Política

Política

El reparto y el poder

Felipe VI participó el viernes en varios actos en Sevilla y estuvo acompañado, entre otras autoridades, por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno
Felipe VI participó el viernes en varios actos en Sevilla y estuvo acompañado, entre otras autoridades, por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Morenolarazon

Como las tardes de los días festivos cuando las calles se quedan vacías, así ha amanecido la primera semana andaluza del Gobierno del cambio. Después de varias semanas enfrascados en los nervios para dar el giro de timón socialista, tomado el pulso a la nueva realidad, la política ha entrado en una suerte de situación larvaria en la que toca esperar para ver que sale de este capullo. Hay corrillos en la capital andaluza plagados de abrazos, sonrisas y apretones de mano. «Enhorabuena presidente», le dicen mientras le aprietan el brazo. Dos palabras simples que engarzan a la perfección con la buena cara que a todo el mundo pone Juanma Moreno. No hay un mal gesto, ni una situación de distancia, al contrario, no ha puesto aún la barrera necesaria que coloca el poder para dinamitar escenarios y momentos comprometidos. A la felicitación, franca, le sigue la duda con la media sonrisa de incredulidad. «A ver qué hacen», repiten para sí quienes no tienen problema en discernir si se trata de presidente o presidenta. «Los políticos tienen que estar con los que tienen el poder, con los empresarios», recalcaban dos gerifaltes de la empresa andaluza mientras esperaban al Rey el jueves en el Archivo General de Indias.

La porosidad de la Junta de Andalucía sea convertido en la diana sobre la que lanzar los dardos después de años de aguante. Hasta existen apuestas para acertar cuándo le llegará el turno a los más de 3.000 «enchufados» que parecen que han estado a cobijo del PSOE y que aseguran ya tienen las maletas llenas. Desagradable situación, nunca es agradable ver salir por la puerta de atrás a nadie, aunque haya quien se vaya a poner las manos rojas de aplaudir cuando comience el descarte. Frente a eso, el cierto caos en las primeras horas en al poder. «Estamos ahora muy liados, tenemos muchas cosas que centrar, pero seguro que lo vamos a hacer bien», confesaba una consejera a las pocas horas de tomar posesión del cargo. A eso se le llama buen rollo y ayer en Antequera se dio el pistoletazo de salida a un Gobierno que arranca simbólicamente en el corazón de la comunidad andaluza bajando los impuestos y ordenando una auditoría para poner en claro las cuentas de Administración. En el pueblo que gobierna Manuel Barón se mostró la cara unificada de un Ejecutivo que debe hablar como una sola voz para alejar las dudas de la bicefalia. Causó estupor que mientras Moreno presentaba a los consejeros Albert Rivera estuviera reunido con los «suyos» de manera paralela. ¿Ya empezamos? En Fitur, con los taxistas tomando el protagonismo «kale borroka» ya asumieron que la mejor fórmula es presentar un discurso claro, directo y único. Habló Marín, Moreno calló y todos quedaron contentos. Dos cucharas en el mismo plato siempre son un problema. ¿Es pronto para hablar de bicefalia? Seguramente sí, pero recuerden que esa palabra nos retrotrae a los tiempos de esplendor de José Antonio Griñán al frente del PSOE-A. Ha pasado una década de todo aquello y miren dónde están los protagonistas de esa novela por entregas que inició la sangría del socialismo en Andalucía.

Desde luego, la comparación con la caída de la URSS es ciertamente exagerada, no hemos visto desmocharse a las estatuas de bronce ni se han asaltado las instituciones. Esto no es ni Rusia ni Rumanía, aunque se hable mucho del régimen socialista. La verdad es que la moderación se ha masticado desde las primeras horas aunque la procesión, lo duro de todo esto, se ha asentado en la bancada socialista que aún, como los boxeadores después de caer en la lona, no saben muy bien qué es lo que ha sucedido para quedar en situación de K.O. En Ferraz, con más distancia y menos compromiso, sí saben bien de dónde se ha generado la vía de agua que ha metido al PP-A en el Palacio de San Telmo. Voces internas, qué misterio esconde esa expresión, aseguran que Susana Díaz debe abandonar el liderazgo como respuesta a los malos resultados y por «la ruina a la que ha llevado a tanta gente». No hay anestesia para meter el cuchillo en el cuello cuando se tiene la sangre caliente. En el momento en el que caes es cuando comienzan a darte patadas, eso lo sabe todo el mundo. La diferencia estriba en que dentro de unos meses hay elecciones en las que o bien se ahonda en la tragedia socialista o bien se inicia una remontada hacia no se sabe dónde. Unos señalan con el dedo a Pedro Sánchez como culpable. «Ha sido la gestión general, el pacto con los catalanes y no saber salir de ese embrollo». Puede ser que como marca se hayan desinflado, puede ser, pero en las municipales se apreciará que queda de la ideología socialista y cuánto del interés por estar integrado en una estructura de intereses.