfocándose en la mejora de hábitos y la reducción de la exposición a factores ambientales nocivos.