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El pelo vuelve al pecho

La nueva masculinidad aparca la depilación y retoma los encantos del cromosoma y. Cayetano Rivera y Hugh Jackman son sus mejores embajadores.

El pelo vuelve al pecho
El pelo vuelve al pecholarazon

La nueva masculinidad aparca la depilación y retoma los encantos del cromosoma y. Cayetano Rivera y Hugh Jackman son sus mejores embajadores.

Con Ronaldo lejos ya de estos lares, es el momento de exhalar un profundo y efusivo adiós. Adiós definitivo a la metrosexualidad, a la espornosexualidad y a cualquier otro palabrejo traído de fuera para desquiciar durante años a millones de santos varones con sus obsesiones de hombre musculado y depilación integral llevadas al extremo. El hombre genuinamente masculino pide paso. Vale que el futbolista es solo un ejemplo, pero sirve para reivindicar la vuelta del hombre de pelo en pecho. Ellos están dispuestos a dar un salto mortal y reclaman la camisa ligeramente desabotonada, lo justo para dejar que un ramillete de pelos les haga sentirse sexys. Al estilo de Drace Montgomery, el fichaje malote de «Stranger Things», con su americana cruzada y camisa tipo esmoquin con tres botones sueltos. O como Harry Styles cuando se abre las blusas de sus trajes de Gucci para dejar al descubierto una capa de pelusilla. ¿Revival? No. Nadie quiere resucitar modas o gestos que huelen a rancio, a épocas que no deberían regresar. Los pelos insurgentes simbolizan la vuelta de lo masculino, de una masculinidad renovada.

Demasiado fina se estaba volviendo ya nuestra piel social si había que cortarle de cuajo el primer pelo que asomase por ella. Demasiado frágil si ahora resulta que lo cortés quita lo valiente y los buenos modales se confunden con provocación. El hombre quiere que se le deje ser hombre. Reclama ser hombre. Sin complejos, sin miedo a que se le ridiculice en un meme y sin el riesgo de ser tachado de machista. Acude en su auxilio el psicosociólogo Mauro González, investigador de la nueva masculinidad, para, al menos, desenmarañar qué está pasando y ver qué podemos esperar. «Retrocedamos –dice– al año 2000. La mujer ya había reivindicado la fuerza de lo femenino, su papel en la sociedad y sus propios valores. El hombre empieza a asumirlo y se reinventa. La reconoce y se integra en su mundo, comparte roles y ejerce de padre. Casi dos décadas después, cuando aún no había finalizado su transformación, resulta que, de repente, se encuentra perdido. Las voces feministas le exigen hacer dejación de su masculinidad. La presión social y mediática es tan fuerte que no puede exteriorizar su virilidad sin riesgo de ser acusado. Se le obliga entonces a reprimir su virilidad, a desprenderse de cualquier atributo con el que hasta ahora expresaba su condición de hombre».Consecuencia de todo ello es, según reconoce este experto, la crisis tan brutal que vive, pero también la posibilidad de que renazca una masculinidad fortificada y positiva. «Esa que respeta y comparte la lucha de la mujer contra esos códigos patriarcales que le han subyugado durante años. Lo que quiere este nuevo caballero español es recuperar lo legítima y naturalmente masculino. Mostrarse como realmente es gritando un gol, tomando una caña o expresando su camaradería con los amigos. Quiere que le devuelvan su singularidad y mostrar una actitud alegre, divertida, pragmática y valiente. Tomar fuerza en su rol de padre, como muestra de su paso a la masculinidad adulta». El grito empieza a ser unánime y se advierte incluso en su estética. Es verdad que el 40% de la clientela de las clínicas antienvejecimiento son ya hombres, sobre todo entre 25 y 35 años, pero sus gustos últimamente tienen mucho que ver con este resurgimiento de lo varonil. El cirujano estético Jesús Benito Ruiz nos recibe en su Clínica Antiaging Grupo Barcelona y así nos lo confirma. «Lo que buscan en sus tratamientos y cirugías es magnificar los rasgos considerados tradicionalmente más viriles. En el rostro, la primera demanda es el relleno con ácido hialurónico para dar firmeza al marco mandibular y realzar los pómulos. Para el cuerpo busca implantes de silicona en gemelos, pectorales, glúteos y brazos», añade. Al parecer, su exposición en las redes sociales tiene mucho que ver con esta nueva actitud coqueta.

De vuelta al ruedo, el «macho ibérico» va descubriendo nuevas armas de seducción, como esa línea alba esculpida a golpe de bisturí que resulta aún más sugerente si la marca con una hilera de pelos. Cualquiera que curiosee las cuentas de Instagram observará la legión de famosos que no se privan del placer de exhibirla. Definitivamente, depilarse ha dejado de ser una imposición y, aunque nos cueste admitirlo, la pelambrera puede resultar muy tentadora. El cineasta Tom Ford se deshace en elogios ante la anatomía peluda de Jake Gyllenhaal, en «Brokeback Mountain» e insinúa pícaramente que no es necesario que el jardín esté desmochado para que los árboles se vean más robustos. «La masculinidad recobrada ha perdido su dominancia, su insensibilidad y esa dureza de antaño. Nada que ver con el machista y el déspota. Ahora se muestra seguro de sí mismo, atractivo y fuerte, pero también respetuoso, cariñoso, buen padre, comprensivo y empático», aclara González. Los hombres más cool del planeta se están apuntando a esta tendencia y despliegan su hombría sin mucho reparo. En España, nombres como Cayetano Rivera, Ricardo Gómez, Rubén Cortada o Hugo Silva son buenos epítomes de la masculinidad recobrada. Fuera encontramos a Pierce Brosnan, Roger Federer o Matthew Fox, por citar solo alguno. O a Robert Downey, Jr, el rebelde de Hollywood, y el actor Hugh Jackam, que se suman al club del pelo en el pecho. Y como rúbrica, algunos de los modelos que posan para el fotógrafo de culto Kosmas Pavlos, de la agencia Wiener Models, referencia en tendencias. Orgullosos de su cromosoma Y, sabedores de su propensión a la adrenalina y una vez hechas las paces con los reclamos de la mujer, ¿no merece la pena dejar que salga del guardarropa la nueva masculinidad?