Casa Real
La Reina Sofía reaparece con su traje dorado más icónico en su noche más especial
La madre del Rey ha vuelto a demostrar por qué sigue siendo sinónimo de elegancia y tradición. Ayer por la noche, la emérita presidió la 40ª edición del Premio BMW de Pintura y el posterior concierto benéfico, firmando una de sus apariciones más emotivas y luminosas tras celebrar su 87 cumpleaños
La Reina Sofía vivió anoche una velada muy significativa, marcada por la emoción y la cultura. Apenas unas horas después de cumplir 87 años, la madre del Rey Felipe VI acudió al acto en el que cada año se pone en valor el arte y la creatividad española. Una cita en la que volvió a dejar constancia de su serenidad, su compromiso con la Corona y su impecable sentido del estilo.
Durante la ceremonia, la emérita presidió con la elegancia que la caracteriza la entrega de premios antes de asistir al concierto benéfico ofrecido por la Orquesta Sinfónica de RTVE, que este año dedicó su recaudación a los bancos de alimentos infantiles. Un gesto solidario que refleja, una vez más, su compromiso social y su vinculación con las causas humanitarias.
El conjunto dorado con el que volvió a brillar
Para la ocasión, la Reina Sofía confió en uno de sus conjuntos más emblemáticos: un traje de tejido dorado con bordado floral en relieve, compuesto por una chaqueta estructurada de corte clásico con solapas marcadas y cierre frontal, y una falda recta de acabado satinado. El diseño, con delicados encajes en los bajos, irradiaba luz y sofisticación, logrando ese equilibrio entre tradición y modernidad que tanto la representa.
Bajo la chaqueta se adivinaba una blusa del mismo tono y estampado, que aportaba armonía y coherencia al conjunto. En cuanto a los accesorios, la Reina Sofía eligió un bolso de mano rígido dorado, un collar de doble perla, zapatos de tacón bajo también bañados en oro y un broche nacarado en forma de flor, que aportaba un toque sentimental y femenino al estilismo.
La ausencia más sentida de la noche
A pesar de que fue una aparición muy esperada, el acto también estuvo marcado por una ausencia significativa: la de su hermana, Irene de Grecia, quien tradicionalmente la acompañaba en esta cita cultural. Debido a su delicado estado de salud, no pudo asistir al evento, un detalle que dio a la velada un tono especialmente emotivo.
Aun así, la Reina Sofía afrontó el momento con su habitual entereza, posando sonriente ante las cámaras, conversando con los asistentes y disfrutando de una de sus grandes pasiones: el arte.
Tradición, lujo y sobriedad en un look atemporal
El estilismo de la Reina Sofía se convirtió en el reflejo de su esencia: una combinación perfecta de elegancia clásica, sobriedad y calidez. La riqueza del tejido dorado y los bordados en relieve hacían del diseño una auténtica joya de la costura, perfecta para una ceremonia artística como la de anoche.
Con este look, la emérita volvió a confirmar que no necesita estridencias para destacar. Su presencia iluminó el acto con discreción y porte regio, convirtiéndose una vez más en un foco de luz en un evento nocturno que unía arte, cultura y solidaridad.