Sevilla

Andaluhio

El próximo 10 de noviembre, de nuevo, elecciones generales / Foto: Efe
El próximo 10 de noviembre, de nuevo, elecciones generales / Foto: Efelarazon

El hecho de que tres de los seis líderes nacionales eligiesen anoche Sevilla para iniciar la campaña electoral –Pedro Sánchez, Pablo Casado e Íñigo Errejón mitinearon con media hora de diferencia en un espacio de dos kilómetros a la redonda– puede resultar una coincidencia, una pérfida contraprogramación de los respectivos fontaneros o la prueba concluyente de que las elecciones del día 10 se decidirán en las ocho circunscripciones andaluzas. Era tentador el paralelismo con la noche de Halloween y asemejar a los candidatos con fantasmas, chupasangres, zombis, brujas, hombres del saco, vampiros, monstruos, cadáveres sanguinolentos, payasos terroríficos u otras apariciones espectrales, pues ninguna analogía se quedaría corta, pero quizás convenga terminar la semana e iniciar el puente con un poco de adustez analítica y concluir que la lid electoral sólo tiene dos salidas posibles: la recuperación para la izquierda del granero andaluz y, con él, de una mayoría suficiente o la reproducción a escala nacional del vuelco dado por el centroderecha el pasado 2 de diciembre. Las encuestas pronostican lo mismo que hace once meses, es decir, una victoria del PSOE lo suficientemente holgada como para elegir compañero de pacto, pero detectan una volatilidad en el voto idéntica a la que mandó a Susana Díaz a la oposición; por no mencionar la inflamación de Vox, que cabalga a lomos del cadáver de Franco (¿hábil o tórpidamente?) devuelto a la actualidad por los estrategas de La Moncloa. Sesenta y un escaños, casi un quinto de los totales, se reparten en esta comunidad autónoma, la más poblada del país, y al menos dos docenas penden de un puñado de papeletas. Sin el elemento distorsionador de una candidatura nacionalista, la suma de los bloques en Andalucía será la suma de los bloques en España.