Nutrición

La dieta saludable que subirá el ánimo en este otoño

La ciencia confirma el vínculo directo entre lo que comemos y nuestro estado de ánimo: la dieta mediterránea se revela como un aliado crucial contra la depresión, mientras los ultraprocesados agravan el riesgo de sufrirla

Dieta mediterránea
Dieta mediterráneaDreamstime

La batalla contra la depresión podría librarse, en parte, en nuestro sistema digestivo. Esta es la contundente conclusión a la que ha llegado el proyecto ALIMENTAL, una investigación de envergadura en la que han participado más de 15.000 personas. El estudio establece que la respuesta inflamatoria del organismo, directamente influenciada por la alimentación, guarda un vínculo directo con la salud mental, abriendo una nueva vía para entender y abordar los trastornos anímicos.

De hecho, la investigación identifica con claridad a los principales responsables de este desequilibrio: los productos ultraprocesados. Alimentos como la bollería industrial, las comidas rápidas, las carnes procesadas o las bebidas azucaradas alteran la microbiota intestinal, lo que a su vez fomenta un estado proinflamatorio en el cuerpo, asociado a un mayor riesgo de depresión en todos los grupos de edad analizados.

Por el contrario, la tradicional dieta mediterránea, rica en productos frescos y de temporada, se erige como un escudo contra los síntomas depresivos.

El papel de los micronutrientes en el equilibrio anímico

En este sentido, el análisis va más allá de los grupos de alimentos y se centra en el papel de los nutrientes específicos. Ciertas pautas dietéticas, como las que restringen severamente los hidratos de carbono, pueden resultar contraproducentes al interferir en la producción de la serotonina, conocida popularmente como la «hormona de la felicidad». Del mismo modo, la vitamina C, presente en los cítricos, es indispensable para sintetizar neurotransmisores como la dopamina.

Asimismo, la falta de ciertos elementos traza una línea directa con el decaimiento. El estudio ha asociado de forma consistente las carencias de nutrientes esenciales con un estado anímico bajo. El déficit de hierro, magnesio, zinc, vitaminas del grupo B o ácidos grasos omega-3 son factores a tener en cuenta. También se ha constatado la relación entre la falta de vitamina D, habitual en los meses de menos sol, y la apatía o tristeza estacional.

Pero quizá el hallazgo más esperanzador del proyecto es que la alimentación no es solo una herramienta preventiva. La investigación demostró una mejora en pacientes diagnosticados con una depresión de moderada a grave, con edades comprendidas entre los 22 y los 53 años, tras adoptar un patrón de dieta mediterránea. Este hecho consolida la nutrición como un pilar fundamental de apoyo en el tratamiento de la salud mental.

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