Gastronomía

«Bomba atómica», lo más picante de españa

El plato lo prepara po hai chiu en el restaurante oam thong y, por ahora, solo dos comensales se lo han terminado.

El cocinero junto a los ingredientes de la receta, entre ellos, la guindilla más potente del globo llamada Carolina Reader. Foto: Cristina Bejarano
El cocinero junto a los ingredientes de la receta, entre ellos, la guindilla más potente del globo llamada Carolina Reader. Foto: Cristina Bejaranolarazon

El plato lo prepara po hai chiu en el restaurante oam thong y, por ahora, solo dos comensales se lo han terminado.

Nosotros no fuimos capaces ni de meter la tercera cucharada en el bol. Sí, nos rajamos. Ya con la segunda fue como si el paladar, la garganta y el estómago incluido echaran fuergo de verdad. Una sensación en la que lloras sin querer. Nos hemos sentado con Po Hai Chiu para probar el plato más picante servido en nuestro país. Es el denominado «Bomba atómica» y lo elabora el cocinero de Oam Thong. La responsable del ardor es la guindilla más picante del globo, llamada Carolina Reaper, original de Carolina del Sur y poseedora de algo más dos millones de unidades de Scoville (SHU), según la escala ideada por Wilbur Scoville con el objetivo de medir la intensidad del picante. Para que se hagan una idea, el tabasco pica mil veces menos. Asimismo, el plato también lleva chile fresco y seco, lemongrass, ajo, lima, cebolla, cilantro, jengibre, comino y pasta de gambas. Con ellos, elabora una salsa ardiente, que coloca sobre unas tiras de lomo de vaca y lo culmina con albahaca para aportar frescor a la receta. Cuenta el chef que la función de las hierbas es dar gusto, ya que, nos recuerda, el picante no es un sabor: «Mi reto ha sido preparar un plato muy picante que esté rico. Y lo he conseguido, aunque los comensales no se lo terminan», dice. El responsable de este picor es la capsaicina, una molécula que varias plantas y vegetales segregan para defenderse del entorno. La poseen los chiles, las guindillas, los ajís y los pimientos. Sin embargo, éstos no son todos iguales, ya que uno verde clásico no posee unidades de picor y el de padrón puede llegar a 5.000: «Se atreven a probar el plato los clientes apasionados por el picante. Lo habitual es pedir uno para compartir entre varios y así comprueban el nivel de ardor. Por ahora, solo ha habido dos personas que hayan sido capaces de dejar el cuenco vacío. De ellos, uno lo pasó realmente mal y terminó en urgencias, ya que arriesgó y se lo comió demasiado rápido. Decía que de esa manera no notaba tanto el picante. Le resultó una auténtica bomba para el cuerpo. El segundo comensal tardó dos horas y el estómago se acabó acostumbrando a la intensidad», explica, al tiempo que confirma que la capsaicina es un analgésico comprobado científicamente. Preguntado por la cultura del picante en nuestro país, asegura que el comensal español cada vez sabe más sobre los ingredientes que lo aportan y que, sobre todo, sienten curiosidad. Por eso, sus mesas son destino culinario de comensales procedentes de, sobre todo, Madrid, La Rioja, País Vasco y Navarra. Ellos también asistirán a las jornadas de curries thai, que propone Po Hai Chiu hasta el 30 de noviembre. En ellas, ofrece varios menús degustación con curries suaves, picantes, súper picantes y vegetarianos. Para prevenir ardores indeseados, cada receta indica el grado. De esta manera, sabemos que la que lleve cinco estrellitas es sólo recomendable para los comensales temerarios. Pensados para ellos son el entrecote curry «Infierno», los langostinos con curry seco y el pollo curry «Tigre llorando». De influencia de Birmania, lleva cúrcuma y jengibre, entre otros ingredientes, que aportan la potencia. La diferencia de la «Bomba atómica» es que ésta no lleva leche de coco, cuya cremosidad suaviza la intensidad. Otros espacios interesantes son Kitchen 154, uno de los puestos canallas del Mercado de Vallehermoso en el que vamos a devorar tanto el curry thai de gambones como el verde de carrillera. En Casa Lafu se come el mejor hot pot de la capital. Sobre todo, si el caldo en el que se introducen los ingredientes es muy picante. No se corte. El curry rojo de carrillera de vaca con leche de coco y guisantes dulces que era un clásico en el desaparecido Sudestada ahora lo pedimos en Chifa, templo de fusión de la cocina iberoamericana y asiática. Thai Garden 2112 es otro imprescindible, donde no falla el curry rojo de solomillo de ternera o el verde de colas de langostinos. El nivel de ardor lo pone usted. Lo mismo que en el curry de emperador, de Tandoori Station. En Barcelona, merece la pena la Olla de Sichuan, mientras que de Oaxaca nos gustan las gambas al fuego de mezcal en molcajete. Se llevan las experiencias diferentes.