Barcelona
Un día de duques siguiendo al Rey
Esta noche, con la entrega de premios a los pies de la catedral de Palma de Mallorca, en Ses Voltes, se acaba la 34 Regata del Rey de Vela. Será el Rey Felipe VI, regatista también, el que entregue los trofeos a sus compañeros de competición, aunque no hay muchas esperanzas de ver a Doña Letizia, que desde 2009 no acude a la ceremonia. En esta ocasión habrá un merecido homenaje a los servicios de Salvamento Marítimo, al Ejército del Aire y a la tripulación del velero inglés «Sea Hawk», que rescató el fin de semana pasado a Jacinto Rodríguez, un armador de 84 años que cayó por la borda de su embarcación mientras hacía la travesía entre Barcelona y Palma para participar en estas regatas. Incluso dos ferries, el «Abel Matutes» y el «Tenacia», desviaron su rumbo para sumarse a las labores de búsqueda. Después de casi cinco horas flotando en el mar, Jacinto fue rescatado con vida pero algo magullado. Cuando el Rey llegó al Club Náutico el lunes, lo primero que hizo fue saludar al armador, que llevaba la cabeza y el pie vendados. «El Rey se ha alegrado de volverme a ver con vida. He resistido gracias a los pantalones, que flotaban, y a que todo el tiempo me mantuve despierto con pensamientos positivos», aseguró Rodríguez.
Ayer se especuló con la posibilidad de que la Reina Letizia iría a ver a su marido competir en el campo de regatas desde el yate «Somni», pero todo se quedó en el deseo de verla involucrarse en este evento. Sin embargo, parece que se le vio salir después de la recepción del miércoles con Jaume Anglada y unos amigos a dar una vuelta por las terrazas animadas de la zona de Es Baluard, muy cerca de la catedral.
A los que desde luego se les vio disfrutar en las embarcaciones de recreo que pone el Real Club Náutico para seguir las regatas fue al escultor Lorenzo Quinn y a su esposa Giovanna: «Nosotros somos ciudadanos del mundo, porque tenemos la doble nacionalidad, americana e italiana, y la residencia en España. Vivimos en Barcelona, ajenos a todos esos problemas de nacionalismos. Dicen que cada día me parezco más a mi padre, pero es que el recuerdo que todo el mundo tiene de él es a la edad que tengo yo ahora, 49 años», dijo Quinn. En el mismo barco nacía una buena amistad con con los duques bicéfalos de Anjou y de Cadaval: «Hemos salido a navegar con los Quinn y lo hemos pasado realmente bien», dice Carlos Felipe de Orleans. «Estamos asentados en Estoril, donde se exiliaban los reyes. Y esa elección tiene una razón: la calidad de vida allí es excelente. Nosotros estamos empeñados en que Estoril recupere el esplendor de los años cincuenta, la época dorada. De ahí que hagamos el Baile de la Riviera, que será los próximos 26 y 27 de septiembre, con los príncipes de Mónaco como invitados especiales. Asistirán 400 personas, que durante esos dos días lucirán sus mejores galas con un fin benéfico».
Ayer hubo más duques siguiendo las regatas y las evoluciones del barco «Aifos», con Don Felipe a la caña. Los de Feria hicieron piña con la piloto Carmen Jordá y su amigo «El Chino», que parecían más interesados en tostarse a la parrillla de la cubierta que en seguir las regatas. Por cierto, el hijo de Naty, que no iba precisamente en el «Blue One» de Valentino del que su madre no se baja en todo el verano, se había dado una buena sesión de gimnasio y bicicleta antes de salir a navegar por la bahía de Palma de Mallorca.
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