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El nombre del aire

1 de agosto de 1774. La química cambió por completo y para siempre cuando Priestley descubrió el «aire desflogisticado», un gas responsable de la combustión y de la respiración: el oxígeno

La combustión es un proceso de oxidación que ocurre gracias al oxígeno
La combustión es un proceso de oxidación que ocurre gracias al oxígenolarazon

La química cambió por completo y para siempre cuando Priestley descubrió el «aire desflogisticado», un gas responsable de la combustión y de la respiración: el oxígeno

Coja este periódico, ¡después de leerlo!, y quémelo. Obtendrá un montón de cenizas y una sutil humareda. Hasta hace relativamente bien poco, los seres humanos no sabían por qué se producía este fenómeno de la combustión. Tenían una somera idea de lo que ocurre cuando las cosas se queman pero no comprendían por qué unas arden y otras no. Entrado el siglo XVIII, el médico Georg Stahl propuso una teoría que ganó fama entre sus coetáneos: Todos los cuerpos combustibles de la naturaleza albergan una sustancia a la que llamó «flogisto». Al entrar en contacto con el fuego, esa sustancia se prende y se libera en forma de gases. Las cenizas del periódico han perdido su flogisto, no pueden volver a arder.

La razón de que hoy nos parezca estúpida esta teoría (aunque en su tiempo fue generalmente aceptada) es que hoy sabemos que la combustión es un proceso de oxidación que ocurre gracias a la presencia del oxígeno. Y eso lo sabemos gracias a que un 1 de agosto de 1774, el científico inglés Joseph Priestley identificó por primera vez la existencia de tal gas: el oxígeno.

Priestley llevaba tiempo dedicado al estudio de la quema de metales. En concreto indagaba qué ocurría cuando se extrae aire del mercurio calcinado. Utilizaba una lupa para reunir los rayos de sol sobre la superficie de una barra de mercurio hasta que el material empezaba a arder y emitir gases. Por accidente, introdujo una vela en el recipiente que usaba para quemar el mercurio y observó que la llama se avivaba. Estaba claro que el gas emitido en su experimento era un buen combustible. Pero ¿de qué se trataba? Para comprobarlo expuso a un ser vivo a la inhalación de esa sustancia. Introdujo un ratón en un bote en el que había inyectado gases de la combustión. Pensó que el animal no sobreviviría más de 15 minutos, el tiempo que tardaría el aire del recipiente en ser respirado. Pero el ratón vivió mucho más allí dentro. Los gases que había inyectado eran respirables.

Así que indujo el científico que había descubierto un gas que era responsable al mismo tiempo de la combustión de los cuerpos y de la respiración de los animales.

Sus conocimientos de química eran muy limitados y estaban muy influidos por las creencias aceptadas en su época. Así que llamó a ese gas «aire desflogisticado». Pero su experimento llegó a conocimiento de Antoine Lavoisier en 1775. El químico francés fue capaz de aislar el susodicho aire, lo identificó, demostró que formaba el 20% del aire de la atmósfera y que interviene en la combustión, la oxidación y la respiración. Además, le dio un nombre: «generador de ácidos» u oxígeno en griego.

Hoy sabemos que no todos los ácidos contienen oxígeno, pero el mundo de la química cambió definitivamente cuando el elemento básico de nuestra existencia se descubrió, tal día como ayer.